Terror en Huelva tras una sesión de ouija en una iglesia abandonada

Huelva paranormal

“Habíamos visto vídeos en internet de gente haciendo ouija y nos entró la curiosidad. Sabíamos que la iglesia estaba abandonada, así que pensamos: ‘¿Por qué no?’”

Iglesia Cabezudos. / M.G.
José Manuel García Bautista

Huelva, 24 de agosto 2025 - 05:00

Lo que comenzó como una noche de diversión y curiosidad terminó convirtiéndose, según sus protagonistas, en una experiencia que nunca olvidarán. Manolo Ojeda, de 20 años, y Miguel Domínguez, de 19, vecinos de Huelva capital, afirman haber sido testigos de fenómenos extraños e inexplicables tras realizar una sesión de ouija en el interior de una vieja iglesia abandonada de la provincia.

La iglesia, situada en las afueras de un pequeño municipio onubense, es un edificio del siglo XIX que lleva décadas en ruinas. Las paredes están desconchadas, el techo parcialmente derrumbado y los restos de antiguos bancos de madera conforman un escenario que, de noche, puede resultar inquietante incluso para los más valientes. Sin embargo, para Manolo y Miguel, esa atmósfera era precisamente lo que estaban buscando.

“Habíamos visto vídeos en internet de gente haciendo ouija y nos entró la curiosidad. Sabíamos que la iglesia estaba abandonada, así que pensamos: ‘¿Por qué no?’”, relató Manolo a este medio, aún con un tono de incredulidad en su voz.

La noche del sábado pasado 16 de agosto, alrededor de las 23:30, los dos amigos llegaron al lugar cargados con una tabla improvisada —que estaba fabricada con una madera fina sobre la que dibujaron letras y números—, un vaso de cristal que serviría como puntero y un par de velas para iluminar la escena.

Una sesión que se tornó inquietante

Al principio, nada parecía fuera de lo normal. Los jóvenes se sentaron en el suelo, encendieron las velas y colocaron el vaso en el centro de la tabla. Empezaron a hacer preguntas simples, casi en tono de broma, esperando que nada ocurriera. Sin embargo, tras unos minutos de silencio, las cosas empezaron a cambiar.

“Fue como si la temperatura bajara de golpe. Noté un frío en la espalda, pero pensé que era por estar en ruinas y de noche”, explicó Miguel. “Entonces el vaso empezó a moverse muy despacio. Al principio creí que era Manolo empujándolo sin querer, pero él tenía los dedos apenas rozándolo y juraba que no estaba haciendo nada”.

Según el relato que me confesaron los jóvenes, el vaso comenzó a desplazarse con mayor rapidez, marcando letras que parecían formar palabras incoherentes. En un momento dado, ambos retiraron las manos para comprobar si el movimiento se debía a la presión de sus dedos, pero el vaso, afirman, continuó moviéndose unos segundos más por sí solo.

Fue entonces cuando, siempre según su testimonio, un golpe seco resonó en la nave principal de la iglesia.

“Sonó como si alguien hubiese tirado una piedra contra la pared o contra una puerta metálica. Pero allí no había nadie. Salimos con las linternas del móvil y no vimos a nadie alrededor”, relató Manolo.

Mientras discutían si continuar o no con la sesión, las velas se apagaron súbitamente. Los jóvenes aseguran que no había corriente de aire en el interior.

“Sentí un miedo que me paralizó. Encendí la linterna del móvil y, en la pantalla, vi lo que parecía una sombra pasar por detrás de nosotros. Cuando giré, no había nada”, aseguró Miguel.

Aterrorizados por lo que estaba sucediendo, recogieron rápidamente sus cosas y abandonaron el edificio. Pero la inquietud no terminó ahí.

Manolo cuenta que, esa misma noche, al llegar a su habitación, encendió la radio para relajarse antes de dormir. La emisora que escuchaba habitualmente comenzó a emitir un ruido de estática, como una interferencia, durante varios minutos, pese a que la señal era buena y la antena estaba correctamente colocada.

“Era un sonido muy fuerte y molesto. Lo apagué y, a los pocos segundos, se volvió a encender sola. No soy supersticioso, pero aquello me puso los pelos de punta”, me confesó.

En el caso de Miguel, la experiencia posterior fue diferente pero igualmente muy inquietante. A las tres de la madrugada, asegura que escuchó tres golpes secos en la pared de su habitación, justo detrás de la cabecera de la cama. Su perro, que dormía en el suelo, se levantó de golpe y comenzó a ladrar mirando hacia la puerta, sin dejar de gruñir durante varios minutos.

“Era como si supiera que había algo allí, pero yo no veía nada. Abrí la puerta y la casa estaba en silencio absoluto. Nunca lo había visto comportarse así”, contó.

Aunque ninguno de los dos tiene grabaciones o fotografías que respalden sus afirmaciones, ambos mantienen que lo vivido fue real y que no hay una explicación lógica para lo que ocurrió.

Consultado por este medio, el investigador de fenómenos paranormales Javier Aradilla explica que “la ouija, más allá de las creencias, es un ejercicio que potencia la sugestión. El entorno, la oscuridad, las expectativas previas y el miedo pueden generar la percepción de que están ocurriendo cosas inexplicables”.

No obstante, Javier Aradilla reconoce que existen testimonios difíciles de desacreditar por completo. “Hay casos documentados en los que varios testigos coinciden en los detalles, sin que haya pruebas físicas claras. Es ahí donde la investigación se complica y el límite entre lo psicológico y lo inexplicable se difumina”.

Por su parte, la psicóloga clínica Ana Martín apunta que “el cerebro humano tiende a buscar patrones y explicaciones, y en situaciones de tensión puede interpretar estímulos neutros como amenazas. Un golpe en una pared, un cambio de luz o un sonido extraño pueden convertirse, en la mente del testigo, en algo mucho más amenazante”.

Manolo y Miguel aseguran que no repetirán la experiencia.

“Nos gustaban las historias de miedo, pero vivir algo así es diferente. No compensa la sensación de angustia que te queda después”, concluyó Manolo.

“Yo, sinceramente, no quiero ni pasar cerca de esa iglesia. Me da la impresión de que trajimos algo con nosotros esa noche, y prefiero no averiguar qué es”, agregó Miguel.

Mientras tanto, la iglesia sigue en pie, como un vestigio llamativo –al menos para mí- y silencioso del pasado, y su leyenda crece alimentada por relatos como este. Para algunos, no es más que una ruina olvidada; para otros, un lugar donde lo inexplicable sigue acechando entre sus muros. ¿Se atrevería a entrar?

*Si tienes una experiencia paranormal o has sido testigo de un fenómeno inexplicable, escríbeme acontacto@josemanuelgarcíabautista.net

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