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El sentido del humor, una competencia emocional muy poderosa

El sentido del humor, una competencia emocional muy poderosa

Hay muchas formas de humor. Humor negro, humor seco, humor absurdo, humor satírico, humor verde, humor crudo, humor sarcástico, humor blanco… Hay muchos tipos según los recursos que se usan para motivar la risa. Pero en términos de inteligencia emocional, más que con qué se hace, nos interesa saber diferenciar para qué lo usamos. Y si lo usa para atacar a otras personas, que es el humor agresivo, o para atacarse usted, que es el autodestructivo, no siga leyendo. O sí, porque ya sabemos que tiene sentido del humor, ahora sólo le queda aprender a reconducirlo. ¿Cuál es el sentido del humor que nos genera satisfacción emocional?

No le mantengo en ascuas, porque además seguro que ya se lo está imaginando. El mejor sentido del humor es el que le ayuda a conectar con las demás personas y el que le sirve para autoafirmarse. Me gusta especialmente este último, el humor reafirmante, que es con el que usted se vuelve capaz de darle la vuelta incluso a las situaciones más adversas. Y es que reírse de uno o una misma no es tan fácil, sobre todo en soledad.

La capacidad sanadora de la comedia

Si se ha caído de culo alguna vez en un calle concurrida, o le ha empapado un coche al pasar por un charco, o se ha enganchado en el pomo de la puerta al entrar en esa reunión tan seria e importante, o si el viento le ha arrancado de golpe el paraguas de las manos mientras caían chuzos de punta, sabe lo sanador que puede ser tomarse una situación con buen sentido del humor, de ese reafirmante, o no. Cualquier otra alternativa, como sería cogerse un cabreo del quince, no cambia los hechos, y además le hace daño.

Piense cómo reaccionó, o cómo reaccionaría, si al meter la leche a calentar en el microondas la vierte toda dentro del aparato; o si se le rompe la bolsa de la compra en mitad de la calle; o si alguien, de pronto, le deja en evidencia con cualquier comentario; o si se equivoca usted en esa exposición pública que tanto ha ensayado. ¿Es capaz de relativizar y encontrar el lado cómico para salir indemne de la situación? Ahí es donde entra su inteligencia emocional y, con ella, su capacidad para regular todas las emociones desagradables que pueden surgir, de forma que le sirvan y, además, le ayuden a sanarse.

Humor para fortalecerse como persona

El sentido del humor es un regulador excepcional, un aliado inmejorable de su inteligencia emocional. Me refiero al humor reafirmante no castigador, claro. La buena noticia es que se puede entrenar.

Es verdad que se trata de una capacidad muy subjetiva. Lo que para usted es gracioso, para mí puede ser hasta ofensivo, o viceversa. Pero no buscamos coincidir, buscamos potenciar en uno o una misma esa habilidad para restar trascendencia a las cosas que pasan y no perder el sentido de lo que es verdaderamente importante sólo porque una situación le saque las emociones que menos le gustan.

Hay quienes traen este talento de cuna, y les cuesta muy poco hacer un chiste que rebaje la tensión en cualquier situación que viven. Y hay quienes se lo toman todo más a pecho. Detrás de este último tipo de personas puede haber inflexibilidad, quizás perfeccionismo, falta de perspectiva o algún problema de autoestima. Empiece por mirar esto.

Cinco propuestas para desarrollar el sentido del humor

A reír se aprende riendo. Así que, como primera propuesta, le propongo que dedique algún tiempo a ver comedias, por ejemplo, o a leer cómics, o vaya a un taller de risoterapia. Encuentre el humor que a usted le gusta, elija bien, y fíjese en cómo los personajes salen de las situaciones. Pero sobre todo ríase.

Pase después a la realidad. Mi segunda propuesta es darse paseos por la calle buscando personas o motivos que le provoquen una sonrisa. Yo le cuento los míos: perros jugando y corriendo en un parque; niños o niñas cuando empiezan a hablar con esa ‘media lengua’ que todo lo mezcla; gente en un karaoke cantando desinhibida; grupos de personas celebrando cualquier cosa… Es cuestión de mirar. Y de valorar.

Como tercera propuesta le sugiero entrenar eso de reírse de usted y relativizar. Recuerde situaciones de su pasado en las que pensó que hizo el ridículo o fueron muy embarazosas y que le resultaron muy complicadas de gestionar emocionalmente, ¿cómo las ve ahora? Hágase una lista y observe cómo el tiempo las ha relativizado. Así, podrá estar más ágil la próxima vez que le pase algo parecido y será más capaz de relativizar sobre la marcha con preguntas del tipo: ¿cuánto tiempo se recordará esto?, ¿qué es lo peor que puede pasar ahora?, ¿qué pensaré yo dentro de unos años?

Mi cuarta propuesta es que ejercite su capacidad para hacer reír a quienes le rodean. Vaya poco a poco, sobre todo si la gracia no es ya un talento suyo. Practique primero con su círculo más cercano, ese que todo lo perdona, pero cuente chistes o anécdotas propias buscándoles el sentido más cómico del que seas capaz. Oriente su sentido del humor hacia la satisfacción de las demás personas, que esa es de las satisfacciones propias más poderosas.

Lamentablemente, creo que nuestra sociedad tiene un problema con el optimismo, y se suele asimilar a gente ilusa, que no tiene los pies en suelo o que no sabe bien ‘cómo está la cosa’. Pero, ¿sabe?, esa es mi última recomendación: rodéese de ese tipo de gente positiva y, a poder ser, graciosa. Nada como el contagio emocional de las personas que saben usar ya su sentido del humor para regular las emociones.

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