Los fandangos de El Cojo de Málaga
Historias del fandango
El Cojo de Málaga vivió una transición histórica del flamenco y fue de los primeros cantaores que grabaron fandangos de Alosno y de Huelva en los años veinte del siglo pasado

Huelva/Joaquín José Vargas Soto, El Cojo de Málaga (1880-1940), cantaor gitano malagueño, vivió en una encrucijada histórica del cante, a caballo entre la etapa de los cafés cantantes que terminaba y la del desarrollo del fandango y el modelo de espectáculo de la ópera flamenca, que arrancó en los años veinte.
Cantaor asociado principalmente a los estilos mineros, conocido en sus comienzos como El Cojo de las Marianas por lo que le gustaba cantarlas, su nombre cambió en la prensa gaditana tras una actuación en 1912, nombrándose a partir de entonces como Cojo de Málaga.
Su aportación al fandango fue muy notable en el primer tercio del siglo pasado; fue el que más placas de pizarra grabó al comienzo de la década, cuando el fandango comenzaba a consolidar su mudanza desde lo folclórico a lo decididamente flamenco. Los años veinte fue la mejor época de su carrera, enrolándose en las grandes compañías de ópera flamenca del empresario Vedrines, que siempre le contrató para efectuar giras por diversas capitales con lo más granado del escalafón flamenco del momento.
Cojo desde niño
Afectado cuando niño por una poliomielitis que le provocó una cojera irreversible, destacó cantando desde muy joven, influenciado por don Antonio Chacón, que era la gran estrella del flamenco. Se inició cantando en fiestas y en las tabernas de su Málaga natal, y siendo todavía un adolescente vivió en Linares, donde aprendió y se hizo un especialista en el cante por tarantas y en los estilos de Levante. Después, se trasladó a vivir a La Línea de la Concepción, donde le surgió una enfermedad que le tuvo inactivo durante un tiempo y sus compañeros le organizaron un homenaje para ayudarle económicamente. Allí se casó con una joven que murió pronto y montó una pequeña compañía que tuvo poco éxito.
Su idilio con el fandango
Por lo que se refiere al fandango huelvano, entre 1921 y 1925 grabó nueve discos: cinco nombrados como Fandangos de Alosno y otros cuatro como Fandangos de Huelva, aportando melodías nuevas y recreando otras populares que contribuyeron a la base discográfica del nuevo y poderoso movimiento fandanguero con patrón musical en los de Huelva. Fueron creaciones propias, de Rafael Pareja o de aires huelvanos que se hicieron populares, aunque poco secundadas por la nueva corriente de cantaores (la generación del relevo: Niño de Marchena, Cepero, Vallejo, Rengel, Rebollo, Niño Isidro…), la que aportó en poco tiempo otras nuevas.
Las de sus discos de esta etapa hablaban del Alosno, de sus fincas, del ambiente campero, de jacas castañas, de caza, de personajes populares andevaleños… Pero aquellos no eran fandangos de Alosno ni de Huelva como hoy los entendemos; de hecho, la mayor parte de ellos no fueron replicados por otros cantaores. Y en cuanto a las guitarras, tanto Ramón Montoya como Miguel Borrull lo acompañaron con toque todavía abandolao, que por aquel tiempo convivía ya con el toque por Huelva de guitarristas como Manolo de Huelva o Niño Ricardo.
¿De quién aprendió los cantes huelvanos?
El fandango fue el cante que más grabó. Llama la atención que un artista malagueño que mantenía en su cante los dejes abandolaos de su tierra, dedicara tantos discos a los fandangos del Alosno y de Huelva, en cuyo compás y aire están cantados. Anotemos, por la influencia que tuvo en él como fandanguero, lo que aprendió de su estancia en Sevilla, donde frecuentó el Novedades durante unos cinco años , actuando con primeras figuras como Chacón y Manuel Torre, y también con fandangueros del momento como Vallejo, Cepero, Niño Gloria, Rebollo, Marchena…
Desde 1912, fueron muy frecuentes sus actuaciones en locales sevillanos; allí conoció a la bailaora Carmen Núñez, de San Fernando, con la que se casó en 1923 y tuvieron cinco hijos, de los que le vivieron dos.
¿De quién aprendió los fandangos del Alosno, con sus letras y su aire? Pues de los alosneros que conoció en Sevilla en aquella época, con los que compartiría más de una fiesta en la ciudad o en los predios andevaleños: de Juan María Blanco y de otros aficionados alosneros que trabajaban en los Consumos o en la empresa comercial Casa Lazo, que tenía su sede central en la capital hispalense, o en la Banca Borrero. Había muchos alosneros viviendo en Sevilla por entonces. Y también de Manuel Centeno, que mantenía amistad y compartía fiestas y cante con su amigos Juan María y Manuel Blanco Orta, tanto en Sevilla como en las fincas de éstos en el Andévalo; del mencionado Rafael Pareja, que tanto cortejó los cantes huelvanos, del Niño Isidro... [2].
El fandango ¿de El Cojo y Pérez de Guzmán?
…Y del aristócrata e influyente aficionado José Pérez de Guzmán, con el que se dice que compartió la autoría de un formidable fandango que se ha mantenido en el tiempo como modelo extraordinario. ¿Creó este fandango El Cojo, lo creó Pérez de Guzmán? Ésta es una incógnita no resuelta, por más que haya transcurrido un siglo largo desde entonces. Hasta una decena de argumentos proponen que es una creación propia del aristócrata pacense, mientras que otras tantas atribuyen su autoría al malagueño. No es este el momento de entrar en el debate, pero anotemos que El Cojo fue el cantaor que más veces grabó dicho fandango –en nueve ocasiones con cuatro discográficas distintas– y más letras cantó –diecisiete– entre 1921 y 1925.
(Continuará).
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