La Argentinita en Huelva
Historias del Fandango
Encarnación López Júlvez, La Argentinita (Buenos Aires, 1895 – Nueva York, 1945), hija de emigrantes españoles, bailarina, coreógrafa, canzonetista y bailaora de flamenco
Cuando actuó en Huelva por primera vez, en 1911, era todavía una chiquilla de poco más de quince años. Pero tenía tal capacidad de transmisión y bailaba con tanta gracia que todas las noches se agotaban las entradas del Teatro Mora para verla en alguna de las tres sesiones diarias. Cautivó al público onubense con su saber actuar en el escenario. La noche del beneficio, el coliseo de la calle Gravina estaba repleto y le tributó una despedida en consonancia con tal aprecio y la empresa decidió, por petición popular, prorrogarle dos días más.
En su despedida, el público le hizo saber con sus aplausos cuánto apreciaba “sus picarescas canciones y sus típicos bailes”. “Ovaciones, flores, salidas y más salidas a escena, un agobio de repeticiones de números, la apoteosis. ¿Y cuándo mejor?”, dijo la prensa local, y ella respondió a tanto fervor anunciando que no tardaría en regresar.
Volvió a Huelva un año más tarde, al mismo escenario del Teatro Mora. Los diarios destacaron que bailó la ‘rumba cubana’, imprimiéndole el aire pícaro que la pieza requería y que gustó sobremanera a la concurrencia. Como la temporada anterior, salió a ovación por número.
También la revista Eco Artístico hacía “constar únicamente que su triunfo artístico es colosal y que ‘chifla’ a todo el público, que se extasía contemplándola”.
Alabanzas de la crítica
Con veinte años, La Argentinita era una artista que provocaba ensoñaciones líricas a escritores y folcloristas, como la que describió Constantino Cabal en el Noticiero Sevillano.
La Fornarina le dijo en una ocasión:
-Muñeca, ¡qué bien bailas!
Y ella le respondió...
En 1916 volvió a actuar en Huelva, ejecutando danzas, canciones españolas, inglesas y francesas y recibiendo del público el mismo calor que le profesó en temporadas anteriores.
En 1917 estrenó un monólogo cómico-bailable titulado “El miedo de Encarnita”, con letra de los hermanos Álvarez Quintero, y volvió al Teatro Mora. También en 1918 actuó en diversas ocasiones, y en 1919, comprobando la fidelidad a su arte que le guardaban en la capital.
Desde sus primeras actuaciones se produjo un idilio duradero, diríase que permanente porque nunca decayó, entre La Argentinita y el público onubense. Por eso, en una entrevista en el diario El Liberal, mencionó de manera destacada “los imborrables recuerdos de la simpática Huelva”.
-¿Y qué le gusta más, el cante o el baile?
Ya por entonces, parece ser que existía una relación afectiva entre la artista y el torero Joselito el Gallo, y Encarnación, cuando le preguntaron si era germanófila o francófila –estaba en pleno fragor la primera Guerra mundial por estas fechas-, salió por la tangente con gracia haciendo un guiño que tenía mensaje:
Le robaron un traje
En marzo de este año 1918 le robaron un traje de escena en su camerino del Teatro Mora. Intervino la policía en la búsqueda del ladrón, identificado como un tal ‘Levita’, pero el individuo no apareció. Ni el traje tampoco. Este tipo de sustracciones era bastante corriente y afectó a varias artistas conocidas. Los ladrones, si los detenían, se excusaban con que lo habían hecho por admiración a la artista, para tener una prenda suya.
La próxima entrega de esta serie de tres: Cara japonesa y corazón flamenco.
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