El oficio de sacerdote coge impulso en Huelva con la promoción más numerosa de las últimas décadas
"Actualmente hay 17 seminaristas, de los que siete acaban de incorporarse. Es una cifra para dar muchas gracias a Dios. Es un momento histórico, muy esperanzador", cuenta el rector del seminario
Los futuros sacerdotes más jóvenes de la historia de Huelva cuentan sus emotivas experiencias de vida en el Seminario
Los futuros sacerdotes más jóvenes de la historia de Huelva: imágenes del inicio de curso en el Seminario
Comienza un nuevo curso en el Seminario Diocesano María Inmaculada de Huelva y este 2024 toda la comunidad religiosa está de celebración. Siete nuevos seminaristas empiezan su formación, la promoción más numerosa de las últimas décadas, por no decir de la historia. Algo que el propio Obispo de Huelva, Santiago Gómez Sierra, vive con entusiasmo. "Es un número un poco inusual. Este año han entrado siete de edades muy distintas. Es una alegría porque, además, se lo están planteando más y también chicas, ya que este año han entrado tres".
Dice el Obispo que "a medida en que se propone a Jesucristo como nuestra esperanza y como el que merece nuestro amor, el Señor pone esas semillas de la vocación, del anhelo de entregarse a él y servir a los hermanos en la Iglesia". Algo que, explica, también es fruto del trabajo constante que se hace con la Pastoral Juvenil. Gómez Sierra aclara que "la Iglesia no es una ONG", aunque naturalmente tiene que empeñarse "en hacer el bien y servir a los más pobres". "La Iglesia tiene que hacer presente a Jesucristo y la vida del Evangelio, así como la esperanza en la vida eterna y para eso necesita a los sacerdotes". En este sentido, celebra que haya muchos y cada vez más jóvenes que lo descubren. "Gracias a Dios tenemos el hecho de esta numerosa incorporación al seminario, pero además a la Diócesis han venido dos nuevas comunidades religiosas de monjas. Una en Santa Olalla y otra aquí en Huelva, y son religiosas jóvenes, también algunas recién graduadas, lo que supone una gran riqueza también en cuanto al testimonio de vida".
Un joven como guía
Juan José Feria Toscano es el joven rector del seminario de Huelva. A sus 33 años tiene la misión de ser el referente de los seminaristas durante su formación sacerdotal, además de ser el que dirige y coordina todas las dimensiones del aprendizaje. "Soy la figura que marca la directriz y guía la formación desde la parte humana, la más espiritual, intelectual y la parte pastoral, de vínculo con la comunidad", indica.
Es su segundo año como rector y han pasado otros pocos desde que fue ordenado sacerdote. Sin embargo, su juventud, dice, le da cierto grado de ventaja para conectar con los de menor edad. "Es verdad que el hecho de ser joven aporta cierta cercanía y una mayor comprensión de la realidad de los que entran que a lo mejor una persona que tiene más edad, a pesar de su experiencia. Yo digo siempre que la juventud no significa no tener experiencia, es verdad que los años dan sabiduría, pero también hay jóvenes que por sus circunstancias de vida y por lo que han vivido o hecho también tienen una visión de la vida muy razonable y muy justa", explica.
Actualmente, hay 17 seminaristas, de los que siete acaban de incorporarse. "Es una cifra para dar muchas gracias a Dios. Es un momento histórico, muy esperanzador también, con todas las reformas que se están llevando a cabo en la Diócesis y también en el seminario, a la hora trabajar por las vocaciones sacerdotales".
La vida en el seminario
Sin embargo, Juan José explica que para querer ser sacerdote "no basta con llamar a la puerta". Solo Llegar al seminario supone un cambio y forma parte de un proceso, por el que el aspirante previamente ha tenido que reunirse con el rector y realizar varias entrevistas. "Se piden informes pertinentes, incluso informes médicos para saber la salud de la persona que pide su admisión". Quien llega hasta aquí explica, "lo hace sabiendo por qué que lo elige. El paso se da porque el señor te llama y sabes que entrar en un seminario tiene su parte de exigencia". Igualmente, no solo se entra para estudiar, sino para formarse en la dimensión humana. "Los estudios son entre 5 y 6 años, pero hay otras cosas más, como la forma de relacionarse, de sentir y vivir las emociones...no solo se trata de que sean eruditos", destaca.
La vida en el seminario está basada en una rigurosa rutina. Los seminaristas, que residen en el propio seminario, se despiertan temprano para orar en la capilla. A continuación y tras el desayuno, reciben las clases, que los lunes abarcan todo el día y de martes a jueves solo por las mañanas. "Las tardes normalmente son de estudio o se dedican a clases de canto, música o a hacer deporte". Después, al final de la tarde, los seminaristas tienen otro momento de oración fuerte, "sin descartar que existen muchos instantes de convivencia y de tertulia entre los estudiantes". Los fines de semana realizan labores pastorales, por ejemplo en Cáritas o incluso en el centro penitenciario, teniendo, por supuesto, salidas regladas para visitar a familiares.
Una cuestión de vocación
El objetivo que se marca el rector no es otro que dejar su impronta. "Que se vea que es un seminario donde la gente está contenta, está alegre y que lo que vive, aun siendo exigente, es algo que merece la pena, porque se está por elección". Hoy en día, dice, "hay gente que llega después de haber dejado su trabajo o tras finalizar sus estudios y además de perfiles muy diversos".
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