Coronavirus Huelva

“El problema no es tanto el coronavirus como la pobreza”

  • El cura de Nerva Antonio Fidalgo, misionero de la Diócesis de Huelva, comparte desde Perú sus impresiones cobre la pandemia de coronavirus

Fidalgo durante sus misiones en Perú.

Fidalgo durante sus misiones en Perú. / H. Información (Huelva)

El cura nervense, Antonio Fidalgo, sacerdote de la Diócesis de Huelva, de Misiones en Perú, delegado de Cáritas en la zona, comparte sus impresiones ante la pandemia de coronavirus que la ha tocado vivir al otro lado del Océano Atlántico, a más de 8.000 kilómetros de distancia de tierras onubenses, con la certeza de que en el lugar donde se encuentra “el problema no es tanto el virus como la pobreza”.

Fidalgo lamenta la situación por la que atraviesan las personas más vulnerables de la zona en la que se encuentra trabajando; las dificultades a las que se enfrenta para desarrollar su labor; y comparte sus reflexiones personales sobre los momentos de incertidumbre que vivimos, recomendando a todo el que quiera escucharle un limpiado interior para quedarnos con lo que verdaderamente importa en esta vida: “El amor, la familia, los amigos, la justicia…”.

A día de hoy, en Perú se registran más de 2.000 diagnosticados y 83 muertos con coronavirus. “Aquí las medidas de seguridad para prevenir el virus son muy parecidas a las que se están tomando en España. Las comenzaron a tomar desde el primer momento en que aparecieron los primeros casos. Ya llevamos 19 días en cuarentena. Y los casos van aumentando, si bien es cierto que no al ritmo que se ha estado viendo en Europa”, comenta.

Pero “el problema en Perú no es tanto el virus como la pobreza”. Según comenta este misionero nervense de la Diócesis de Huelva, “aquí el que no tiene no come. De qué va a vivir la gente si no les permiten moverse. Hay situaciones de extrema pobreza donde familias enteras llevan días sin comer. Y la única ayuda que reciben, a parte de la que podemos ofrecer desde Cáritas y otras oenegés, es la que les ofrece el Gobierno con bonos de unos 380 soles, unos 90 euros, que no dan para mucho. Por eso hay quien ya está empezando a sublevarse contra las medidas”, asegura.

En Perú es obligatorio llevar mascarillas para circular y el Gobierno les ha prometido a sus ciudadanos que todos tendrán acceso gratuito a este material, cuestión de la que recela Fidalgo. “Pero cómo van a repartir mascarillas para todos, si nosotros mismos desde Cáritas hemos tenido que donar nuestra remesa a policías y centros sanitarios de la zona para que puedan realizar su trabajo con unas mínimas garantías. La gente se las está fabricando en casa”, aclara.

La primera intención de Fidalgo, cuando decidió viajar a Perú el pasado verano, fue la de irse a la selva, donde asegura “están muriendo hace mucho tiempo de dengue y no salen en los medios”, pero finalmente le destinaron al sur del país, lindando con Chile. “La enfermedad y la muerte están muy presentes en zonas como esta. La capacidad de sufrimiento de estos pueblos es máxima. Nada que ver con los países occidentales más desarrollados. Sin embargo, no pierden la alegría, la esperanza, la fe…”, destaca.

Fidalgo quiere pensar que esta pandemia nos ayudará a ser mejores personas, pero es escéptico. “hay un refrán español que dice: “EL muerto al hoyo y el vivo al bollo”. ¡Pues eso!. No cabe duda alguna que mucha gente habrá tomado conciencia de que no se puede vivir como lo estábamos haciendo; que hay que cambiar; que tenemos que darle importancia a lo que verdaderamente lo tiene: a las cosas sencillas, al amor, la justicia, la familia, los amigos. Espero que la gente lo entienda, pero creo que la gran mayoría, una vez que venzamos al virus y se acaben los aplausos, empezarán a decir por qué no me han dado el número a la hora que quiero”, reflexiona.

Ante la Semana Santa tan atípica que estamos viviendo, sin procesiones en las calles, para Fidalgo lo verdaderamente importante es que, “Dios está en todas parte, como decía Santa Teresa, entre pucheros. Está presente en todo aquellos que haces con entrega, amor y servicio a los demás. Nos hemos quedado sin Semana Santa de calle, pero la viviremos de forma más íntima. El domingo de Ramos yo no pude ofrecer misa, pero participé en la que ofreció por televisión el Papa Francisco, y me encantó”, concluye.

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