Historias del Fandango

El manguindoy y el fandango

  • ¿Procede de África el fandango, como parece indicar la desinencia ‘-ngo’ de esta palabra? El manguindoy era un baile de negros que se practicaba en el siglo XVIII

mafb Ermita de Nuestra Señora de España, patrona de Beas, en Sotiel Coronada. En esa explanada se cantó y bailó el fandango. (Enfrente está situado el santuario de la Virgen de Coronada, de Calañas)

mafb Ermita de Nuestra Señora de España, patrona de Beas, en Sotiel Coronada. En esa explanada se cantó y bailó el fandango. (Enfrente está situado el santuario de la Virgen de Coronada, de Calañas)

El manguindoy fue un baile de negros que tenía notable paralelismo con el fandango por su procedencia africana y su consideración social, que practicaron mucho -siempre a escondidas de la ley- los negros y los gitanos en ciudades como Sevilla y Cádiz  por mediados del siglo XVIII. Sobre estos cantos y bailes cayó la sanción religiosa imperante, que consideraba a ambas como danzas contra la moral por la voluptuosa carga de erotismo que esparcían.

La fiesta flamenca del Regente

A mediados del siglo XVIII, "El Bachiller Revoltoso" nos contó en su manuscrito "Libro de la gitanería de Triana" diversas peripecias vitales de estos grupos. Asistimos con su crónica a una fiesta preflamenca privada. Es 1746 y la protagonista, que aparece sin nombre, es "una joven gitana, picarona y desenvuelta", nieta del viejo patriarca de los gitanos trianeros Balthasar Montes, invitada para bailar el  manguindoy, un baile que las cuadrillas de gitanos han tomado de los negros y que lo practican ya profesionalmente en las cavas trianeras. Se lo piden, sobre todo, las señoras de la sociedad acomodada. Para los patrones morales de entonces, es un baile atrevido que fue muy reprimido por los censores. El viajero inglés  Henry Swimburne dijo de él que "es una danza tan lasciva e indecente que está prohibida bajo castigos severos. Lo mismo que el fandango, se dice que ha sido importada de La Habana". 

Libro de la gitanería de Triana, de El Bachiller Revoltoso. Libro de la gitanería de Triana, de El Bachiller Revoltoso.

Libro de la gitanería de Triana, de El Bachiller Revoltoso.

Y quien ha invitado a la joven gitana y su troupe (un cantaor, un guitarrista y el que tocaba el tamboril) es el Regente, un alto cargo del Estado en Sevilla, protegido real, estudiado en Salamanca y nacido en El Cerro de Andévalo. Con esas fiestas privadas, don Jacinto Márquez se saltaba leyes y normas, pero él tenía poder como para permitírselas sin más consecuencias; también fue juez, tenía el privilegio de vivir en el Alcázar y era rico, me cuenta el investigador cerreño José Rico, que conoce bien su biografía.

Página del original del Libro de la Gitanería de Triana. Página del original del Libro de la Gitanería de Triana.

Página del original del Libro de la Gitanería de Triana.

(Atención a esta fecha, 1746, porque estamos ante una de las primeras informaciones escritas que nos habla de una juerga preflamenca. La siguiente de la que hay constancia detallada es la que describe José Cadalso en sus Cartas marruecas, escritas entre 1768 y 1774). 

Las censuras al sexo

A propósito de la censura, hay que tener presentes los rígidos criterios morales de la Iglesia católica, que en aspectos sexuales ha sido siempre una institución muy represiva. Cualquier movimiento insinuante en el baile, cualquier gesticulación sugestiva eran objeto de reprobación.

En 1845, el periódico humorístico El Fandango describía la actuación de un grupo de flamencos en el Vaticano interpretando el fandango delante del papa y los cardenales, a quienes querían demostrar que no se trataba de un baile tan concupiscente y desvergonzado como para ser prohibido, que era la amenaza. ¡Hasta descubrir la pantorrilla llegaba la inmoralidad!

El Fandango, 15.01.1845 El Fandango, 15.01.1845

El Fandango, 15.01.1845

¿Quién llevó el fandango a Salamanca?

Volviendo al Regente de la Audiencia de Sevilla... Más de dos siglos después de aquella fiesta, buscando cómo pudo llegar el fandango a Salamanca, el presbítero charro Dámaso Ledesma se planteaba estas interrogantes en su Colección de cantos del Cancionero salmantino.

La Lectura, 01.1908 La Lectura, 01.1908

La Lectura, 01.1908

No tenemos la respuesta, pero ¿pudieron ser Jacinto Márquez y otros cerreños que estudiaron en Salamanca por aquella época algunos de los que llevaran el fandango hasta allí? Ahí queda la hipótesis abierta.

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