Cultura

Zalamea celebra el día de San Blas en la ermita del siglo XV

  • Los zalameños realizan el rito de ungirse la garganta con aceite tras la celebración de la misa en el interior del templo

Zalamea celebró ayer el día de San Blas, una romería de invierno en la que los zalameños se desplazan a la ermita del santo, ubicada a unos dos kilómetros del casco urbano, junto al antiguo camino que comunicaba la villa con la aldea de Las Delgadas.

Debido a la climatología, el número de personas que acudieron al Llano de San Blas fue menor que otros años. No obstante, se cumplió por parte de los presentes con el rito de ungirse la garganta con el aceite tras la misa.

La ermita estuvo dedicada en sus inicios a Santa María de Ureña. En el siglo XIX, la ermita es mencionada con el título de San Blas y se le adscribe una huerta y dos tierras numeradas que costean una función religiosa en su día y una lámpara de aceite que arde en el altar todo el año.

Al mediodía, los alrededores de la ermita comenzaron a llenarse de grupos de amigos o familias para pasar una jornada campestre cuya parte litúrgica la compone la celebración de la misa en el interior del templo, que incluye la bendición del aceite que posteriormente los fieles se ungieron en la garganta.

Esta ermita data de finales del siglo XV, siendo la segunda más antigua erigida en Zalamea la Real, después de la ermita de San Vicente. En sus inicios estuvo dedicada a Santa María de Ureña, tal como se recoge en las ordenanzas municipales de Zalamea la Real, del año 1534. Posiblemente la advocación a la santa perduró hasta principios del siglo XVIII.

A mediados del siglo XIX, los documentos que citan a dicho edificio ya lo hacen con el nombre de Ermita de San Blas, omitiéndose ya el de Santa María de Ureña. Actualmente sigue dando culto en su interior a este santo. Debió ser un edificio de tipo mudéjar muy reestructurado en el siglo XVIII. En su construcción fueron aprovechados sillares de piedra de época romana, que aún hoy en día se pueden ver.

Las antiguas imágenes de San Blas y Santa María de Ureña sufrieron grandes desperfectos durante la Guerra civil. En la década de los noventa fueran totalmente restauradas y en la actualidad se veneran en la Parroquia de la Asunción.

San Blas fue un obispo de origen armenio, concretamente de la zona de Sebaste, Hizo vida eremítica en una cueva del Monte Argeus. Era conocido por su don de curación milagrosa. Salvó la vida de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado. Este es el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta.

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