Lo que el morrión esconde

El capirote de cartón, seña de identidad de la Semana Santa, ha ido evolucionando oculto bajo el antifazl cucurucho artesanal Los cofrades empiezan en el mes de agosto a encargar sus capirotes para la salida procesional de Semana Santa.

Mientras Jesús Vieira realiza un capirote de rejilla, Rocío García da las últimas puntadas al morrión que cubrirá este complemento cofrade.
Vicente Ponce / Huelva

27 de marzo 2009 - 01:00

Aunque rara vez se ha erigido como protagonista de la fiesta, no existe una silueta como la del capirote que disntiga o evoque, nada más verla, todas las imágenes, sensaciones, aromas, recuerdos... que guarda la Semana Santa. Es sin duda, el logotipo o anagrama oficial de esta fiesta religiosa. Un objeto puntiagudo, donde todas las hermandades o cofradías ensamblan sus escudos, y que con el paso del tiempo se ha convertido en la más contundente seña de identidad de la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.

Es tal su importancia, que desde el verano, muchos cofrades comienzan a encargarlos para tener, con tiempo, todo listo para su salida procesional. "Aunque parezca exagerado, esa es la verdad. Muchas onubenses que viven fuera y que sólo recalan por aquí durante las vacaciones, me encargan en agosto los capirotes", apunta Jesús Vieira Roldán, un cofrade, que alterna la especialidad de su comercio -una papelería-copistería- con todos aquellos complementos que arropan a la Semana Santa.

Reconociendo que para fabricar un buen capirote se debe ser cofrade, es decir, "te tiene que gustar mucho este mundo, conocer todas las hermandades, comprenderlo y trabajar a destajo por él", Vieira le mide la circunferencia de la cabeza y el alto de los ojos a un cliente que le acaba de encargar uno de estos capuchones.

Tras medirlo, la pregunta siguiente gira sobre si ya tiene la tela hecha o no, "para adaptar la tela al cartón o viceversa".

Cogiendo un cartón entre sus manos, Jesús lo va moldeando en forma cilíndrica hasta convertir esa cartulina gruesa en todo un capirote. "Sobre una media hora te lleva su elaboración", apunta, a la vez que señala que puede hacer una media de 400, "desde agosto hasta los mismos días de la Semana Santa".

No obstante, aunque el cartón sea su tradicional materia prima, desde hace ya algunos años, la 'sombra alargada y práctica' de la rejilla le va pisando terreno. "Los capirotes de rejilla son más transpirables, menos pesado y muchos más cómodos a la hora de llevarlos, ya que permiten colocarle una boina donde recaerá su peso", explica Jesús, mostrando uno de estos transparentes capuchones ensamblados conDstarlo según al crecimiento de la cabeza de los niños, amordarlo si un año tenemos más o menos pelos... además son hereditarios, pues pueden durar toda la vida", señala Vieira, quien enfatiza su larga esperanza de vida, "ya que no le afecta la lluvia, ni los golpes".

Ante este equipamiento de serie, estos revolucionarios capirotes son más caros que los de tradicionales, que siguen siendo los más demandados. "Los de cartón cuestan 6 euros, y los de rejilla de 20 a 22, según la altura del mismo. Aunque su precio condiciona, creo determina más la elección de uno u otro la comodidad con la que cada uno quiere afrontar su estación de penitencia", apostilla, mientras se adentra en el interior de su tienda, ubicada en el pasaje comercial de la calle Rico, convertida en todo un establecimiento integral de la Semana Santa. "Aquí vendemos desde llaveros de penitentes, hasta guantes, cinturones, costales, cd, dvd, sin olvidar que, incluso, personalizamos el aroma de los inciensos".

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