Paco Toronjo y La Niña de la Puebla

/ J. Engelmo Terrades · J.j. De La Corte

05 de junio 2012 - 05:00

La Peña Flamenca de Huelva ha dedicado un homenaje a dos insignes figuras del flamenco que tanta relación tuvieron con nuestra entidad, el primero fue Francisco Antonio Gómez Toronjo, más conocido como 'Paco Toronjo' y la segunda Dolores Jiménez Alcántara, 'Niña de la Puebla'.

El presidente de la peña Eduardo H. Garrocho presentó el acto y a los artistas que intervendrán. Hizo una extensa biografía de cada uno, intercalando momentos entrañables y convivencias emotivas que algunos de los socios presentes recordaban con nostalgia. A pesar de acabar de llegar de la Romería del Rocío, muchos aficionados estaban presentes, como Andrés S. Buenaposada, Francisco Llonís, Manuel Bravo, Jaime Engelmo, José Garcés, Juan Vega, Enrique Romero, Juan Castro, José de la Corte, Mario Garrido, Alfonso Sibajas, Ángel Romero, Juan Bautista Mojarro, José Luis Martínez, Alejandro Pérez, y otros más. El cartel lo conformarían Caridad Vázquez y Rafael Navarro Carro, al cante y Antonio Dovao que los acompañarían al toque.

Entramos en las biografías, fielmente expuestas por Eduardo. Empezaría con la de Paco Toronjo, que murió el 2 de julio del 98 con 70 años, debido a una corta pero grave enfermedad, aunque en si no lo mato la enfermedad sino la impotencia de no poder expresarse en el único idioma que sabía: el poder cantar. Se remonta con los Hermanos Toronjo a tiempos atrás, su larga estancia en Madrid, la muerte de su hermano Pepe, la de su hijo, la de su madre, que le hicieron hacer una singladura en solitario, llegando a ser el mejor cantaor de fandangos de todos los tiempos. No en vano se le apodaba El rey del fandango, y era reconocido por todo buen aficionado y flamencólogo.

Su contribución a nuestra seña de identidad fue enorme, empezando con las seguidillas bíblicas de su pueblo, que hacen alusión a secuencias de la biblia, con una moraleja final, pues no hay que olvidarse que Alosno en sus orígenes fue un asentamiento judío. Por otra parte, dejando a un lado al artista como tal, Paco era un hombre "de la casa", tranquilo, abierto y dicharachero, aire que impregnaba de seriedad la peña cuando con un quejío espeluznante te cantaba un fandango de los suyos.

Sin descanso como se acostumbra, Eduardo presentó a la cantaora que cubrió la segunda actuación, la que homenajeó a LaNiña de la Puebla, que no es otra que Caridad Vázquez Falero, alumna aventajada de nuestra academia de cante, que ya debe pasar al cuadro grande de cante. Caridad es una asidua de las actuaciones peñisticas y una distinguida participante en cuantos eventos se le pidan. Eduardo H. Garrocho hizo una semblanza de Dolores Jiménez Alcántara, La Niña de la Puebla. Una de las más grandes cantaoras del flamenco, que a los pocos días de su nacimiento perdió totalmente la vista, debido a una negligencia. Dolores fu una completa cantaora de flamenco y de la copla, dominando todos los palos, desde los cantes de ida y vuelta, los de Levante, soleares, seguiriyas, aunque su fama fue por su obra cumbre Los Campanilleros, de Manuel Torre, al que le dio un sabor más ligero y popular que el maestro jerezano.

Eduardo siguió dándonos cuenta de su trayectoria por todo el país, que desde 1947 hasta 1987 no paró de dar conciertos, recitales y festivales, trabajando con los grandes artistas de ese larguísimo periodo. La emoción se notó al hacer referencia a la noche del homenaje por sus 90 años cumplidos, en la Peña de Huelva.

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