"Era muy poderoso, tenía mando y era muy certero, un matador excepcional"




Con la autoridad de un aficionado que ha visto miles de festejos taurinos a lo largo de su vida, la mayoría de ellos desde el punto privilegiado del callejón de la Maestranza, Ramón Vila llega a la conclusión de que Paquirri fue "un torero muy grande, un torero muy poderoso. Fue varias veces primero del escalafón. En esa época estaba florenciente su toreo. Yo siempre tengo la imagen de ese Paquirri levantando las dos orejas en la plaza de toros de la Maestranza, en el centro del ruedo, después de haber hecho una de sus faenas".
-¿Qué cualidades fundamentales de su toreo destacaría?
-Paquirri era poderoso, tenía mando y era muy certero con la espada. Era un matador excepcional, mataba los toros muy bien. Le costó mucho trabajo. Y claro, al toro para matarlo bien hay que poderle. De lo contrario, te está esperando. Y era muy certero con la espada. Igual que las banderillas las ponía muy bien.
-¿Qué diferencia pudo marcar Paquirri con el resto de sus compañeros?
-Que hacía las faenas completas. La mayoría de las veces toreaba con el capote, ponía banderillas, lo toreaba con la muleta y lo mataba. Yo diría que fue el torero de la faena completa. Yo una vez le pregunté por qué lo hacía, porque es un gran esfuerzo. Y me respondió: "Ramón, eso es lo que yo quiero hacer, para enseñárselo a la gente". Y realmente pasó así a la historia, como un gran lidiador.
-En su filosofía de máxima entrega, solía decir que "para ser martillo, antes había que haber sido uno yunque".
-Paquirri estuvo muchísimos años toreando todo lo que le ponían por delante y no lo veía reflejado en su rentabilidad. En sus comienzos, más que yunque fue un hierro forjado... luchando por los pueblos... hasta que pudo situarse y respirar.
-Entre la gente del toro se comentaba que llegaba a extremos límite en sus entrenamientos.
-Hacía auténticas barbaridades. Yo le dije: "Paco, los toreros deben tener los músculos largos y finos; no como el futbolista, que lo tiene corto y potente. El futbolista tiene, en un momento determinado, que dar la mayor potencia que tenga. El torero, en cambio, tiene que quedarse quieto. Entrenaba hasta la extenuación. Tenía un cerro al lado de Cantora que lo subía y lo bajaba de espaldas. Y una vez, y otra vez y otra vez. Y se iba a Medina Sidonia corriendo un día y otro también. Y le decía que tenía que hacer los ejercicios, como ahora están ya haciendo muchos toreros con fisioterapeutas, en función de su profesión. Necesitaba esos ejercicios duros porque ponía banderillas, pero se pasaba. Algunas veces, en la plaza, se le contraían los músculos. ¿Tú no te acuerdas que en la plaza, al dejar el capote de paseo, hacía así... y así... para rebajar los músculos? Y antes de vestirse hacía unas sesiones de estiramiento porque se le agarrotaba el músculo.
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