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De la sencillez de el punto a las torres colombinas

  • La imagen moderna Las torres se levantaron en El Punto en los años sesenta, tras la apertura de la Gran Vía, ofreciendo un toque de modernidad a la ciudad desde la alameda

El Punto fue siempre un lugar emblemático. Era el principio del entramado urbano. Cuando se llegaba hasta aquí se había dejado atrás la zona de campo, que más tarde daría lugar a la populosa barriada de El Polvorín y la expansión de la ciudad.

Recibe este nombre por ser el punto o lugar donde se encontraba el fielato y se pagaban los impuestos de consumo por todo aquello que le llegaba a los onubenses. El otro se situaba en Cardeñas. Con ambos quedaban controladas las dos entradas por tierra.

Era el acceso desde la denominada Carretera de Sevilla, que se adentraba hasta el antiguo Ayuntamiento. Es el trazado que une Berdigón hasta Concepción, y de ahí por Mora Claros hasta la calle Puerto, pasando antes por el Palacio de los Medina Sidonia, en la calle a la que dieron nombre.

Por otro lado llegaba hasta aquí la llamada Carretera del Odiel, la actual avenida de Italia, que va a constituir la salida necesaria para la actividad portuaria, paralela de alguna forma desde finales del siglo XIX a la línea férrea de la antigua estación de Sevilla.

En los años cincuenta el nuevo trazado de la ciudad en la calle de Enmedio dará paso a la Gran Vía, la zona oficial que le irá quitando el aspecto pueblerino de sus calles. En El Punto confluirán a partir de ese momento tres arterias, la Carretera del Odiel, la Carretera de Sevilla y la nueva Gran Vía.

En ese afán de cambio en la ciudad, que le de un aspecto moderno, se levantarán aquí tres grandes bloques de viviendas, bautizados con reminiscencias colombinas. El edificio Yañez-Pinzón, el conocido popularmente como el de la cafetería Antón. En el diario Odiel se anunciaba que el 4 de octubre de 1965 quedaba abierta la adjudicación de pisos y locales. Un bloque emblemático con 15 plantas destinadas a viviendas, oficinas y locales comerciales. Se daban todo tipo de detalles de estos pisos considerados de lujo, con una superficie de 110 a 200 metros cuadrados. Se incluían novedades como la instalación de teléfonos interiores con portería o la antena múltiple de TV con canalizaciones en viviendas. Una revolución para entonces.

Otro de los edificios es el Carabela Santa María en la esquina con la Gran Vía, diseñado por Eleuterio Población Knappe, de 1968.

Algo más tarde, el antiguo Brasil Grande pasará a convertirse en solar donde levantar el actual complejo de viviendas del Parque América.

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