Cultura

"Sirope' es almíbar y jarabe porque endulza y cura"

  • Alejandro Sanz presentó ayer en Madrid su nuevo disco El tramo andaluz de la gira recalará en Sevilla el 26 de septiembre

El auditorio del Museo Reina Sofía de Madrid rima con Sirope. La "fresa ácida" a la que llama la estética del último disco de Alejandro Sanz, el décimo de estudio de su carrera, parece contagiar todo el espacio del centro cultural de la capital donde ayer se presentó el álbum, editado por Universal Music. "Mira que son ya son 25 años de escenarios, pero me sigo poniendo nervioso ante ustedes", dijo a los periodistas el músico, que adelantó la receta de este nuevo trabajo cuya puesta de largo en directo arrancará con tres fechas en Andalucía: "Sirope es almíbar y jarabe porque endulza y cura".

Con más de 23 millones de copias vendidas de sus discos y 20 Grammys bajo el brazo, Sanz no ocultaba su "ilusión" por "presentar esta nueva criatura" que ve la luz "tras un año y medio de trabajo" compartimentado en sesiones de "14 a 16 horas de estudio" y fruto "del mayor esfuerzo posible para crear el mejor disco posible". Un disco cuyo título también llama al "grito de guerra de James Brown", sostuvo el músico, que cocinó a fuego lento este Sirope con "amigos y grandes músicos", contó el artista tras la proyección de un vídeo con los momentos más dulces de la grabación.

Producido por Sebastian Krys y el propio Sanz, Sirope nació "con idea de banda". "En Miami tenemos un lugar, una nave industrial -explicó-, donde nos juntamos a tocar los amigos como Lenny Kravitz o los chicos de Maná, simplemente a hacer sessions y a improvisar; y con este disco yo quería reproducir un poco ese sonido pero más sofisticado, claro, sin dejar nada al azar, porque cada nota, cada suspiro, tiene su sentido".

Para lograr este objetivo, el músico estuvo trabajando "ocho meses", exclusivamente, "en el diseño de sonido de las baterías y de la línea de bajos y guitarras", que fue "lo primero que se hizo". El resultado, una pizca de funk en una base pop, maridada con r&b y aroma flamenco. "Por eso este Sirope le sabrá a cada persona de forma diferente. Lo importante es que cada uno busque y se quede con el quiera porque un disco es también propiedad de quien lo escucha", dijo el madrileño, que escribió "unas 40 canciones" para este proyecto de las que se seleccionaron 18 de las que salieron "los 13 temas definitivos". "Ha sido una especie de selección natural. Se han quedado las canciones más fuertes, las mejores, y fueron 13, como véis no soy superticioso", bromeó "el artista de las emociones", como lo define su multinacional.

Canciones a las que puso voz "en la soledad del estudio". "Me gusta grabar las voces a solas, así evito pensar que hay alguien escuchándome porque quien te escucha te juzga de forma inconsciente y eso, a veces, te coarta a la hora de crear o de querer arriesgar", afirmó. Entre esas creaciones cantadas a solas, se detuvo algo más en Capitán tapón y Suena la pelota. La primera es una "emocionante" composición dedicada a su hijo Dylan; la segunda cuenta con la colaboración de Juan Luis Guerra. "Todos mis hijos tienen su canción, bueno, menos Alma, que aún no tiene una personalidad muy hecha, cuando haga algo más que dormir y comer tendrá una", reía Sanz, que en Capitán tapón -"a Dylan le encantará cuando tenga 30 años, pero con 14 la va a odiar, seguro"- quiso incluir la voz del propio homenajeado.

Y de un encuentro a otro: Suena la pelota ha sido la consecuencia de "mucho tiempo persiguiéndonos", refería el artista sobre los cortejos de ida y vuelta entre él y el dominicano. "Para mí, Juan Luis Guerra es uno de los músicos más respetados de Latinoamérica y, como dice esta canción, es un hombre que se toma en serio la felicidad, un hombre muy espiritual. Para mí ha sido un orgullo y un honor que haya colaborado conmigo en esta canción donde yo lo he querido sacar de su zona de confort para cantar otra cosa distinta", reconoció.

Al músico tampoco le faltaron palabras de elogio y agradecimientos para el trompetista Arturo Sandoval, "un auténtico genio" que ha colaborado en varios de los temas, y para el resto de músicos que han participado en el disco. "Aunque sus nombres sean desconocidos para el público mayoritario, son profesionales con una gran enjundia", dijo sobre Brendan Buckley, Pete Thomas, Davey Faragher, Lulo Pérez y la sección de metales de Filadelfia.

En la gira de Sirope, que arrancará en Córdoba el próximo 30 de julio y tendrá una parada en Sevilla el 26 de septiembre (otras citas andaluzas serán las de Algeciras, el 1 de agosto; Roquetas de Mar, 4 de ese mismo mes; Marbella, día 20; Málaga, 22 de septiembre; y Granada, el 24), Alejandro Sanz incluirá en su sección de vientos y teclados a cuatro alumnos del Berklee College of Music, la institución que en 2013 nombró al artista Doctor Honoris Causa.

Y es que Sanz no se cansa de reivindicar "la importancia de la educación musical", la que intenta inculcar a su hijos "pero sin obligarlos". "A mi hija, que tiene ahora 14 años, una edad muy difícil, le gusta la música, ella estudió piano. Pero cuando era más pequeña comenzó con el violín y un día llegó a casa llorando porque no le gustaba el instrumento. Pues nada, lo dejó y sin problemas, hay que coger lo que a uno le haga feliz", confesó el artista, al que no le pesan los años de carrera, dijo, porque sigue manteniendo vivo ese idilio suyo con las musas.

"Yo amo la música, es mi forma de entender la vida, es la que me hace levantarme, para mí es la más bella de las bellas artes", declaró Alejandro Sanz, que, una vez más, se declaró "totalmente en contra" del IVA cultural del 21% pues significa "condenar a la cultura a mínimos históricos" y porque "quien hace de menos a la cultura de un país es que no entiende lo que es un país, pues la cultura es su identidad". "España se conoce más por Picasso que por Rajoy", aseguró, antes de pedir a los gobiernos que "apoyen a la cultura al igual que fomentan el deporte", porque la cultura "es el deporte del cerebro y del corazón".

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