Punta Umbría

Sepultureros ante el coronavirus: "Lo más triste es tener que despedir a un ser querido sin velarlo"

  • José Sierra y Francisco Camacho tuvieron que enterrar en Punta Umbría al primer fallecido por coronavirus de la provincia de Huelva

José Sierra Díaz y Francisco Camacho Antonete.

José Sierra Díaz y Francisco Camacho Antonete. / Jordi Landero

José Sierra Díaz y Francisco Camacho Antonete son los oficiales de sepulturero en el cementerio de Punta Umbría, donde han tenido que trabajar "a puerta cerrada salvo para los enterramientos" durante toda la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. Una labor durante la que confiesan haber pasado "miedo", y un periodo del que sobre todo recuerdan como tuvieron que dar sepultura, el pasado 21 de marzo, al primer fallecido por la Covid-19 de la provincia de Huelva, un vecino de Punta Umbría muy querido por todo el pueblo.

Tanto José Sierra como Francisco Camacho afirman que cuando se enteraron, como "todo era tan nuevo no solo para nosotros dos, sino en general para todos", lo primero que hicieron fue asesorarse previamente muy bien sobre cuál era el protocolo que debían seguir durante el enterramiento.

Ya el día del mismo quedaron dos horas antes en el camposanto puntaumbrieño para desinfectar y para equiparse ellos mismos con todas las protecciones necesarias. Aseguran que lo primero que se colocaron fue un "traje de neopreno especial para bucear y preparado contra agentes químicos y bacteriológicos, que son los que usamos habitualmente en las exhumaciones", sobre el que se pusieron equipo de protección individual (EPI), mascarilla, pantalla protectora y bolsas de plástico en los pies.

"Cuando llegó el cuerpo fue todo muy rápido", prosiguen. Venía acompañado por la Guardia Civil y la Policía Local, que se quedaron en la entrada del camposanto para evitar que entrase más gente de la permitida. "Los de la funeraria tenían más miedo incluso que nosotros –recuerdan- aunque también venían equipados según los protocolos de actuación". Al enterramiento solo accedieron tres familiares y "tuvimos que desinfectarlo todo muchísimo tanto antes, como después del enterramiento", a cuya conclusión "nos tuvimos que fumigar el uno al otro con lejía disuelta en agua. Toda precaución parecía poca".

Por lo demás afirman que la gran mayoría del tiempo han estado realizando en el cementerio puntaumbrieño sobre todo labores de mantenimiento, limpieza y jardinería, aunque no se han dejado de hacer enterramientos, eso sí "cumpliendo estrictas normas de seguridad y atendiendo al protocolo de actuación fijado por las autoridades sanitarias para estos casos".

Al principio solo podían asistir a los enterramientos 10 familiares, cifra que posteriormente se redujo a solo tres, no permitiéndose velatorios. "Los cuerpos llegaban y se enterraban el mismo día, en muchas ocasiones sin la asistencia del cura, y por tanto sin responso porque la compañía ni lo llamaba", aseguran.

"Hemos pasado miedo, y lo seguimos pasando", confiesan, "especialmente porque trabajamos en un lugar de riesgo; porque sobre todo al principio se trataba de una situación nueva para todos, de la que nadie tenía ni idea sobre cómo hacerle frente o cómo evitar contagios; y especialmente no tanto por nosotros, sino por la posibilidad de contagiar a nuestras familias".

A pesar de ello resaltan que en todo momento han estado abastecidos por parte del Ayuntamiento de Punta Umbría del material de protección necesario para desarrollar su trabajo con seguridad: Equipos de Protección Individual (EPIs), mascarillas o guantes, entre otros elementos. De toda esta experiencia se quedan con que "esto, hasta que no le pasa a uno, no se da cuenta de su gravedad, y sobre todo de lo penoso que resulta despedir a un ser querido en estas circunstancias, sin poder siquiera velarlo". No obstante entienden que "debe de ser así para evitar riesgos y contagios".

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