Psicología y Salud: Aprender a dejar ir
Todo está en ti
Liberarse emocionalmente no es rendirse, es priorizar la tranquilidad por encima del dolor, la ira o el miedo
Banderas rojas o red flags

Huelva/Aprender a dejar ir significa liberar de tu control mental algo que ya no te trae alegría y no te sirve: por ejemplo, un error del pasado, una pareja, un rencor, una amistad, etc. Se trata de liberarte de esa carga emocional que te arrastra hacia un pozo para poder seguir con mayor tranquilidad.
El dejar ir puede ser de diferentes maneras. Si es una causa del pasado, se trata de aceptar que ya no se puede cambiar y dejar de entrar en bucles mentales sobre lo que podrías haber hecho. Si se refiere, por ejemplo, a personas o situaciones que te siguen impactando negativamente, aquí sería necesario establecer límites. ¿De qué manera? Teniendo una conversación pendiente con ese amigo, con el cual quieras poner distancia, aclarar cosas o incluso cortar lazos y dejar una situación o una relación que no te beneficia.
También está el dejar ir en las situaciones del día a día: es como decidir no estresarte por las cosas que no dependen de ti, que están fuera de tu control. Pueden ser cosas del exterior o lo que pueda venir. Aquí lo que haces es elegir conscientemente enfocarte en lo que sí depende de ti, como pueden ser tus acciones, tus respuestas y tu mentalidad.
Lo que está claro es que suprimir las emociones no funciona. Se trata de sentir lo que necesitas sentir, entender lo que sientes y por qué lo sientes, y así podrás ver lo que te está enseñando esa situación. Pero no debes quedarte bloqueada en la emoción, como puede ser el miedo o la angustia, porque lo único que vas a hacer es revivir la situación y quedarte estancado.
Aceptar es dejar ir, y la aceptación no es resignación: es asumir que la situación es la que es y no la que te gustaría que fuera. Al no soltar, te aferras a emociones muy negativas: rencores, expectativas poco realistas, mucha rabia… y esto conduce a la ansiedad, el estrés e incluso la depresión. Es como si llevaras una mochila llena de piedras: sales de casa todos los días cargando con ella, donde vayas llevas esa mochila. Cuando vuelves a casa estás totalmente agotado del peso que has estado cargando todo el día.
Según la psicóloga Judith Sills, hay tres emociones en el nivel más profundo. Desde la perspectiva del dejar ir, nos obliga a enfrentarnos a tres emociones fuertes: el amor, el miedo y la rabia.
La rabia. Es verdad que puede ser difícil dejar las cosas del pasado que nos han lastimado o nos han parecido injustas. La ira puede quedarse durante mucho tiempo, pero, a medida que pasa el tiempo, empiezas a darte cuenta de que la única persona a la que afecta esa rabia es a ti. Si los otros se equivocaron, pregúntate: ¿Qué es más importante: tener razón o estar en paz? No siempre se pueden tener ambas cosas, pero puedes elegir dejar de aguantar lo que te causa dolor y ser libre.
El miedo. Todos experimentamos miedo en algún momento: miedo a perder a alguien, al fracaso, a lo desconocido… El miedo está en todas partes y vive dentro de nosotros, alimentándose de nuestras inseguridades. Pero si dejas que el miedo te controle, te paralizará y evitará que crezcas. El secreto no es que el miedo desaparezca, sino que confíes en ti, incluso con miedo.
El amor. Hablamos del amor romántico, pero también del amor familiar o entre amigos. Si el amor se vuelve tóxico, o la otra persona ya no siente lo mismo y decide irse, es una prueba de vida. Aquí puedes elegir enfocarte en la tristeza de que ese amor se ha ido o en la alegría de que sucedió. Incluso en relaciones dañinas, puedes elegir soltar con paz y amor. Aunque haya sido importante, si ya no es sano ni satisfactorio, lo mejor es dejar ir, alejarse y soltar.
Es duro, pero también muy necesario. No se trata de sobrevivir, se trata de prosperar. Por eso, al dejar ir te sientes libre. Dejar ir es una elección que haces para priorizar tu tranquilidad por encima de cualquier cosa. Dejo ir el dolor, la ira o el miedo y elijo vivir de otra manera, soltando lo que ya no me suma.
Hay cuatro pasos fundamentales para dejar ir.
Primero la comprensión. Entiende lo que te está pasando. Identifica lo que sientes, no solo el síntoma, sino la causa profunda. No ignores las emociones, siéntelas. Expresa lo que llevas dentro, habla con alguien, sé honesto contigo mismo. No se trata de culpa, sino de responsabilidad: reconocer qué papel jugaste tú, aunque sea pequeño.
Aceptación. Acepta las cosas tal y como son, no como te gustaría que fueran. El pasado no se puede cambiar. Mira qué te ha enseñado esa experiencia y aprende de ella. Recuerda: el dejar ir tiene que ver contigo, no con los demás. No puedes cambiar a nadie, pero sí puedes cambiar cómo te afectan esas personas o situaciones.
Aprendizaje. Si te tomas tu tiempo y observas con atención, verás la lección que hay detrás de lo vivido. Puede ser un cambio de rumbo o una necesidad de alejarte de alguien. Todo lo que nos pasa trae un aprendizaje.
Dejar ir. Este paso suele llegar después de los anteriores. Si has sido honesto contigo mismo, estarás listo para liberar lo que ha sucedido y que ya no tenga poder sobre ti. Dejar ir no es olvidar, es que ya no te duela. Es el paso que te permite seguir adelante con tu vida.
Dejar ir es un ejercicio mental, un viaje hacia tu interior en busca de libertad y una vida más satisfactoria. No se trata de borrar tu pasado, sino de honrarlo y seguir adelante con mayor ligereza.
Cada vez que sueltas, te empoderas. Y con cada paso que das, recuperas tu paz.
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