Baron Cohen ataca de nuevo

Fila siete

Baron Cohen ataca de nuevo

25 de julio 2012 - 05:00

CineBox Aqualon Puerto Huelva, Cinevip Lepe y Multicines Al Andalus Punta Umbría. -T. O.: 'The Dictator' -Producción: Estados Unidos, 2012. -Duración: 83 minutos. -Dirección: Larry Charles. -Guión: Sacha Baron Cohen, Alec Berg, David Mandel y Jeff Schaffer. -Fotografía: Lawrence Sher. -Música: Erran Baron Cohen. -Diseño de producción: Victor Kempster. -Intérpretes: Sacha Baron Cohen, Ben Kingsley, Jason Matzoukas, Anna Faris, Megan Fox, John C. Reilly.

Vuelve la conocida mordacidad y acidez, mala uva decimos por aquí, por no utilizar otra expresión malsonante, del actor, guionista y director Sacha Baron Cohen, hábilmente expuestas en películas tan críticas y desconcertantes como Borat (2006) y Brüno (2009), con su colega Larry Charles, que comparte, aunque no aparezca como tal, la dirección. Discutido y discutible, polémico, como todos los que usan del cine como pretexto personal para emprender un tipo de comedia entre sutil y perspicaz, abiertamente tóxica.

Para los espectadores españoles esta película tiene el interés de las escenas rodadas en España, concretamente en Sevilla y Fuerteventura. Esto es lo anecdótico, lo sustancial es una historia más de Sacha Baron Cohen donde el sentido del humor no sólo va más allá de lo políticamente incorrecto, que es lo suyo, sino que se extrema con las más corrosivas intenciones. El actor "con conciencia", como se ha dicho, es un demoledor crítico que ha llegado a tomarse tan en serio este papel, un émulo satírico de Saddam Hussein, Muammar El Gadafi, Kim Jong-Il, Oprah Winfrey…, notables tiranos de nuestro tiempo, que en la rueda de prensa de presentación de la película en el Waldorf Astoria de Nueva York, jugó ante los periodistas el rol que interpreta en la pantalla.

Claro que eso no es nada si recordamos que ya en la ceremonia de proclamación y entrega de los Oscar, Sacha Baron Cohen, irrumpió sobre la alfombra roja portando cenizas mortuorias. Viendo serenamente la película sin tomar posturas previas, uno comprueba la evidencia de que, con todas sus extravagancias, sus excesos y sus caricaturas grotescas, lo que se nos presenta es una realidad de cuantas hipocresías y falsedades vivimos en la actualidad. Desprovistos de simpatías ideológicas de cualquier grado o de posturas diversas en un prisma libre de adscripciones muy concretas, el sentido la agudeza humorística que el protagonista despliega en esta disparatada historia, su puesta en escena y la singularidad de muchos de sus pasajes por burdos y groseros que puedan parecer, están al borde de la genialidad y merecen el aplauso.

Tanto Sacha Baron Cohen como su director conjugan toda una panoplia aguda, ácida y divertida de secuencias que, pueden parecer ordinarias, soeces, reiterativas, pero muy al hilo de cuanto brinda a diario la actualidad más palpitante y tantas veces zafia, agresiva y desagradable. Es el retrato del dictador a través de su burlesco protagonista que encarna al almirante general Haffaz Aladeen.

Cargado de medallas y condecoraciones gobierna cruelmente la República de Waddiya. Enemigo encarnizado de la democracia se ve obligado a dar explicaciones ante las Naciones Unidas, tratando de demostrar que su sistema de gobierno es el mejor del mundo. Con este pretexto la película arremete contra todo lo habido y por haber, La comedia como tal no tiene límites y satiriza sobre una inteligente y corrosiva visión de nuestro tiempo. Unos la denostarán. Otros lo celebrarán. Esa es la disyuntiva.

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