Festividad de la Inmaculada

Huelva siente de nuevo a su Purísima Concepción

  • La imagen mariana recorre las céntricas calles de la capital ante la atenta mirada de devotos onubenses 

  • La Banda de Música Maestro Tejera pone los sones

Representantes de hermandades preceden a la Purísima Concepción en su recorrido.

Representantes de hermandades preceden a la Purísima Concepción en su recorrido. / Josué Correa (Huelva)

La encontró como siempre. Y como nunca antes lo había hecho. Huelva halló de nuevo a su Purísima Concepción. En una salida que pinta el cielo de pureza como su manto brocado de intenso azul y ocre. Huelva la encontró como siempre. Limpia y pura de todo pecado en un día que se realza con su festividad. La encontró con su saya de siempre, su serena expresión y una corona que roza estos días la luz de la Navidad. Lo hizo desde el mismo rincón de la nave de la iglesia de la Concepción. Con el mismo trajín de organización de una hermandad que lleva su nombre y el Triunfo de Cristo.

Huelva la esperó como el que espera un refugio en el que cobijarse. Percibió cómo acariciaron el suelo del templo los costaleros que dirigía Francisco Rey, escuchó las notas de Sine Labe Concepta desde los experimentados instrumentos de la Banda de Música Maestro Tejera, y acogió el amor que respiran por su Madre todas las representaciones cofrades que la precedían en los diferentes tramos.

La encontró como siempre. En su dintel. A la espera de una nueva llamada. De una nueva tarde de gozo para el corazón onubense. Y Huelva miró su cara como nunca antes lo había hecho. El que en años anteriores la encontró en los brazos de sus padres ayer lo hacía a través de los cristales de sus gafas. El que peinaba canas le contaba quién faltaba en su vida y todos los que estaban. Y de la mano su nieto señalaba las calas rosas, las gerberas salmón y las flores de cera que había dispuesto Antonio Rivera y que se mecían en las esquinas ante la partitura de Estrella Sublime.

La Purísima Concepción nada más comenzar su procesión. La Purísima Concepción nada más comenzar su procesión.

La Purísima Concepción nada más comenzar su procesión. / Josué Correa (Huelva)

El vuelo de la Purísima Concepción también llegó hasta los altos balcones para que la encontrasen sus vecinos entre láminas de consuelo transparente. Ni siquiera el sol, en el auge de su tarde, resplandeció más que su corona de plata. Huelva miró como nunca antes lo había hecho. Con la satisfacción del que caminaba tras sus pasos. Con el apretón de manos de la anciana que espera en su silla de ruedas y del nieto en su sillita de bebé. Huelva encontró de nuevo su abrigo otoñal en las calles que dibujan su corazón. El centro de todo.

La Purísima Concepción recorrió las peatonales calles que mantienen viva a su ciudad entre luces navideñas, el aroma del incienso y una paleta de colores que se tiñe en miel, naranja, y añil. La imagen de Mario Moya paseó suave, serena, con alegría musical y recorrió las céntricas calles de una capital que quiso sentir de cerca a su Purísima con la presencia del obispo de la Diócesis de Huelva, José Vilaplana, y el alcalde de la ciudad, Gabriel Cruz, entre otras autoridades. El itinerario tenía marcado momentos álgidos como su paso por las hermanitas de la Cruz en la Plaza Niña o su visita a la Esperanza en la misma calle que lleva su nombre.

Emigrantes, Huelva, las hermandades de la parroquia y otras tantas representaciones acompañaron a la Hermandad de la Purísima Concepción y Triunfo de Cristo durante la festividad de la Inmaculada. Huelva cerró con la procesión una orla de cultos en honor a la Purísima. Una novena, un rosario público, la función principal, y los sones de las tunas ante la imagen mariana fueron la preparación del día grande de su nombre. Ayer, cuando Huelva la encontró como siempre, precisamente, la miró como nunca antes lo había hecho.

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