Cultura

"Pertenezco a la estirpe de los autores que lo que hacen es contar la vida"

  • Luis Mateo Díez narra en 'Pájaro sin vuelo' un día en la existencia de un hombre

Escribe Luis Mateo Díez que "hay pájaros que llevan el perdigón en el alma y los hay que no son capaces de levantar el vuelo, que no pueden volar y deben conformarse con arrastrar las alas con la resignación de quien no asume otras responsabilidades". Ismael Cieza, el protagonista de la nueva novela del autor leonés, Pájaro sin vuelo (Alfaguara), es un hombre sin voluntad, un trabajador de una compañía de seguros que, separado de su mujer y ya sin grandes aspiraciones, verá como la vida aún le depara sorpresas. Un héroe del fracaso, como lo define su creador, al que el académico y dos veces Premio Nacional de Literatura y Premio de la Crítica sigue en su narración durante una única jornada, un día en el que aguardan experiencias decisivas aunque el vuelo, o la salida a una tediosa subsistencia, fueran ya expectativas descartadas.

-El protagonista se define como "un pistolero que jamás dispara en primer lugar y que casi siempre anda desarmado". Se refiere a su actitud en el amor, pero se puede aplicar a casi todos los aspectos de su vida.

-Es un tipo de personaje que a mí siempre me ha interesado mucho; está muy alineado con ese panorama de lo que yo llamo los héroes del fracaso. Personajes que tienen carencias sustanciales, en este caso una voluntad echada a perder, con cierta propensión a la incapacidad para resolver cosas de la vida, y que, sin embargo, tienen una conciencia honda de su existencia. Pienso que representan mucha cantidad de elementos que tenemos todos. Ismael es alguien irresoluto y lleno de precariedades, que al mismo tiempo se supedita mucho a lo que le requieren los demás. Y así va navegando en la vida como buenamente puede.

-Aunque la acción transcurre en un sólo día, suceden muchas cosas, y algunas de verdadera relevancia. El libro parece decir que la vida siempre se impone.

-Pues sí, la vida es un discurrir que se lleva por delante todo lo que pilla. Con el arquetipo de que un día es como una vida, hago que ocurran muchas cosas en un solo día y que algunas sean cruciales para la existencia de Ismael. Lo que pasa es que en la novela contemporánea, además de narrar la vida, conviene contar el sentido de la misma.

-En las relaciones con los personajes que le rodean, es donde se ve mejor la incapacidad de Ismael para desenvolverse.

-Todos ellos son un poco el reflejo de la precariedad de Ismael, son como su espejo. Él anda por la vida entre otros seres humanos que reflejan muy bien sus carencias, que son los que le hacen sus requerimientos, y con los que él siente su compañía, pero a su vez su enorme soledad. Él siente profundamente el haberlos tenido y haberlos perdido, le ocurre con su mujer y con su hija. Por un lado siente su cariño, pero también el hueco que deja que se le hayan ido, que le tengan en la distancia.

-Ismael habla del "secreto del sumario", esa reserva que cualquier persona "se debe por respeto a sí misma". Una postura que parece casi radical, en los tiempos tan exhibicionistas que vivimos.

-Pienso que todos estamos hechos de muchas cosas. Somos complejos y todos somos dueños del secreto. A veces son pequeños, a veces son grandes. Yo diría que no merece la pena desvelarlos: están ahí y sostienen una parte de nuestra identidad, a lo mejor una parte un poco oscura, pero conviene velar por los secretos. De pronto, lo que pasa en la vida de Ismael es que muchos secretos afloran y le crean enormes problemas. En ese día tan decisivo, Ismael es sobre todo un ser humano desconcertado.

-Imagino que después de un libro tan personal y doloroso como Azul serenidad o la muerte de los seres queridos necesitaba algo de humor. Y aquí entran las descripciones de los problemas intestinales del protagonista.

-Creo que he usado siempre el humor, aunque tuve unos inicios donde era más explícito, en libros como La fuente de la edad. Desde hace tiempo algunos lectores me pedían volver a esa postura en la que uno analiza las cosas desde el humor. Y el humor es fantástico, es una fuente de lucidez. Después de unas novelas más oscuras, Pájaro sin vuelo supone un regreso a unos registros en los que voy a seguir trabajando, en los que me siento muy cómodo. El humor no le quita densidad ni pensamiento ni hondura a la fábula que estás escribiendo.

-En sus libros siempre hay una invitación a otras realidades, bien sea en forma de ensoñaciones o de diálogo con los muertos.

-Como novelista, siempre digo que pertenezco a la estirpe de los escritores de los que cuentan la vida. Me considero un contador de vida, de personajes y de tramas, y ciertamente por ese conducto hay un camino realista en la manera de plantear las novelas. Pero siempre hay un conducto de irrealidad, una presencia fuerte de lo onírico. A mí me encantan las novelas de misterio, aunque no he sido capaz de escribirlas. Pero mis novelas son misteriosas. Hacer que en los personajes se mezclen los recuerdos con los sueños; que ellos tengan, como le pasa a Ismael, la capacidad de percepción de cosas inadvertidas y temerosas, y que estarían en el lado oscuro de lo que somos, ofrece matices al relato. Me gusta que digan que cuento historias misteriosas: a mis personajes se les puede conocer profundamente, tienen un mundo interior rico, pero siempre toca uno ciertas cosas un poco inasibles, hay algunos secretos que no se desvelarán nunca.

-Ahí, en esas zonas de sombra, es donde surge la mejor literatura...

-Pienso que la gran literatura, la que a uno le gustaría hacer, es la que siempre concierne a las cosas reales y a las irreales. En la literatura contemporánea más poderosa, la gran tradición del siglo XX, la que deriva del expresionismo y de asuntos relacionados con el surrealismo, siempre hay un punto de misterio, y al final es lo que más tiene que ver con lo que somos. Los seres humanos somos unos bichos un poco desconcertantes, a veces un poco ridículos, y la forma de acercarte a ellos es desde el enigma.

-En una entrevista reciente afirmaba que Ismael tenía "la moral condolida de algunos personajes rusos". ¿Chejov, Tolstoi o Dostoievski estarían entre sus maestros?

-Soy un gran admirador de ellos, de la gran literatura rusa. Me gustan esos personajes que tienen puntos de lucidez y de perturbación, a los que parece que se les incendia la cabeza, que son dueños de pasiones ocultas, a veces muy devastadoras. En el caso de Ismael estaba el ejemplo de Oblomov, que es el arquetipo del indolente, aunque Ismael estaría más cerca del arquetipo del inútil, en el mejor sentido de la palabra, con una cierta idea de la inutilidad no sólo como experiencia de incapacidad sino por lo que conlleva de soledad y fragilidad. Uno de los mayores elogios que me han hecho en la vida es llamarme escritor ruso...

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios