El Cojo de Málaga, siempre entre los grandes

Historias del fandango

Especialista en los cantes mineros y de Levante, el Cojo de Málaga fue el que más fandangos grabó en los primeros años veinte, en una discografía bastante desconocida

Los fandangos de El Cojo de Málaga

Foto del Cojo de Málaga, ya mayor.
Foto del Cojo de Málaga, ya mayor.
Miguel Á. Fernández Borrero

25 de abril 2025 - 05:15

Huelva/QUE el paso del tiempo y la afición no le haya hecho la debida justicia no significa que El Cojo de Málaga fuera un cantaor más de su tiempo. La realidad es que estuvo siempre entre los más importantes de los que actuaban en los espectáculos de ópera flamenca, que son los que definen el período de mediados de los años veinte hasta mediados de los cincuenta del siglo pasado.

Fue un especialista de los cantes mineros y de Levante, pero cantó también seguiriyas y soleares, bulerías, saetas, tangos, fandangos… que figuran en una extensa discografía que se extendió entre 1921 y 1931. Reconocido como “el emperador de la taranta”, fue sin embargo el fandango el que más grabó, hasta en dieciocho discos. En todo caso, parte de esa discografía no fue bien conocida, porque es uno de los artistas que cayó pronto en el olvido. Amplio es su catálogo de fandangos en general, pues cantó profusamente los malagueños (verdiales, malagueñas, cantes de Juan Breva, de Frasquito Yerbabuena; granaínas), además de los de Alosno y Huelva. Fue también un destacado saetero [1].

1. Disco de saetas del Cojo de Málaga.
1. Disco de saetas del Cojo de Málaga.

Fernando el de Triana (distintas fuentes indican que no se llevaron bien) le dedicó apenas unas líneas en su libro “Arte y artistas flamencos”, publicado en 1935, para reconocerle como “excelente cantaor de tarantas mientras no se salió de los cantes mineros. Después se dedicó a renovar sus recreaciones, no teniendo suerte, pues arregló lo nuevo y original con cantes ya conocidos y poco apropósito para su voz… Si no hubiera abandonado sus cantes primitivos (a pesar de ser puramente mangurrinos), como les imprimía una expresión sencilla, pero sentimental y a la vez dulce por su bien timbrada voz, no se hubiera disipado tan pronto su popularidad…”. [Mangurrino = desaliñado, de mal aspecto].

Homenaje a Antonio Silva El Portugués

En 1919 actuó en el Café de Chinitas y en el Café España de su Málaga natal con cantaores de la tierra como Diego el Perote y Adolfo el Cuchillero. Y este mismo año, encabezando el cartel, participó en un festival para recaudar fondos para el cantaor Antonio Silva el Portugués, el discípulo de Silverio y de La Parrala, que estaba muy enfermo.

Como en otras ocasiones, el Cojo fue una persona generosa, siempre dispuesto a participar en beneficios para artistas que necesitaban ayuda económica. El Portugués fallecería unos meses después de recibir dicho homenaje [2].

2. Cartel del homenaje a Antonio Silva el Portugués en el Salón Variedades de Sevilla, 5 junio 1919.
2. Cartel del homenaje a Antonio Silva el Portugués en el Salón Variedades de Sevilla, 5 junio 1919.

En 1920 lo encontramos inaugurando el salón Imperial de Córdoba; en 1921, en el Ideal Concert de Sevilla con treinta y cinco artistas de varietés; y en Jerez, en un espectáculo de Vedrines llamado de ‘ópera flamenca’, todavía de pequeño formato, pues era “una troupe compuesta por dos señoritas y dos caballeros” más Joaquín como artista flamenco. En 1923 volvió a Málaga para cantar de nuevo en el Café de Chinitas con la Niña de los Peines, Vallejo, Fernando el de Triana y Diego el Perote…

Madrid, Madrid…

Madrid fue para nuestro artista lo mismo que para la mayoría de los flamencos de la época: la ciudad de las oportunidades de trabajo y de ganar dinero. Una de sus primeras actividades fue participar en la inauguración del Café del Gato junto con su paisano El Pena padre. Corría 1906 y allí conoció a otro gran tarantero, como era Manuel Escacena. Y allí entabló amistad con los guitarristas Ramón Montoya y con Miguel Borrull padre, que le acompañaría en veintiséis cantes de su discografía.

En 1925 participó en el gran acontecimiento flamenco que fue el concurso de la Copa Pavón, compitiendo con Marchena, Escacena, Vallejo, Niño de Madrid, Macareno y Angelillo (El Mochuelo cantó fuera de concurso). La copa la ganó Manuel Vallejo (este tema ya lo traté en el artículo publicado el 21 de febrero pasado). Y a partir de este año, actuó en los grandes espectáculos de ópera flamenca en plazas de toros y grandes teatros de toda España: Valencia, Granada, Córdoba, Sevilla, Cádiz, Barcelona, Castellón, Melilla, Zaragoza… y así hasta 1936, aunque todavía tuvo unas últimas actuaciones en 1937, a beneficio de los heridos de guerra, y en 1939 a beneficio de la bailaora La Tanguera.

En 1926 actuó en el histórico Circo Price, aquel gran espacio creado por un irlandés en 1868, donde se celebraban sesiones de circo, conciertos musicales y actuaciones flamencas, que tuvo su época de esplendor entre la primera y la segunda guerra mundial. En el Price se medía El Cojo contra un jovencísimo Angelillo, as del cante para los madrileños, con el que hemos visto que compitió por la primera Copa Pavón, y unos meses después de que le otorgaran la Llave de Oro del Cante flamenco a Manuel Vallejo.

Angelillo y él, presentados como rivales flamencos, algo que no encajaba porque Joaquín era un cantaor veterano y amplio conocedor de los cantes, mientras que Angelillo era todavía un aprendiz de dieciocho años que había reconocido públicamente, cuando la Copa Pavón que ganó Centeno, que aún no sabía cantar bien el difícil arte del flamenco [3].

3. ABC de Madrid, 19 diciembre 1926.
3. ABC de Madrid, 19 diciembre 1926.

También actuó en Madrid en el salón Olimpia, y en el Kursaal Imperial durante dos meses seguidos con el mismo elenco que actuaba en el de Sevilla.

En 1927 participó en un espectáculo titulado “Una boda entre gitanos”, que se presentaba al público como un retrato de autenticidad “de la vida y costumbres de esta extraña raza”, decía la prensa [4].

4. ABC de Madrid, 4 octubre 1927.
4. ABC de Madrid, 4 octubre 1927.

(Continuará).

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