La arquitectura comprometida del chileno Alejandro Aravena ha sido merecedora del Premio Pritzker 2016, que reconoce así su trabajo para solventar cualquier problema de habitabilidad, incluidos los de los afectados por catástrofes naturales, como el terremoto y el tsunami de Chile en 2010.
Aravena fue galardonado ayer por una arquitectura que "conjuga hábilmente la responsabilidad social, las necesidades económicas y el diseño de hábitats humanos", que ha dado "obras excelentes" tanto en el ámbito público como el privado, según señala el fallo del jurado, anunciado en Chicago.
Esta arquitectura ha sido desarrollada principalmente a través del colectivo Elemental, que él dirige en Santiago y que se centra en proyectos de impacto social e interés público. Este grupo recibió en 2008 el León de Plata de la Bienal de Arquitectura de Venecia por su empeño en el uso de esta disciplina para "resolver los problemas del mundo real, como son el ambiente, la pobreza y los conflictos sociales".
Esta labor comprometida está especialmente reflejada en la labor de reconstrucción de la ciudad de Constitución, una de las más devastadas por el terremoto y el tsunami que el 27 de febrero de 2010 sacudieron Chile y dejaron medio millar de muertos y unos 800.000 damnificados.
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