El Torrejón no olvida los conflictos, un año después del tiroteo que dejó un muerto y heridos: "El barrio no ha vuelto a ser el mismo"

La calma ha vuelto al barrio tras un año de incertidumbre, silencio y consecuencias "que han tenido que pagar los vecinos"

Los vecinos de El Torrejón, entre el miedo, la incertidumbre y la esperanza tras la operación policial: "Queremos pensar que todo va a cambiar"

Pisos en El Torrejón, un año después del tiroteo. / H. I.

Desde hace justo un año, el barrio de El Torrejón ya no es el mismo. Las calles están algo más vacías, los bares tienen menos ambiente y la incertidumbre permanece detrás de los muros de algunas casas, en las que el diez de septiembre de 2024 se escucharon disparos que "hicieron retumbar la rutina". No es tanto un recuerdo constante en la mente de sus vecinos y vecinas, que han conseguido retomar la normalidad y su día a día. Es más bien una nueva forma de vivir que se impuso entonces, y de la que aún no han logrado recuperarse del todo.

Aunque para algunos se trata de un episodio que finalmente quedó atrás, otros afirman que "desde que pasó eso, ya nada ha vuelto a ser igual". En uno de los negocios de la zona, aseguran que en las últimas semanas hay más gente, pero que ese alivio llega tras "un año entero".

Mientras, el barrio trata de reponerse del todo poco a poco. "Esto es incertidumbre, porque cuando no hay una cosa hay otra. En mi negocio, al menos, no hemos remontado, y entiendo que es porque la gente que está fuera entra aquí para lo justo y solo los que vivimos aquí sabemos que en el día a día no ocurre nada y que hay mucha gente sana".

Al fin, algunos de ellos sienten que avanzan "hacia la normalidad", pero aún duele el prejuicio. "No tenemos por qué pagar todo el mundo con lo que han hecho algunos, aunque es razonable, por otro lado, que la gente se vaya a un sitio que sabe que es cien por cien seguro. El 'y si...' es lo que nos tiene derrotados en todos los sentidos", añadía.

A pesar de los resquicios de aquel conflicto, que se cobraron la vida de una persona, la senda y el deseo es el de lograr estar en paz. "Parece que ahora por fin vuelve gente que antes de eso venía, ahora que están viendo que todo está más tranquilo, pero hemos tenido que pagar las consecuencias en todos los sentidos". Lo que antes era un barrio "de vivir el día", ahora "ha aflojado y por la noche se mantiene el silencio".

Patrullas de la Policía Nacional horas después de uno de los tiroteos. / H. I.

El mismo silencio que se rompía el diez de septiembre en la Plaza Violeta. Eran las 14:10 cuando el servicio de emergencias 112 empezó a recibir decenas de llamadas de vecinos alarmados por lo que describieron como "una ráfaga de disparos". En pocos minutos, la Policía Nacional, la Policía Local y los servicios sanitarios cercaron la zona y se confirmó la tragedia que aún se recuerda como si fuera ayer. Un tiroteo mortal acababa con la vida de una persona y dejaba a dos heridos, uno de ellos de gravedad. "La diferencia la notamos todos, porque en las casas también hay más preocupación por los niños, igual que hay establecimientos que ya no traen comida a domicilio al barrio y la gente mayor se queda sin eso", contaba otra vecina.

Tras los hechos de aquel día, el presunto autor huyó y fue localizado en Gijón. Los tiroteos originados por una reyerta entre familias y las macrorredadas policiales comenzaron a convertirse en algo más recurrente de lo que esperaban. Dos disparos también se dirigieron a la vivienda de la familia del detenido, y distintos incendios en el edificio obligaban a algunos vecinos a desalojarlo.

Uno de los edificios quemados tras una de las explosiones. / H. I.

Un mes más tarde, una persona en moto disparó hasta en 30 ocasiones contra la fachada de la casa donde vivía el detenido. La ráfaga, según confirmaron entonces fuentes cercanas, fue realizada con un arma semiautomática. Aunque no causó heridos, los servicios de emergencia atendieron a varias personas que sufrieron ataques de ansiedad en la Plaza Violeta, el mismo lugar del tiroteo anterior, donde los incendios también se repitieron.

El conflicto, que ya cumple un año, no se limitó a Huelva capital. También se extendió a otros municipios de la provincia. En Isla Cristina, un tiroteo en la calle Huerto de la Potala dejó un fallecido y gravemente herida a una mujer. La Guardia Civil que investigó aquel suceso consideró entonces que estaba vinculado con el enfrentamiento entre familias de El Torrejón, descubriendo durante la investigación que el fallecido se trataba del padrastro del presunto autor del tiroteo mortal de la barriada onubense, que aún está pendiente de juicio.

Aunque el tiempo pasa y los vecinos y vecinas de la humilde barriada vuelven a disfrutar de la calma, aún esperan a que se haga justicia. Se reponen así, poco a poco, de uno de los episodios que marcaba un antes y un después en un barrio "que tiene mucha gente buena y trabajadora" y que tuvo que pagar por "lo que hicieron otros".

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