En la muerte de José Antonio Mejías
José Antonio Mejías Romero falleció el 17 de julio de 2008 a los 41 años de edad. Cualquiera que lea esta escueta frase podría pensar que José Antonio era un hombre con mala suerte y que el destino no le dio tiempo para hacer grandes cosas. Nada mas lejos de la realidad. José Antonio, nacido en Huelva, era doctor en Química por la Universidad de Sevilla y profesor titular de la Universidad Pablo de Olavide. Había realizado diferentes estancias científicas a uno y otro lado del océano y sobre todo la más decisiva en su vida científica, la que realizó durante más de tres años en la Universidad de Oxford. Al volver de ella fue cuando tuve la fortuna de conocerle al entrevistarle en 1998 para ser el primer contratado entre los químicos de la Olavide. José Antonio justificó con creces esta elección ya que, a cambio, puso a la Olavide en el mapa de la ciencia en España.
Su trabajo sobre la estructura del agua y la hidratación de los iones H y OH es el más citado de todos los de la Olavide y probablemente lo será durante mucho tiempo. Pero es que el número de citas, con ser importante, no dice solo la importancia de un trabajo de ciencia básica. Su trabajo fue citado, entre otros muchos sitios, en Nature para resolver un importante problema electroquímico y sus cálculos sirvieron también para establecer por primera vez la estructura en disolución del prión, la proteína causante de la enfermedad de Creutzfeld-Jakobs que es la variante humana de la enfermedad de las vacas locas. José Antonio fue un hombre de grandes virtudes civiles que tenían contrapartida científica lo que significa que era extremadamente coherente.
Su curiosidad cientifica le hizo interesarse por problemas muy diversos como los relacionados con los radicales en la química atmosférica o la química del estado sólido, casi siempre en colaboración con los químicos del CSIC o su más antiguo alumno, Said Hamad, primero en el Imperial College y luego en Sevilla. José Antonio era una persona muy directa y eficaz a la hora de defender sus opiniones. Eso en Ciencia se llama terquedad si no va acompañado del éxito y perseverancia si se alcanza: José Antonio era muy perseverante. Sus trabajos eran perfectos casi desde el principio, nunca publicó una errata. Su extremo cuidado en su trabajo y su integridad, científica y personal, fueron cualidades que van mucho mas allá de las líneas de un obituario. En los pocos años que estuvo con nosotros, consiguió lo que no consiguen personas de vida más larga: ser, a la vez, querido y admirado y eso no corresponde a nadie con mala suerte. Mala suerte la nuestra, que no tuvimos tiempo de quererle más y admirarle más. Su huella, que no sustituye a la presencia pero la evoca, quedará por mucho tiempo.
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