Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Se acabó el recreo | Crítica
Se acabó el recreo. Dario Ferrari. Traducción de Carlos Gumpert. 400 páginas. 24,95 euros
Se acabó el recreo, de Dario Ferrari (Veraggio, 43 años), es una novela irreverente, existencialista y dúplice, pues se bifurca narrativamente entre generaciones y épocas que hacen de espejo y contraespejo. Hay dos historias entreveradas, una en torno al tóxico ámbito universitario y otra que aborda el terrorismo de las Brigadas Rojas en la Italia de los setenta. Fueron aquellos anni di piombo, cuando el asesinato del secretario general de la Democracia Cristiana Aldo Moro y el gran atentado de la estación de Bolonia marcaron el punto álgido y dramático en un país sumido en un centrifugado de autodestrucción. La estupenda serie Exterior noche de Marcho Bellocchio dio cuenta también de aquella hora infausta en la que Moro apareció doblado y muerto dentro del maletero de un coche abandonado en una calle de Roma.
Dario Ferrari concibe también su aclamada novela a través de dos personajes principales. Cincuenta años los separan. Ambos son hijos de la insatisfacción que suele embargar a la juventud (la cita de Italo Calvino no es baladí: “A veces uno se siente incompleto y es solamente joven”). El protagonista en tiempo presente se llama Marcello. Responde a un treintañero con dejos de adolescencia. Es vago, infructuoso y apunta a perdedor difuso. Por temor a heredar de por vida el bar de su padre decide echar una beca para un doctorado en la universidad. Sorprendentemente, se la conceden. El otro personaje es Tito Sella, un joven escritor-terrorista que murió en la cárcel y al que los años han olvidado. El tutor de tesis de Marcello, el profesor Sacrosanti (ojo al nombre), es quien pone en la pista a su pupilo acerca del infortunado y olvidado Tito Sella. Es, en realidad, un personaje ficticio, pero que le sirve a Ferrari para crear un cuadro de dudas existenciales entre el joven investigador y el otro joven objeto de investigación académica.
Se acabó el recreo se ha convertido en todo un fenómeno editorial en Italia. Las llamadas novelas de campus –y esta lo es– suelen desvelar las miserias y luchas de poder que emponzoñan las relaciones entre colegas en las universidades. El propio Ferrari se ha inspirado en los tres años en los que cursó su doctorado sobre filosofía francesa postestructuralista –se ve que ha salido indemne– en la Universidad de Pisa.
La voz narrativa de Marcello, honesta, confesional y a ratos abrumadora, es lo que más seduce al lector por cuanto pone al desnudo el desencanto en una sociedad, como la italiana, que sólo puede retratarse desde la sátira, el vitriolo y la compasión. La memoria histórica, pero a la italiana, muestra aquí también sus fallas. El terrorismo de los anni di piombo ha quedado archivado en el sentir colectivo entre la ocultación y el fingimiento, como si no hubiera ocurrido o fuera una incoherencia histórica impropia de Italia. Cada país oculta sus fantasmas con mayor o menor decoro.
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios