donde habita el arte

El escaparate de la creación actual

  • La Ecléctica. Todo lo pensado e impensable tiene su sitio en un espacio diferente que está removiendo el panorama artístico local en poco más de tres meses desde un centro comercial

Nada es convencional en La Ecléctica. Su propio nombre anticipa ya que éste es un espacio abierto a todo tipo de propuestas. Las que llegan y las que se ofrecen. Aquello bien podría ser un nodo logístico de mercancías; en este caso, de obras de arte. Todas originales, con firmas reconocidas y reconocibles, y con mucho valor. El precio es otra cosa, aunque eso, ni las desvirtúa ni las mercantiliza, por mucho que a cada una de ellas le acompañe una etiqueta. Es un mercado, una galería, una tienda, un museo, un punto de encuentro. Es el lugar que descubre a una nueva Huelva, plena de creatividad y libre; llena de frescura. Es ese lugar que está revolucionando el arte en esta provincia.

La singularidad se ha convertido en marca propia. Y a todos los niveles. Pocos pasan sin extrañarse ante algo de este tipo en el interior de un centro comercial, en una primera planta, al lado de una escalera mecánica y frente a un conocido restaurante de comida rápida. ¿Pero quién asegura que no puede ser así? ¿Quién marca las reglas?

Empezó siendo un proyecto temporal, con fecha de inicio el 3 de noviembre pasado y caducidad programada para el Día de Reyes. Pero he aquí que esa iniciativa de María JL Hierro, en respuesta al encargo de "montar algo bonito" para llenar de contenido un enorme local del Centro Comercial Aqualon, tuvo éxito y ha prolongado su vida más allá de las navidades. Ahora está en manos de Javier López, corresponsable de esa rara avis editorial que es El Libro Feroz, tras tomar hace unas semanas el mando por el nuevo reto profesional que ha emprendido María. Nada ha cambiado: la filosofía sigue siendo la misma, con ánimo de ir a más en actividad, promoción y oferta cultural.

Nació como espacio de arte multidisciplinar, que abrió sus puertas con un muestrario de apenas veinte artistas y en estos momentos casi ya ha triplicado esa cifra. Prácticamente hay lista de espera, porque es raro el día que no reciben un mínimo de dos llamadas de artistas interesados en mostrar y vender su obra en La Ecléctica.

Dicen en los mentideros artísticos de Huelva (que los tiene), que la apertura de este espacio es uno de los hitos culturales recientes que ha alcanzado esta provincia. Lo confirman esas cifras de creadores vinculados con sus obras, pero también la variedad representada con todos ellos. Porque, afirma orgulloso Javier, igual tienen piezas de jóvenes sin la mayoría de edad, que de veteranos octogenarios; artistas autodidactas de talento deslumbrante y licenciados en Bellas Artes o titulados en la Escuela León Ortega; desde impresiones de pequeño formato hasta grandes esculturas y cuadros de firmas cotizadas; obras asequibles, por apenas diez euros, de iniciados, y otras que superan los 1.500 euros, de nombres con reputación internacional.

No todos son onubenses, aunque sí son una mayoría aplastante, no excluyente. Porque el espacio es tan abierto como diáfano el local. Nada se esconde y todo se muestra, presente siempre el deseo de dar a conocer lo nuevo y lo cercano desconocido, de regar el florido campo creativo actual y abonarlo con aportaciones interesantes llegadas de fuera. Todo, siempre también, al alcance de cualquiera que quiera disfrutarlo cada día en casa. Porque más vale comprar un original firmado y único por lo que sale un viaje a Castilleja de la Cuesta, que una copia impersonal, despojada de la magia en una cadena de producción.

Por el momento, la viabilidad parece también un hecho. Con las facilidades, claro, que sólo puede dar un centro comercial que ha sabido apostar para diferenciarse. Porque ya hay quienes llegan a la ciudad para visitar La Ecléctica y acaban conociendo todo el tinglao que encuentran a su paso. Es un pretexto más para salir de casa un domingo, y es más que un escaparate al que asomarse mientras los niños devoran hamburguesas a un golpe de vista o palomitas en la tregua del cine. El escaparate está dentro y se puede pasear con la anárquica libertad que dan muchos metros cuadrados de sorpresas constantes en ausencia de muebles y guías establecidas: un paraíso sin agujas de reloj, con estímulos para todos los sentidos.

Hay visitas de escolares que descubren otro mundo en el arte, y adultos que aprenden una mirada nueva en los encuentros periódicos organizados con autores y en talleres de iniciación. Una sola pared al fondo revela durante varias semanas una firma para disfrutar; y otra un poco más allá, que el libro es un arte al margen de su contenido. Casi todo lo existente puede estar en La Ecléctica. Y casi todo lo imaginado. Muchos les siguen diciendo que parecía impensable un espacio como éste en una ciudad como ésta. Javier está empeñado en que lo impensable siga teniendo sitio en La Ecléctica.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios