Gala évora - actriz y cantante

"He llegado a llorar en el espejo por no encontrarme a mí misma"

  • Atrás quedó su etapa como integrante de la formación 'Papá Levante' y su papel protagonista en 'Lola, la película'. Gala Évora renace, personal y profesionalmente, con 'Agua y luz', elementos tan esenciales para ella como la propia música.

El éxito estaba escrito en su destino y, con tan sólo veinticinco años, puede presumir de haber emprendido dos proyectos profesionales, su primer grupo y su primer rodaje cinematográfico, que han dejado huella. La misma que tiene intención de seguir manteniendo gracias a unas nuevas canciones interpretadas bajo un estilo que, además de sus raíces andaluces, incorpora diferentes géneros, desde el jazz a la bossa nova, fundidos a través de su seductora voz. Respecto a sus anhelos personales, es la propia Gala Évora quien nos desvela, a continuación, algunos de los que, en estos instantes, más le motivan.

-¿Podríamos decir que, después de sus anteriores etapas profesionales, es ésta la que mejor le define?

-He estado un poco camuflada. En Papá Levante éramos seis, nos escondíamos unas a otras porque el proyecto estaba pensado como un conjunto. Luego me enfrenté a una película que me obligó a meterme en la piel de otro personaje por lo que, sí, es ahora cuando ha llegado el momento de conocer cómo es Gala Évora y cómo es Gala, a secas. Tal vez por eso, al salir limpia, pura y desnuda, sorprenda más.

-No obstante, tengo entendido que, al principio, lo que le llamaba realmente era el baile…

-Sí. Siendo muy, muy pequeña tiraba más por ahí. Como era muy marimandona, ponía a mis amigas en fila y les preparaba coreografías. Después comenzó a bullir dentro lo que de veras me llamaba: la música. Recuerdo que me escondía con mis primos Carlitos e Isidro y hacía versiones de cosas de mi familia hasta que empezaron a escucharme y mi tío, Manolo Sanlúcar, me llamó para grabar coros con Carmen Linares.

-Pero hubo de esperar a la experiencia de Papá Levante…

-¡Fortísima! Aunque esté contenta, las echo mucho de menos. Me dieron madurez, tablas, soltura…

-Respecto al rodaje de Lola Flores, ¿ha precisado una desintoxicación del papel?

-Absolutamente. Te prometo, y creo que no lo he contado nunca, que he llegado a llorar en el espejo por no encontrarme a mí misma. Había veces en las que no me veía. La caracterización era muy fuerte y Lola, a pesar de no estar aquí, parecía arrastrarnos a todos. Conmigo por lo menos, pudo. Intenté llevarla a mi terreno, equilibrar entre un sesenta por ciento de ella y un cuarenta por ciento mío pero reconozco que perdí un poquito de mí.

-¿Y qué se quedó?

-Su humildad, cómo se daba a quien tenía al lado -incluso a sus enemigos-, lo luchadora que era y la seguridad que tenía en ella misma. Sé que en eso me está ayudando.

-Por encima de clichés ha conseguido crear una personalidad artística propia. ¿Hacia dónde desearía que le condujera?

-Me encantaría seguir en esto. Agua y luz, como dice el título del álbum, son dos elementos imprescindibles para vivir. Así es para mí el arte. Tengo los pies puestos aquí y quisiera no marcharme.

-Habla con tanta contundencia que hace olvidar su edad y, todavía, es casi una niña…

-Tienes toda la razón (risas). Soy perfeccionista, muy exigente y me gusta todo bien hecho pero, de repente, me acuerdo de mis padres y pienso: "Gala, tienes veinticinco años… ¡relájate!".

-¿Y le ha dado lugar a encontrar ya el amor? Digamos que su voz suena como la de una mujer enamorada…

-(Piensa) Sí. Enamorada de la vida, de los niños que pasan precariedades y a los que dedico el primer tema…

-¿Y de otros amores más cercanos? Usted ya me entiende, ¿no?

-¡De mi perro estoy enamorada con locura! (risas).

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