En el Titán

Una manta para cuando hace frío

  • El Refugio San Sebastián es una respuesta para atender a las personas sin hogar durante las crudas noches de invierno

Una de las cenas en el Refugio de San Sebastián.

Una de las cenas en el Refugio de San Sebastián. / Alberto Domínguez

Con los fríos de enero llega la necesidad de ofrecer la caridad a cotas que al menos supere la frialdad que muestran los termómetros.

Un mes de enero que en Huelva se vincula a las bajas temperaturas y a un Patrón, San Sebastián, que desafía a ese tiempo saliendo “en cueros, en medio del mes de enero”, como decían las letrillas populares.

Un San Sebastián que vinculó siempre a su fiesta un gesto de caridad por parte del Ayuntamiento y de su propia hermandad. Una preocupación la práctica de la caridad para no solo alimentar en estos días, sino abrigar el cuerpo del necesitado.

Una de las primeras citas que encontramos para nuestro libro San Sebastián. Barrio y devoción en Huelva es de 1894. Está relacionada con la puesta en marcha por entonces del Asilo de Niños Huérfanos en la ermita de la Soledad, en pleno barrio y costeaba una comida extraordinaria. Incluso dos años después el Ayuntamiento dedicó el presupuesto de los festejos populares a obras de caridad para atender así a las peticiones que recibía del asilo y de otras sociedad benéficas y que, por otra parte, tenía la mano caritativa de la Iglesia onubense. Una ayuda que se traducía en sesenta mantas de abrigo para los pobres que asistían la Conferencia de San Vicente de Paúl, además de otras ayudas económicas al propio asilo y a enfermos. Al siguiente año el reparto general a los necesitados se hacía en la plaza de toros.

En el asilo era una jornada festiva para los niños, con la llega del Ayuntamiento había música y fiesta.Esta atención caritativa se mantuvo en el tiempo y hay momentos como en 1918 cuando el Consistorio abre una suscripción pública para el reparto de mantas que se hacía el 20 de enero.

Con el tiempo hay muchas formas para conseguir los fondos de manera original y entroncada en la fiesta como una subasta de hortalizas. El caso es que la hermandad patronal había repartido en 1948 un total de 120 mantas y 1.700 panes. Luego será la misma Tertulia Litri la que asume estos repartos a mediados de los años cincuenta del siglo pasado.

Hay años en los que tras la procesión se servía un almuerzo extraordinario en el Refugio Municipal ubicado en la misma ermita de la Soledad que era, por entonces, emblema de la caridad en Huelva, en la que incluso participaba Miguel Báez Litri, en 1957.

Tanta es la preocupación por estos gestos de caridad que en 1965 se organiza un festival taurino benéfico para las ayudas asistenciales .

Es gratificante ver cómo las fiestas más castizas de la ciudad contaban con el ejercicio de la caridad, algo digno de todo encomio y que servía de punto de referencia para otras celebraciones religiosas.

Hoy también se mira al futuro y es muy acertado que desde la Diócesis de Huelva se haya puesto en marcha en este principio de año el Refugio San Sebastián en la Casa de la Iglesia, colindante a la parroquia del Patrón.

Una iniciativa que pone en marcha Cáritas con la financiación del Ayuntamiento, que corre con el 75% de los gastos, y la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío, con el 25.

Sin duda, el Ayuntamiento atiende el compromiso social que tiene con los más necesitados. E, igualmente, y como muy especialmente significativo es la aportación de una hermandad, en este caso de gloria, tan importante como la de los rocieros de Huelva. Esta es una forma de estar siempre en camino hacia la Blanca Paloma.

El Refugio San Sebastián permanecerá abierto en horario de 21:30 a 9:30, todas las noches desde el 2 de enero y hasta el 21 de marzo.

De esta forma, la Diócesis refuerza aquí las iniciativas que buscan ofrecer una respuesta integral a la situación de estas personas, como Puertas Abiertas, la Casa Santa María o la Casa Santa María de los Milagros para enfermos.

Es importante que las hermandades se hagan presente en estos proyectos y sean iniciadoras de otras propuestas de atención caritativa. Nadie dude que esta es la mejor túnica para el Señor y el mejor manto de una Virgen, con el que abrigar y dar calor al que pasa frío.

Me quedo ahora con las palabras escritas por los compañeros del periódico La Provincia que en 1900 no escatimaba en elogios por esa ayuda en las Fiestas de San Sebatsián para paliar los efectos del frío mes de enero: “Se repartió un centenar de mantas a los más necesitados, y aplaudimos la idea, porque en esta época de frío nos parece que nada más agradable a los ojos de Dios, ni más propio para recordar y solemnizar los hechos piadosos de un santo que dar abrigo al que lo ha de menester”.

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