"Los poetas del 27 tenían muchísimo menos talento que Juan Ramón"
El leonés resta valor a la generación que chocó con el Nobel moguereño y destaca la aportación de éste a la poesía española · Considera que hay autores actuales a la altura de muchos de los clásicos


Andrés Trapiello fue ayer el invitado especial de la segunda jornada del Congreso Presencia de JRJ en los poetas del 27, que se celebra desde el lunes en La Rábida. Reconocido juanramoniano, el poeta hizo un paréntesis entre sus dos conferencias para profundizar en la influencia del Nobel moguereño y en desmitificar la Generación del 27.
-¿De dónde viene su devoción por Juan Ramón Jiménez?
-No se sabe muy bien cómo, uno de pronto decide escoger un maestro y no otro. Vas a tientas y encuentras que hay una especie de proyección sentimental, más que intelectual, y, por lo que atisbas, dices: 'Éste es mi poeta'. Cuando se publicó por primera vez Leyenda (1896-1956), confirmé algo que sabía, que era el poeta, mi poeta. Pero no es el único. Me gusta mucho Juan Ramón, pero también Antonio Machado y, no menos, Unamuno. Pero Juan Ramón representa un conjunto de cosas. Es su estética, su ética, su manera de estar en el mundo y con los demás, su idea sobre el amor... Es una persona enormemente completa y enormemente compleja. No es sólo alguien que te da unos libros de poemas; te da una manera de ser.
-A pesar de la imagen proyectada, fue un gran renovador, ¿no?
-Juan Ramón es una persona que renueva por dentro. Las renovaciones de las vanguardias son básicamente formalistas, en cambio, las renovaciones de Juan Ramón son de mucho más largo alcance. Es consciente de que para decir cosas nuevas e ir más lejos, es necesario una expresión nueva. Estoy sintiendo algo, realmente, que no he conocido en la Literatura hasta ahora porque es un problema mío. Y para esa expresión de un sentimiento propio, sólo es posible encontrar una manera nueva de decirlo.
-Y lo hace de una manera limpia y sin artificios.
-Hace una poesía sin artificios pero es a veces muy compleja. No diría que es una poesía sencilla. Sobre todo la de la última etapa, es de una gran exigencia, intelectual y poética. Pero con una cierta atención, todo el mundo la puede entender. A Juan Ramón le entienden los poetas y también quienes no participan de la poesía de manera corriente.
-¿Por qué se ha proyectado durante años una imagen negativa suya?
-La gente pensaba que era un cursi, un extravagante, un arbitrario... Y en esa leyenda estaban interesados, precisamente, quienes la generaron: los poetas del 27 y los herederos de esa generación, como Jaime Gil de Biedma, que le ostigó hasta el final. Ellos fueron los primeros interesados en quitarlo de en medio por aquello que decía Ramón Gaya, de que le debían demasiado y no se puede deber tanto a una sola persona. Eso es muy incómodo, sobre todo cuando estás mostrando todas y cada una de las deudas, muchas. Y eso hizo que los del 27 fueran ingratos con él y de una manera fatal. Tenían muchísimo menos talento que él. Si entre ellos hubiera habido gente con gran talento, probablemente habrían coexistido, pero era gente muy inferior a Juan Ramón, y, por tanto, se portaron de una manera muy inferior, como lacayos.
-¿Está en deuda la poesía con Juan Ramón Jiménez?
-La poesía le debe mucho, la gran poesía, aunque no ha habido tantos poetas que se declararan seguidores suyos. Es imposible estar en la gran poesía sin encontrar cosas que se le deben. Abre miles de caminos. Ahora hay una moda de Juan Ramón, como antes hubo otra antijuanramoniana. Pero, en el fondo, es igual de vacía. Las modas, a favor o en contra, se pasan; lo que no pasa es la verdadera influencia.
-¿Cuál es el estado actual de la poesía española?
-Hay poetas que me gustan y algunos tanto como los antiguos. Es un momento bueno pero es muy dificil tener una idea general. Pero yo, con lo que necesito de poesía contemporánea, estoy bien. Leo a poetas actuales y me gustan. No preguntes nombres pero hablaría de media docena que me gustan, que los sigo, y que me parecen estupendos. Mejores que los del 27, seguro.
-¿Perjudica que no haya un concepto de grupo o generación?
-Claro. Tengo la sensación, no de que vamos todos hacia un lado en una nave, sino que hay millones de naves y está todo tan atomizado que a veces esto parece un naufragio más que una travesía. A lo mejor la nave es el propio internet, pero se ve a cada cual solo en su casa, con su internet, tirando botellas al mar... Al mismo tiempo hay algo común. Juan Ramón sería hoy, sin lugar a dudas, un bloguero, porque es exactamente el invento de lo que él estuvo buscando durante su vida, que es escribir por la mañana, componerlo tal como le gustaba, con los mejores tipos y el mejor gusto, y difundirlo a la mañana siguiente.
-¿Para cuándo un libro de poemas?
-Pronto. Ya he terminado uno que se titula Segunda oscuridad. Estará a lo largo del año que viene.
-Parece volcado en las novelas. ¿Ha seguido escribiendo poesía?
-Siempre escribo. Mucha. Mis libros salen cada cinco o seis años, pero es mi principal actividad. Soy un poeta y a lo que más importancia concedo es a la poesía.
-¿Se ve la huella de Juan Ramón en sus nuevos poemas?
-La suya, en mi caso, está en todo. Es una huella y una deuda, de él y otros poetas. Las huellas son múltiples y de mucha gente.
-¿Y está en su labor tipográfica?
-Está pero mis libros se parecen poco a los suyos, aunque tienen el espíritu de ellos. Los maestros siempre tienen que ser un punto de partida, no un punto de llegada. Si son un punto de llegada es malo porque entonces es sólo una imitación.
-Como tipógrafo, ¿cómo ve sus nuevas ediciones?
-Todavía se le podría editar un poco mejor porque hay algunas que son poco juanramonianas, desgraciadamente, aunque estén hechas con la mejor voluntad. Deberíamos exigirnos más todavía a la hora de editarlo, y hacerlo con su espíritu.
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