El maestro del flamenco Antonio Silva
Historias del fandango
Lo que nos dice lo poco que hay escrito sobre su figura histórica es que Antonio Silva El Portugués fue maestro de flamenco, enseñando el cante y como profesor de guitarra
Enseñó toda una colección de soleares, el polo, la serrana, las malagueñas, la caña… a flamencos como Manolo de Huelva, Antonio Rengel, Cobito, Fernando el Herrero, El Colorao… y por inducción a Centeno, El Carbonerillo… Fue, en realidad un transmisor de conocimientos flamencos, una pasarela desde la escuela de Silverio y La Parrala a la siguiente generación.
¿Qué le enseñó a Antonio Rengel?
Por ejemplo, la serrana, que es un cante campero, de espacios abiertos, de serranía y que requiere una voz poderosa para cantar letras que se refieren a pastores, bandoleros, contrabandistas y asuntos amorosos. Silverio y La Parrala fueron quienes mejor la interpretaron, y a finales de siglo destacó cantándola El Portugués, “dejándole más tarde el secreto de este cante a Antonio Rengel, que a la edad de doce o trece años [sobre 1915 ó 1916] recibió algunas lecciones suyas”. Rengel haría de la serrana uno de sus cantes más brillantes en una época en que estaba muy valorado. Francisco López Jara dio cuenta de un encuentro muy sustancioso entre ambos.
Tras una actuación de El Portugués en Huelva, Antonio Rengel acompañado de su padre y de otros artistas como Antonio Garrido y el guitarrista Rojitas se reunieron con él. Los aficionados Higinio Zapata y Luis García, conocido como Luis el del Son, prepararon aquel encuentro de cante y se juntaron en una venta de nombre La Parada. Con la enorme afición que tenía, el chiquillo era todo oídos escuchando al maestro, que cantó “en aquella jornada toda la gama de su repertorio, sobresaliendo en soleares, cañas y serranas”. Y al terminar, acompañaron a El Portugués a la estación a coger el tren para Sevilla. Pero el grupo hizo todavía otra parada en el bar La Mancha, donde uno de ellos invitó a la penúltima copa. Y allí, Luis el del Son le pidió:
–Maestro, como despedida cántenos usted por caña.
El cantaor accedió, Rojitas desenfundó la guitarra y El Portugués cantó por cañas como sabía hacerlo, un cante que el jovencísimo Rengel emuló después magistralmente. Hasta aquí el detalle. No se dice que El Portugués cantara fandangos en esta ocasión; pudo ser en otras. En todo caso, el de La Parrala estaba ya en el ambiente flamenco y el niño Rengel cantaba fandangos frecuentemente.
Su labor pedagógica
El Portugués fue también maestro de cante como se ha dicho antes, ayudando en esa labor a Ramón el Ollero, el referente de las soleares de Triana. Cuando éste falleció, en 1905, Antonio siguió durante años con su escuela, enseñando el cante a los alumnos que dejó el trianero.
Y fue también un creador, con un par de estilos de soleares de Triana que se le adjudican y que Cobito, también alumno suyo, cantaba como soleares personales de El Portugués, aprendidas de él y de La Parrala:
Me preguntas si te quiero
Y yo digo que ni verte.
Te quiero más que a mi mare
Con eso engaño a la gente.
…. …. …. ….
Candela del sielo
Del sielo caigan candelas
Le caiga a tu madre ensima
Por tené malina lengua.
(La grabación de esta soleá apolá la efectuó Manuel Celestino Cobos Cobito en 1974, cuando contaba 78 años. La claridad de su fraseo, la energía de su voz y la fidelidad con que la cantó suponen un testimonio de gran valor, porque reprodujo fielmente –como era su estilo, siempre riguroso– a la de su maestro El Portugués) [2].
Entre los grandes
Quizás si Fernando el de Triana lo hubiera biografiado en su libro Arte y artistas flamencos, tan indispensable para conocer a los flamencos del siglo XIX, como hizo con muchos otros, podríamos haber conocido más detalles de su personalidad artística. Pero se limitó a dejar unas breves referencias, aunque –eso sí– muy elogiosas y que nos permiten deducir lo alto que El Portugués estuvo en el escalafón flamenco de su tiempo. Relacionándolo con Silverio Franconetti, dice de él, por ejemplo, que “al gran maestro le seguían aquellos colosos del cante grande que se llamaron o apodaron Paco el Sevillano, José Lorente, Eduardo Porreta, Fernando el Mezcle, Carito, el Chato de Jerez, Ramoncillo el Ollero, Antonio el Portugués, Diego el Marrurro y aquellos tres gloriosos cantaores de imborrable recuerdo que se llamaron Enrique Ortega, Salvaorillo de Jerez y Juan Junquera”.
Homenaje y muerte
Cuando enfermó de gravedad, sus compañeros le tributaron un gran homenaje en el salón Variedades de Sevilla [3]. El festival estuvo destinado a recaudar fondos para mantener su vida con el tratamiento médico que necesitaba. Artistas como el Cojo de Málaga, Manuel Vallejo, el Niño Gloria y las hermanas Pompi, Fernando el Herrero, el Colorao de la Macarena, el guitarrista Currito de la Jeroma y el jovencísimo tocaor Niño Ricardo de doce años, cuyo nombre artístico era entonces Manolo el Carbonero, el baile de Frasquillo y varios más… En fin, un elenco de primer nivel a beneficio “del antiguo y celebrado cantaor de flamenco Antonio SilvaEl Portugués”, rezaba el cartel anunciador. Poco disfrutaría de la ayuda económica recaudada, pues falleció al año siguiente, en 1920 [4].
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