Málaga abraza a Rusia con su sede del Museo de San Petersburgo

La colección anual del centro resume cinco siglos de historia en un centenar de obras

'El rito del beso' (1895), de K. Makovsky, expuesto en el Museo de Arte Ruso de Málaga.
Pablo Bujalance Málaga

26 de marzo 2015 - 05:00

Hace sólo diez meses, el Ayuntamiento de Málaga anunció su intención de convertir los 7.500 metros cuadrados de superficie de Tabacalera reservados en su momento para Art Natura (el fallido museo de las gemas y la naturaleza que rubricó uno de los fiascos más sonoros en la historia reciente de la política cultural de la ciudad) en la primera sede fuera de Rusia del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo, una gigantesca institución que cuenta en sus fondos con más de medio millón de obras de autores rusos de todas las épocas. Una exposición itinerante de la Fundación Picasso Casa Natal abrió la puerta y obró el milagro: poco después, el alcalde, Francisco de la Torre, firmó el convenio con el director del museo, Vladimir Gusev, para la exposición en Málaga de una colección permanente a renovar con periodicidad anual además de dos exposiciones temporales al año, a cambio de un canon también anual de 400.000 euros, con un compromiso de permanencia de diez años prorrogable a otros diez. Tras una inversión total para este 2015 de 3,7 millones de euros, y una previsión de 150.000 visitantes al año, el Centro de Colecciones de San Petersburgo abrió ayer finalmente sus puertas en Tabacalera con la intención, manifestada ayer por el propio alcalde, de convertirse en "ejemplo de descentralización" (es el primer gran equipamiento museístico de la ciudad que se instala en un barrio como Huelin) que procurará además notables ingresos "como atractivo turístico". La puesta de largo, eso sí, resultó deslucida por la jornada de luto oficial: el acto de inauguración en sí quedó suspendido y, tras el riguroso minuto de silencio guardado a las puertas del museo (aunque subrayado por la música de Tchaikovsky que interpretó el violonchelista Goncalo Lélis, de la Escuela de Música Reina Sofía, a modo de apunte del concierto inaugural de la tarde que también se canceló), se procedió a dar el museo por abierto, sin más.

Pero la línea entre una inauguración y algo que pretende no serlo es a menudo muy fina. Y, de hecho, la asistencia al acto matinal recabó, como se esperaba, una participación masiva. Si bien a nivel institucional no hubo una representación muy significativa (asistieron el embajador ruso en España, Yuri Korchaguin; el director general de Bellas Artes, Miguel Ángel Recio; y la directora general del Museo del Kremlim, Yelena Gagáriga, además del director del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo, Vladimir Gusev), la ciudad quedó evocada a nivel social, político y cultural de manera amplia con directores de otros museos, artistas y responsables institucionales.

Todos ellos asistieron al estreno de la primera colección anual del museo, Arte ruso. Desde el icono hasta el siglo XX, con un centenar de obras de artistas como Venetsianov, Briulov, Ivanov, Levitan, Repin, Konchalovsky, Kandinsky, Tatlin, Rozanova, Chagall, Rodchenko, Altman, Malevich, Filonov y Deineka, entre muchos otros; así como de la primera muestra temporal, La época de Diáguilev, con un total de 69 obras y objetos (figurines, diseños de escenarios y piezas de vestuario) relacionados con el conocido promotor de los históricos ballets rusos del siglo pasado, firmados por Kustodiev, Goncharova, Altman, Vrubel, Serebriakova y Bakst, entre otros. Un verdadero legado que resume cinco siglos de la historia de Rusia en los 2.300 metros cuadros del equipamiento reservados al uso expositivo, y que se completan con un auditorio y dos salas de proyecciones.

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