Se inspira Morante de la Puebla y se reencuentra Talavante

Los tres diestros salieron a hombros en la quinta de la Feria Corpus de Granada en una tarde llena de emociones y con faenas importantes

Morante de la Puebla, en un momento de la faena de ayer tarde.
Antonio Capilla / Granada

11 de junio 2009 - 05:00

Qué duda cabe que es el año de Morante, su toreo de inspiración y exquisito gusto no pasa inadvertido a nadie, pero es que además, en muchas fases hizo un toreo comprometido y de verdad. El torero de Puebla del Río se sintió y dejó en el aficionado incrementadas las ganas para el próximo sábado. También fue una agradable sensación ver como Alejandro Talavante se reencontraba con su mejor estilo, aquel que le dio fama de novillero, y con el que comenzó creando enorme ilusión tras su alternativa hace tres años. Nos quedamos un poco con ganas de más con Perera, pero tampoco los toros de Gavira ayudaron demasiado, pero al menos vimos ese valor frío que le ha encumbrado a primera figura del toreo.

No fue una tarde redonda pero hubo momentos en los que todos lucieron algo de la fama que atesoran, incluso, Morante y Talavante llegaron a emocionar en los segundos de sus lotes con dos faenas importantes. En el terreno ganadero, los astados blandearon y estaban a lo suyo, pero se dejaron con las honrosas excepciones de cuarto y sexto, que fueron buenos.

Ya en el toro que abrió plaza, Morante toreó muy de verdad a la verónica, signo inequívoco de que quería agradar. Comenzó con ayudados por bajo pero el toro no decía nada, ni estaba en la faena. Lo toca por ambos pitones, pero tiene que ir rectificando el terreno a cada paso, la blandura del toro impedía forzar más, y pese a que algún lance tuvo largura, la faena no trasmitió. Detalles sueltos como alguna trincherilla muy torera y una tanda natural ligada pero sin hondura, no impidieron que Morante se sintiera en la serie de cierre, y en los ayudados por alto para poner al toro en suerte. Falló con el acero.

Pero le esperaba el cuarto en toriles, un toro que pese a no ser picado por su blandura murió en bravo, y sirvió para que Morante hiciera ese toreo que tanto gusta al que disfruta con el arte y el buen toreo. El sevillano se sintió y gustó, no sólo estuvo entregado es que además tenía ganas y lo trasmitió. La media verónica con la que remató el recibo de capote y el quite de la verónica a cámara lenta, fueron torerísimos. El toro se fue sin picar, pero Morante de la Puebla tuvo un gesto de agradecer cuando ordenó a sus peones que le entregaran las banderillas. Lo hace poco, pero en esta ocasión fue muy de verdad, incluso, el segundo par por dentro y un quiebro en el cuarto en la misma cara, fueron excelentes.

Lo mejor de su faena estuvo al principio, donde dio largura, temple y torería a sus dos tandas por el pitón derecho, con dos remates de cartel, uno por bajo y con el de pecho en la segunda. Tres series al natural con pases largos y gusto exquisito hicieron que la inspiración de Morante se sintiera en el ruedo y trasmitiera al tendido. Remató con un toreo en redondo de muchos quilates una faena llena de enjundia.

Alejandro Talavante resurgió en Granada tras una etapa difícil, sobre todo, en el sexto pese a que lo pinchó y sólo cortó una oreja. Fue el astado más boyante y bravo de la tarde. Tras tocarlo con pases templados sin rematar la serie, dio paso a tres tandas al natural donde imperó el gusto, largura y buen hacer. Salió el mejor Talavante, toro y torero se habían venido arriba. Temple y torería en la siguiente serie, el torero estaba entregado por completo a la faena y el público encantado con él. Chicuelinas para rematar una labor muy completa, pero dudó al entrar a matar.

No tocó en el caballo al tercero. Un TORO muy blando que no decía nada. Sin apreturas por el pitón derecho y algún natural mirando al tendido, pero el animal no tenía gas. Talavante tuvo que hacer casi de cuidador y era imposible someter y ahondar la faena. La bernardina de remate tuvieron ajustes y calaron en el público.

Más justita fue la actuación de Miguel Ángel Perera. No había toro ni posibilidad de faena en el segundo, sólo un valor frío que impresiona. Aguantar los parones de un toro que se te queda debajo, no es fácil, y el suyo lo hizo varias veces, pero el extremeño impertérrito. Su mérito, la quietud ante la falta de emoción, fue cogido espectacularmente al entrar a matar.

Tras la actuación de Morante, Perera tenía difícil papeleta para emocionar en el quinto. Le pierde pasos al natural pero el toro era distraído y no trasmitía. Ninguno se sentía a gusto. Le tocó los engaños en numerosas ocasiones y lo desarmó otras tantas, por lo que pese a dar largura a sus pases , la faena no llegaba a remontar. Se echó encima pero su labor se estaba ya haciendo larga y no cuajaba. Se agradeció su esfuerzo.

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