Los vecinos aseguran que Calo estaba integrado en la población

Afirman que nunca han visto nada anormal en su comportamiento, aunque era un tanto reservado

El suceso acapara las páginas de los diarios y las conversaciones en bares y otros establecimientos públicos del pueblo.
Redacción / Huelva

09 de octubre 2008 - 01:00

No frecuentaba los lugares públicos de Sanlúcar de Guadiana, aunque sí era conocido por todo el mundo. Manuel Calo compró una finca a orillas del río e instaló allí su segunda residencia hace más de diez años Desde entonces se había convertido en un vecino más del pueblo, de hecho estaba censado allí. Ayer el comentario generalizado era la muerte, en circunstancias violentas, de este conocido empresario onubense. El trajín de los medios de comunicación por todo el pueblo buscando testimonios sobre el suceso no se conocía ya desde que se produjeron las inundaciones a mediados de los noventa.

La muerte de Calo ha sorprendido en el pueblo, porque aunque era una persona un tanto reservada que no solía entrar en exceso en los bares no le retiraba el saludo a nadie de cuantas personas se encontraba a su paso.

Según el testimonio de algunos vecinos nada hacía sospechar que pudiera terminar así. Realizaba una vida normal a diario y estaba integrado, eso sí a su manera, en el pueblo de tal forma que solía acudir a la fiesta que organiza cada 12 de octubre la Guardia Civil con motivo del Día del Pilar.

Por lo demás, se le veía a diario entrar y salir de la finca para desplazarse a la capital onubense donde regentaba algunos negocios conocidos por todos. En algunas ocasiones Calo regresaba al pueblo acompañado de una persona, pero desde hace unos dos años vivía solo y no se le conocía compañía alguna.

Los más aseguran que de vez en cuando organizaba una fiesta entre amigos en la finca, pero nada del otro mundo, y además muy de tarde en tarde, en contra de algunas versiones que corren por el pueblo sobre el modo de vida que llevaba. También afirman que es cierto que disfrutaba del barco que tenía en el puerto, "un buen velero sin duda", como lo puede hacer cualquier otro ciudadano que sea el dueño de una nave y rechazan que hiciera ostentación de sus posesiones.

Buena parte de los vecinos, entre ellos el propio alcalde, se resisten a dar crédito de algunos comentarios que circulan ahora cuando se ha conocido su muerte.

Sanlúcar de Guadiana, una localidad de apenas quinientos habitantes, no está acostumbrada a este tipo de sucesos. La tranquilidad es lo que impera al borde del río y espera que la próxima vez que las cámaras de la televisión aparezcan por allí sea por otro tipo de noticia.

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