Psicología y Salud: Cómo decir 'no' sin sentirte culpable
Todo está en ti
Establecer límites y priorizar tus necesidades mejora tu salud mental, reduce el estrés y fortalece tus relaciones personales
Psicología y Salud: La validación

Muchas veces no somos capaces de decir NO a alguien porque nos sentimos culpables, y realmente queríamos decir que no. Ya puede ser en el trabajo, cuando un compañero te pide que le cambies un turno y no te viene bien; cuando te piden que vayas a una fiesta y tampoco te apetece porque estás cansado; o alguna reunión familiar en la cual no tienes ninguna gana de coincidir con un familiar y tampoco eres capaz de decir que no, etc.
Es muy importante saber decirlo, pero, sobre todo, dejar de sentirnos culpables, ya que es fundamental establecer límites para honrar tus propias necesidades con confianza y amabilidad. Convertirte en una persona más asertiva y directa va a ayudarte a reducir el estrés, disminuir el agotamiento mental y, realmente, hacer las cosas que a ti te apetecen y te importan.
¿Pero qué significa realmente decir no sin tener culpa? Esto significa reconocer y respetar tus propias necesidades y límites, y darte cuenta de que es muy sano y muy bueno priorizarte, y que hacerlo no te convierte en una mala persona. Todo lo contrario: el amor empieza por uno mismo, se llama amor propio. Establecer límites saludables es un paso súper importante para llevar una vida satisfactoria y más equilibrada, junto con una buena salud mental, al estar cuidando de ti.
Al aprender a decir que no como algo sano y saludable, en lugar de verlo como algo complicado y difícil que pueda llevar a un conflicto, vas a encontrar que no solo estás aprendiendo a decir que no a otros, sino que te estás diciendo a ti mismo que sí. Estarás aprendiendo a ser más asertivo y también a tratarte con autoestima, haciendo que tus necesidades sean prioritarias.
Durante mucho tiempo, la sociedad ha elogiado el desinterés hacia uno mismo y el entregarse hacia los demás para evitar conflictos, ya que el ser humano lucha por no tener conflictos, evitando situaciones que realmente nos hacen daño a nosotros mismos. Por ejemplo, nos preocupamos por cosas como: “Si digo que no, decepcionaré a alguien, dañaré una relación o alguien se enfadará conmigo”. Entonces, de ahí surge el miedo a perder a esa persona o al enfado de los otros.
Hay que ser honestos con uno mismo sobre los límites que queremos poner hacia los demás, haciéndolo de una manera respetuosa. Por ejemplo, si alguien nos invita a una fiesta a la que no tenemos ganas de ir, tenemos que aprender a decir: “Muchas gracias, pero me encuentro cansado, prefiero quedarme en casa esta noche”. Si alguien te pide el cambio de turno o de día de trabajo, por ejemplo un sábado, y ese sábado tenías pensado ir a la playa, decir que no también es atenderte a ti, y lo haces de una manera educada y asertiva, pudiendo atender tus necesidades sin ofender a la otra persona.
Desde la salud mental, el aprender a decir que no es una forma de autocuidado, ya que el exceso de compromiso por miedo a decir que no puede conducir a un exceso de estrés y ansiedad, e incluso a sentimientos de resentimiento: “Hay que ver todo lo que hago por esta persona y luego ella no me lo devuelve…”. Hacemos muchas cosas esperando que las personas las hagan por nosotros, y eso no siempre pasa, y lo único que nos genera es mucha rabia y rencor, aunque digamos que lo hacemos porque nos da la gana y no porque nos lo devuelvan. Pero, en el fondo, como estamos haciendo un gran esfuerzo porque no nos apetece, estamos esperando que nos traten igual.
El aprender a decir que no sin culpa nos va a empoderar para tomar el control de nuestra vida. Se trata de poner límites para ti mismo que te protejan tu energía, tiempo y ganas. Esto no va de egoísmo, esto va de ser honesto contigo mismo y con los demás. Te va a liberar de la carga de compromisos innecesarios que te pueden distraer de tus deseos y objetivos. Cuando estamos continuamente obedeciendo las peticiones por un sentido de obligación, te puedes sentir angustiado y abrumado, llevándote a estrés, ansiedad, además de irritación general y frustración. Por eso, cuando uno empieza a decir que no sin culpa, está reconociendo sus propias necesidades y valorándose, lo cual va a aumentar su autoestima y su confianza, pero sobre todo su estado de ánimo en general, ya que vas a descansar y estar pendiente de ti. Cuando acostumbras o empiezas a educar a la gente que tienes alrededor con límites, la gente va a aprender a no sobrepasarlos.
En conclusión, va a haber un mayor respeto mutuo y una comprensión más profunda en tus interacciones, que a la vez va a ayudar a otros a que sean también honestos y cubran sus propias necesidades. Es decir, por imitación. Recuerda que enseñas a la gente a tratarte de la misma forma en que te tratas tú.
Para dejar de sentir culpa al negarte, primero debes recordar que tienes derecho a decir que no. No puedes complacer a todo el mundo, y tampoco puedes ser feliz haciendo cosas que no quieres hacer. Aceptar esta realidad es el primer paso.
Es fundamental entender que la culpa es una emoción normal, sobre todo si no estás acostumbrado a decir que no. No se trata de negar esa emoción, sino de reconocerla y aprender a no dejarte guiar por ella. La culpa es pasajera. Puedes sentirla, pero no necesitas actuar desde ella.
También es clave que escuches tu voz interior. Si alguien te pide algo, tómate unos segundos antes de responder. Sé honesto contigo y con tu intuición. Si no lo tienes claro, retrasa tu respuesta. Tomarte un tiempo evita que luego te arrepientas por haber aceptado impulsivamente.
Pon tus prioridades por delante de las de los demás. Esto te llevará a tener relaciones más sanas y auténticas, tanto contigo como con quienes te rodean. Aprende a comunicarte de manera asertiva, priorizando tus necesidades con respeto. Esto se aprende con práctica, y un profesional puede ayudarte a mejorar tu forma de comunicarte sin ser ni agresivo ni sumiso.
Evita justificarte o disculparte en exceso. Las excusas continuas solo alimentan la culpa. En su lugar, sé claro, honesto y firme en tu decisión.
Y, sobre todo, recuerda los beneficios de decir que no: si no lo haces, muchas personas acabarán aprovechándose de ti. Y, aunque lo hagas por evitar conflictos, a la larga dañarás la relación, porque tú sentirás que abusan de tu confianza.
Al final, la decisión siempre es tuya: puedes vivir tratando de agradar a todo el mundo, sintiéndote agotado y con culpa, o puedes elegir ser honesto contigo mismo y vivir de acuerdo con lo que realmente deseas, sin que eso te convierta en una mala persona.
Decir que no también es un acto de amor. De amor propio.
También te puede interesar
Lo último
El parqué
Jornada en rojo

El mundo de ayer
Rafael Castaño
Toda la vida por delante

Enhebrando
Manuel González Mairena
Una tarde en el museo
La tribuna
La agenda de la política de escolarización
Contenido ofrecido por Quantica