Ojo por ojo...


Multicines La Dehesa Islantilla, CineBox Aqualon Puerto Huelva y Al Andaluz Ayamonte y Punta Umbría.- T.O.: 'Law abiding citizen'.- Producción: Estados Unidos, 2009.- Duración: 109 minutos.- Dirección: F. Gary Gray.- Guión: Kurt Wimmer.- Fotografía: Jonathan Sela.- Música: Brian Tyler.- Montaje: Tariq Anwar.- Intérpretes: Jaime Fox, Gerard Butler, Colm Meaney, Bruce McGill, Leslie Bibb, Viola Davis, Michael Irby, Gregory Itzin, Reginal Hall y Christian Stole.
La bíblica Ley del Talión, la inexorable prescripción -ojo por ojo, diente por diente- del Éxodo, una venganza implacable que trata de establecer un juicio proporcional con el daño o crimen inferido, sigue vigente para muchos y en cierto modo parece recibir un trato de favor en esta película. No sería la primera vez. En este sentido recordamos La ley del Talión (1956), de Delmer Daves, que originalmente se llamaba The last wagon, un intenso western magníficamente interpretado por el inolvidable Richard Widmarck, que representaba muy bien este espíritu fatalmente retributivo.
Pero estamos en otro marco, en otra historia, que, como tantas veces en el cine, es la crónica en imágenes de una venganza. Clyde Shelton, un inteligente ingeniero, destacado ex agente del gobierno, ha sido testigo del asesinato de su esposa y su hija. Sin embargo los autores de tan execrable crimen resultan absueltos merced a un acuerdo legal. Contrariado, mortificado, resentido y colérico por tan deleznable conducta, decide emprender su personal venganza contra aquellos que han perpetrado tan despreciable trato. Será inexorable y cruel en su desagravio.
F. Gary Gray, autor de Diablo (2003) y The italian job (2003), emprende un alegato contra la justicia, una justicia corrupta, acomodaticia y viscosa -en todas partes cuecen habas-, en forma de thriller que en principio adquiere caracteres intensamente dramáticos y a veces melodramáticos y judiciales pero que a medida que avanza el relato, además de recargar su fustigación contra las lacras del sistema, acrece su intención corrosiva, sarcásticamente crítica y dura en sus expresiones, hasta caer en el tono habitual del justiciero a ultranza, con perversos y sangrientos designios.
Sinceramente a cualquier espectador puede entusiasmar la factura que esta película nos muestra en su primera parte, relatada con singular eficacia y con esa artesanía estilizada que es propia del cine de Hollywood en este género. Pero ese estilo inconfundiblemente pulp que se aprecia al principio, con toda su acritud, su dureza, su violencia y sus salpicaduras gore, nunca mejor dicho, la manera de hacer de F. Gary Gray, comienza a hacer concesiones, con detalles de excesos inconcebibles y ciertas licencias a la espectacularidad, tal vez impuestas por la producción, para atraer a los espectadores más fáciles, con una pirotecnia llamativa, efectista y de explosivas decepciones.
Con todo lo cual lo que se nos prometía interesante, apasionante, firmemente adscrito a ese cine de enuncia y de cierto rigor, se pierde en convencionalismos, buscando derroteros más vistosos para un público generalizado y gregario. Y así se malogran las buenas posibilidades del principio, una ocasión firme para eludir el tópico maniqueo y sacralizar la denuncia que cierta justicia merece. Una justicia que, como dice el protagonista: "debe ser implacable con quienes no saben administrarla o lo hacen a beneficio de su propio interés". Como la vida misma. Buen trabajo interpretativo de Jamie Fox y Gerard Butler, a la cabeza de un brillante elenco de secundarios. Lástima, podía haber sido una buena película.
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