Tribuna de Opinión

Belmonte en Santa Olalla

Plaza de toros de Santa Olalla del Cala

Plaza de toros de Santa Olalla del Cala

Los que me conocen, saben la afición que le tengo al refranero español y lo dado que soy a sus citas, en mis trabajos. A veces no son exactamente refranes y solo se quedan en dichos populares o en frases hechas, pero me da igual, de todas ellas aprendo algo. En este texto no podía ser menos, y recuerdo el que dice que “Quien tiene un amigo, no sabe lo que tiene”. Gracias a Dios, presumo de tener muchos y muy buenos amigos, sobresaliendo entre ellos Gregorio Álvarez, propietario de la plaza de Santa Olalla del Cala, en la provincia de Huelva. No sé exactamente si además de amigos, somos familiares. De eso y de otras muchas cosas de nuestra tierra, sabe él mucho mas que yo, pero siempre, desde que tenemos uso de razón (…y de esto han pasado ya demasiados años) nos hemos llamado primos. Gregorio, buen sevillista y gran aficionado a los toros en general, y a los que se han dado en nuestros pueblos de Arroyomolinos de León y Santa Olalla, en particular, con una memoria prodigiosa y experto en efemérides, me puso un WhatSapp, indicándome que el pasado domingo 19 de septiembre, se cumplieron 109 años de la actuación de Belmonte en la plaza de Santa Olalla, y me adjuntó una crónica de la época publicada por El Liberal, que reproduzco literalmente. Como podrán observar, una crónica bien diferente de las que hoy se escriben.

La presencia de Belmonte causaba, allá donde fuera, un verdadero alboroto. Santa Olalla, no podía ser diferente.

El anuncio de la presentación de Juan Belmonte en Santa Olalla, fue un auténtico notición, y la llegada del diestro a la recién estrenada estación de ferrocarril, un gran acontecimiento para el pueblo, que se volcó en su venida.

No hay que olvidar, que ya, desde su debut con caballos, en La Real Maestranza sevillana, apenas dos meses atrás, a Belmonte, comenzaban a llamarle El Pasmo de Triana, y estaba llamado para ser, unos años más tarde, el auténtico revolucionario del toreo.

Transcurrían los primeros años del siglo XX, y en España, el mundo de los toros, estaba en plena ebullición. Las plazas, se llenaban de un público apasionado, que tomaba partido, por este o aquel torero. Bombita y Machaquito, competían en todos los cosos españoles. Los Gallo, Fernando y Rafael, con sus toreos tan diferentes, armaban un lío, una tarde sí y la otra también. Y por si todo era poco, se había formado una cuadrilla de niños toreros, compuesta por Pacorro, Limeño y un tal Gallito, hermano de los Gallos, que toreaban como los soles.

Con todo este panorama taurino, no había ciudad, grande o pequeña, que no hiciese lo posible y lo imposible por tener una plaza de toros donde poder organizar festejos con los ídolos de la época.

Santa Olalla, que corría sus reses en un recinto provisional que se levantaba cada año, en una encrucijada de calles, de su viejo barrio del Coso, no podía ser menos. Y los 3.563 habitantes, que aparecían en el censo de 1910, consiguieron que se construyera una plaza de toros, donde poder celebrar sus festejos.

Y así fue que en 1911, Santa Olalla contó con su nueva plaza de toros. Aunque no se tiene muy claro el cartel de la inauguración, el coso taurino olallense ha sido prolijo en acontecimientos, a lo largo de sus 110 años de existencia. Por él han pasado grandes figuras de cada época, Belmonte, Carlos Arruza, Paco Camino, Diego Puerta, los Litri, (padre e hijo) o el gitano Rafael de Paula. Más tarde llegaron los José Miguel Arroyo Joselito, Esplá, Julito Aparicio, el trianero Emilio Muñoz, Jesulín, Finito de Córdoba, Ortega Cano, o Ferrera, entre otros. Amén de rejoneadores importantes como los hermanos Peralta, Antonio Ignacio Vargas, Javier Buendía o el jerezano Alvarito Domecq, que debuto en este ruedo.

A lo largo de su historia, la plaza de toros de Santa Olalla ha visto cambiar su fisonomía en varias ocasiones. En los años sesenta, Fernando Álvarez, padre de Gregorio, remozó los tendidos de sombra, y construyó el palco de la presidencia. Más tarde, en el transcurso de 1980, le tocó el turno a los de sol. Pero cuando la plaza, realmente, adquirió una nueva dimensión fue en 1999, con la decisión de la corporación del Ayuntamiento santaolallero, con Juan Fernández al frente, de dotar al coso de nuevos chiqueros, iluminación eléctrica y, lo mejor, un magnífico callejón, que ha dado categoría al ruedo taurino. Dichas mejoras se inauguraron el 21 de agosto de 1999, y el primer toro que saltó al albero, con la plaza remozada,de nombre Inquisidor, nº 69,  era de la ganadería de los Hermanos Domínguez Camacho, de Cumbres Mayores, lidiado por el caballero rejoneador, Antonio Ignacio Vargas.

Pero, no solo fue la plaza de toros la única gran obra que se creó en Santa Olalla, a primeros de siglo. El pueblo, no fue ajeno a la bonanza económica y al desarrollo, que estaba experimentando la comarca de la Sierra de Aracena, merced a la reciente creación, en 1834, de la nueva provincia de Huelva.

Así, al coso taurino, le acompañó la construcción de un nuevo cementerio, que terminaba con la necesidad de enterrar a los difuntos en la parte interior de las murallas del castillo.

La luz eléctrica, aunque mortecina y cetrina, también se hizo presente, durante 1914, en la vida de los santaolalleros, gracias a la Fábrica de Luz Tentudía.

El quinquenio de 1910-1915, no puede ser más fructífero para los habitantes de Santa Olalla, ya que el 25 de Julio de 1912, se ve cumplido, unos de los sueños más importantes de todos los estamentos del pueblo: La inauguración del ferrocarril. Un hecho que convirtió al municipio en centro de transporte de mercancías y viajeros, al permitir a sus habitantes desplazarse a Sevilla, en un tiempo récord, de ¡cuatro horas y algunos minutos! No hay que olvidar, que hasta entonces el viaje se hacía en la compañía de diligencias, que regentaba Rufino Leal Sánchez, por cierto, bisabuelo de nuestro amigo Gregorio, o en alguno de los pocos automóviles que existían y que, por ser carísimos, estaban reservados a unos cuantos solamente.

Deseo terminar, este brindis a Santa Olalla, dándole las gracias a mi primo Gregorio Álvarez, un enamorado de la historia de su pueblo, por aportarme mucha de la información que aquí se vierte, sin la cual este articulo hubiese resultado bastante menos instructivo. Que Dios reparta suerte.

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