Toros

Entre toros y flamenco, un gran rociero

  • Emigrantes vive un emocionado y emotivo recuerdo a la figura de Eduardo Fernández Jurado.

  • Nono Fernández Jurado, Pilar Barroso y el cantaor Jeromo Segura ejes de una noche bonita

Cuando una sala se llena de tanta sensibilidad en torno a un personaje a lo mejor es que ese personaje ha propiciado con su vida que eso ocurra de esa forma.Una amiga, un hermano y un cantaor. El escenario lo pone Emigrantes, su hermandad en el tiempo y en ambos flancos del debate el actual presidente de la hermandad y alguien que tiene la obligación de moderar con oficio como fue Javier García Baquero.Por aquello de lo taurino y lo flamenco y debe ser por lo rociero del momento en donde el toreo y el Rocío se argumentan en ese próximo festival taurino de la Merced el 28 de febrero a alguien s e le ocurrió que no sería mala cosa hablar y homenajear la figura de alguien que reunió en su persona todos eso matices: Eduardo Fernández Jurado. El recordado y añorado Eduardo Fernández Jurado. Y acertó. Acertó en el planteamiento de invitar a la mesa a su hermano Nono Fernández Jurado, a su amiga Pilar Barroso y al cantaor Jeromo Segura para hablar de quien le abrió alguna que otra puerta en los inicios duros de cualquier carrera.Suenan muchos foros de este tipo a ñoños. A frases complacientes hacia el finado. A pretendido homenaje dulzón que termina edulcorando tanto que empalaga.Poco de eso hubo. Si no fuese porque todos los que intervinieron tienen el carnet del club de fans del inolvidable tipo que fue Eduardo podría decirse cariñosamente que “le sacaron las tiras de pellejo” al personaje que representó este médico, este flamenco, este crítico taurino, este cofrade y este rociero empedernido.Haya tal carga de sinceridad en las palabras de Nono Fernández Jurado dejando anécdotas, detalles de momentos, actitudes ante la realidad del personaje que se llevó la vida, que terminó sublimando por encima de muchos estereotipos la figura de su hermano.Bonito el recuerdo que dejó su amiga Pilar Barroso. Recuerdos de una vida y una juventud temprana en el tiempo d la vida. Y sincero; también sincero, en esa línea que había iniciado su hermano y que un instante mas allá confirmara Jeromo Segura.En ese fluir que tienen las noches bonitas fue aflorando la figura de Eduardo desde la normalidad del ser humano capaz de transformar la realidad de una vida que se fue enraizando poco a poco en tantas y tantas realidades como las que representó este Fernández Jurado a quien su hermano Modesto, entre el publico, subrayó como “bondadoso”.Ameno y fácil para no caer en el comentario facilón, Antonio Fernández Jurado dejó sin duda grandes titulares cuando habló de la personalidad de un hermano que “supo escenificar el poco o mucho conocimiento que tuviera de las cosas”.Anecdotario interminable. Todos tuvieron en las vivencias del personaje un lugar para destacar a un tipo singular a la hora afrontar cada una de las aristas en las que desenvolvió su vida.No, no fue un homenaje dulzón. Mas bien un elogio sincero a quien le cantó como pocos a la Virgen a través de su letras, que promocionó y ayudó a quien se puso en su camino de flamencólogo, que defendió su litrismo, que se hizo cofrade y que “murió como quiso morir y vivió como supo vivir”. Lo dijeron ellos y lo disfrutamos quienes ayer nos encerramos dentro de esa sala que Emigrantes tienen en pleno corazón de esta Huelva. En la compañía estuvieron Gabriel Cruz, el alcalde. Representantes de la Hermandad de Huelva y de la Matriz de Almonte. Eduardo Fernández Jurado, un médico que fue muchas cosas bonitas y trascendentales de una Huelva, especialmente la rociera, que se resiste a olvidarlo. Algo tendría el tipo para conseguirlo de esta forma tan rotunda como anoche se demostró.

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