Construyendo mi yo desde la infancia

Niños de entre 5 y 12 años de edad participan en un curso de desarrollo emocional

Niños participando en una de las sesiones del curso impartido por Begoña Martín y Mª José Simón.
Niños participando en una de las sesiones del curso impartido por Begoña Martín y Mª José Simón.

Crear un espacio donde los niños aprendan a relacionarse trabajando sus emociones y desarrollando al mismo tiempo sus potencialidades, a través del juego, la música, la danza y la dramatización. Éste es el objetivo del curso de desarrollo emocional Construyendo mi yo, que imparten las psicoterapeutas Begoña Martín y Mª José Simón, en el Albergue Juvenil de Huelva.

La iniciativa, que se puso en marcha el pasado mes de octubre, va dirigida a pequeños con edades comprendidas entre los 5 y los 12 años. Son sesiones quincenales de una hora y media de duración, para las que se han establecido dos grupos, uno de niños entre 5 y 8 años, y otro, con chavales entre 9 y 12 años.

Se trata de potenciar la parte emocional como base para el desarrollo de la intelectual y física. Martín explica que en el colegio se trabaja la parte intelectual pero no se enseña al niño a hacer frente a situaciones cotidianas (vergüenza a hablar en público, dificultad para relacionarse con otros niños...). En este curso se les ayuda a identificar qué les pasa y por qué. "Tienen un espacio donde compartir sus miedos y necesidades y empiezan a saber quienes son y qué necesidades tienen", apunta Simón, que indica que al igual que los padres se preocupan de que aprendan idiomas porque lo consideran importante para su futuro "por qué no de la parte emocional". En este espacio se les facilita herramientas para conocerse, respetarse a sí mismos y al compañero y a convivir en grupo.

Se potencia la autoestima y la seguridad en uno mismo, se favorece la creatividad y la espontaneidad y se enseña a valorar la importancia de las normas como una forma de poder convivir con el mundo.

En cada sesión se trabaja una cosa diferente. Los niños acceden a la sala y lo primero que hacen es descalzarse y dejar los zapatos y la merienda en su sitio. Normalmente se inicia la sesión con movimiento corporal para que se relajen y hacen una rueda para que los pequeños cuenten que les ha pasado durante el tiempo transcurrido desde la última sesión.

Simón señala que la merienda es un momento especial, "se ven muchos rasgos de cada uno, se ve la espontaneidad". El niño va aprendiendo de sí mismo al compararse con los demás y ver algunas de sus acciones reflejadas en otros. También cuenta esta sala con el rincón de la rabieta. Las psicoterapeutas subrayan que hay que darle espacio a todas las emociones (rabia, vergüenza, tristeza, frustración) ya que todas son importantes, "no hay buenas ni malas", manifiesta Martín, que comenta que "hay que canalizar esa rabieta".

Después de cada sesión, valoran a cada niño y van viendo lo que cada uno puede ir necesitando. En este sentido, destacan la coordinación con los padres, "es muy positiva la relación con ellos, están muy cercanos", subraya Martín. Hay sesiones con los progenitores y con padres y niños.

Las sesiones son quincenales para que los niños no las vean como una actividad extraescolar más, "que tengan necesidad de venir, que los niños tengan ganas de venir es un buen termómetro", asegura Simón.

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