El problema de las relaciones del Puerto de Huelva con América
Crónicas de otra Huelva
Ponce Bernal: “Si ha de huir Huelva de la decadencia, tiene que transformarse con el esfuerzo de todos en la Barcelona del Sur de España, con todo lo que esto implica de ensanche de múltiples actividades fabriles y de expansión mercantil”
Crónicas de otra Huelva | Al abrirse el curso académico
LA INTRODUCCIÓN
Los intereses de Huelva por encima | Con solo 24 años despertaba su espíritu crítico
El pasado 11 de diciembre reprodujimos en estas páginas uno de los artículos que, a mi juicio, mejor definen la obsesión que Ponce Bernal sentía por la prosperidad de su Huelva natal. Lo escribió en abril de 1928 y alertaba a los onubenses de que se estaba decidiendo qué ciudad portuaria sería designada como Puerto Pesquero del Sur, para que los poderes públicos, institucionales y la ciudadanía aspirasen a lograrlo para Huelva. En liza estaba con Sevilla y Cádiz, pero él creía que la posición estratégica de esta provincia, su tradición pesquera y su potente industria conservera eran valores más que suficientes para que fuera agraciada con esta importante designación.
Seis años antes de escribir ese artículo se acababa de presentar a los lectores como cronista social en La Provincia. Con solo 24 años, Blanqui-Azul despertaba ese espíritu crítico y ambicioso para con los intereses de Huelva y de la provincia. También entonces apuntó al Puerto, convencido ya de que esta infraestructura era clave para el progreso, punto neurálgico para el desarrollo económico y social de la provincia. Huelva debía convertirse en “la Barcelona del Sur de Europa”, decía, si quería huir de la “decadencia” que él apreciaba en la sociedad de entonces y en la dejadez de las clases directoras. La posición de Huelva en el Atlántico y su hermanamiento con América la hacían acreedora de mantener y potenciar un tráfico de mercancías que traería riqueza y progreso, importaría los frutos americanos y sería el centro de exportación más activo de Ultramar, a la vez que el más cercano a la vecina Portugal.
Mostrando esa mirada amplia y lúcida, su peculiar actitud reivindicativa a la hora de proyectar el futuro de su tierra, pedía en este artículo la necesidad de que se construyeran los muelles definitivos y el ferrocarril a Ayamonte. Fíjese el lector que todavía entonces no existía esa vía férrea que dejamos convertir en vía verde a partir de su cierre y desmantelamiento en 1987, tras 50 años de servicio, para ahora volver a reclamar su trazado. En el plazo de un siglo, se construye, se destruye y se vuelve a reclamar. De locos, que diríamos muchos.
Para ello había que combatir, preocuparse, actuar con diligencia. Ya en esos años jóvenes en los que entraba de lleno en la vida social, sindical y política de Huelva, Ponce Bernal espoleaba a los onubenses y a sus clases dirigentes para que no dejaran ir las oportunidades que podían conducirla a un futuro floreciente.
No hay emporio marítimo en España que no cuide, con amor, de su intercambio mercantil allende el Atlántico sin hablar de Barcelona, Bilbao, Vigo, sostenedores de un enorme tráfico americano, los puertos de segunda categoría, Cádiz, Gijón, Valencia, Almería, entre otros, cultivan un intenso comercio de ese linaje, base fundamental de su vida económica.
Y cuando casi todos los centros marítimos de la península extienden su tráfico o tratan de extenderlo, Huelva ni se preocupa poco ni mucho de ello.
Sin embargo, Huelva “la desamparada” debía de obrar de otro modo. El ambiente que le rodea no es para otra cosa. Por toda la América latina resuena desde tiempo inmemorial el nombre de Huelva, cuna de la más grande epopeya que registra la historia de la humanidad.
La humilde Huelva debe preocuparse más de sí misma y caminar por nuevos derroteros.
La exportación de mineral no son exclusivamente sus elementos únicos de vida.
El Condado y Ayamonte principalmente, productores de vinos y conservas respectivamente podrían nutrir las expediciones a Ultramar, que ya las importaciones arribarían aquí intensamente.
No se ha presentado, en la existencia de Huelva, un problema como el que tiene hoy por delante. A resolverlo, en tal forma que las generaciones futuras enaltezcan su presente acción, deben aplicar sus clases directoras las más altas iniciativas.
En explotación los principales núcleos de riqueza de la provincia, poco queda ya libre y entre eso poco, queda por construir los muelles definitivos y el ferrocarril de Ayamonte.
Si ha de huir Huelva de la decadencia, tiene que transformarse con el esfuerzo de todos en la “Barcelona del Sur de España”, con todo lo que esto implica de ensanche de múltiples actividades fabriles y de expansión mercantil; Huelva, en último término, puerto por excelencia, del Atlántico, importaría los frutos americanos, para distribuirlos por todo el Sur y el centro de la Península, así como sería el centro de exportación a Ultramar, más activo en toda esta costa del Sur, puerto a la vez el más cercano a Portugal.
Pero esa nueva organización económica de Huelva lleva consigo un imperativo categórico: la construcción del ferrocarril a Ayamonte y la de los Muelles definitivos.
La pavorosa situación económica que estamos presenciando oficiará de tremendo latigazo sobre la Humanidad, y la Humanidad, en cuya mente anida la ciencia, se moverá, progresará más rápidamente ahora que nunca, aplicando a su labor, en la industria y el comercio, energías máximas y los métodos técnicos más depurados.
Si España entera, en este nuevo período, habrá de seguir, con bríos, esa ruta para evitar su decadencia, a Huelva, de suyo, le corresponde avivar, hasta el extremo posible, su propia acción, aprovechando el estado de cosas tan singular que al otro lado del Atlántico mueve a la opinión en favor nuestro: la dilatación y el perfeccionamiento de sus organismos de enseñanza, de sus líneas ferroviarias y de su puerto llamarán todos los cuidados. Así dispondrá de los elementos necesarios para extender su comercio de permuta con Estados Unidos y en especial con todas las Repúblicas de la América latina, deseosas de tratos mercantiles con la histórica Huelva pues los tratos espirituales están bien intensificados y se irán intensificando cada vez más debido a los trabajos de la Colombina Onubense, cuya labor en este orden merece los mayores encomios.
Es de suponer que Huelva, la histórica Huelva, no se dedicará a vivir de sus rentas, sino que progresará sin cesar a fuerza de laboriosidad, de ciencia y de disciplina, en esta nueva era, encarnación, ya lo estamos viendo, de iniciativas sin tasa, que preludian, creámoslo, una Huelva futura, pletórica de avance intelectual y de prosperidad material, bajo ideales de justicia.
BLANQUI-AZUL
La Provincia, 02-10-1928
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