Las claras huellas 'juanramonianas' en los poemas más conocidos del 27
Las evidencias desarman el fuerte ataque de Bergamín y crean la complicidad del público





Ni Juan Ramón Jiménez era huraño y ególatra ni José Bergamín y Jorge Guillén tenían razón al rechazar la influencia del moguereño sobre los poetas del 27. Las evidencias puestas encima de la mesa por el doctor José Antonio Expósito despejaron las dudas y ofrecieron luz a una relación que rayó la copia, para sorpresa de los asistentes a la conferencia.
"No se puede decir que copiaran a Juan Ramón, pero sí hay una huella clarísima que sale de manera inconsciente", aseguró Expósito. Por eso descarta que se tratase de "vanidad" cuando criticaba esa influencia, porque lo que ocurriría era que "no sólo no se la reconocían sino que se la negaban, y de una manera muy dura".
Los libros de autores del 27 propiedad del moguereño están con frecuencia marcados de su puño y letra: "mío", "copiado". "A medida que iban publicando libros, decía que le estaban arrebatando cosas suyas. Y lo decía con razón".
"Juan Ramón anticipó muchas de las metáforas de Lorca y su lenguaje. Decía que Guillén le copió el tema, el tono, el acento", dijo Expósito, quien hizo notar algunos versos sonoros, casi calcados, con Lorca y Alberti, pero también con Jorge Guillén y Pedro Salinas, dos de sus principales detractores, que siempre negaban su influjo.
José Bergamín también rompió sus relaciones con su maestro en 1928 y a partir de entonces fueron continuos sus ataques. "Aprovechaba cualquier artículo para atacarle, y era normal que tratara de defenderse. Aceptaba las críticas cuando eran ciertas pero no toleraba la mentira y la insidia", aseguró.
Por otro lado, "Alberti siempre reconoció su influencia y hasta Miguel Hernández dijo que leyó 30 veces Segunda antolojía poética, seguramente el libro más influyente del siglo XX".
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