"Es como si mi madre no hubiera parido y mi hermano no hubiese existido nunca"

SoS BebÉs robados

Les dijeron que había muerto un hombre y que, a sus pies, en el mismo ataúd, iban a enterrar al niño.

Francisco Limón, en la última asamblea de SOS Bebés Robados Huelva, mostrando una foto familiar.

09 de julio 2012 - 01:00

EL caso por la presunta desaparición en las primeras horas de vida del hijo menor de la familia Limón Vaz es de los más antiguos de los que se tiene constancia hasta ahora en la provincia de Huelva, ya que se encuadra en los albores de la década de los 50. Ahora, 62 años después, sus dos hermanos, Francisco y Jesús, no terminan de creerse que el crío falleciera y están dispuestos a tirar del hilo para saber qué ocurrió en realidad con él.

Francisco Limón no tiene clara la fecha exacta en la que nació el pequeño, pero sí que "fue a principios de 1950, en enero o febrero", aproximadamente. Sus padres ya han fallecido, pero su ilusión es encontrar a aquel bebé "que creemos que puede estar vivo".

Su madre, Sebastiana Vaz, dio a luz a sus tres últimos hijos en el hospital provincial de La Merced pese a que la familia, muy humilde, era natural de El Almendro, algo poco habitual en la época. Lo decidió así porque "había tenido dos niñas antes de tenernos a mi hermano Jesús y a mí y se murieron al rato o al día siguiente de nacer, así que la mujer había cogido miedo".

Desde Villanueva de los Castillejos, donde entonces residían Sebastiana y su marido Andrés Limón, viajó la mujer un frío día de invierno hasta la capital. Ingresó en el centro sanitario y alumbró a su pequeño, un bebé que llegó a pesar cuatro kilos y que nació "totalmente sano y hermoso" tras un parto "sin problemas".

Luego la llevaron, junto a su hijo, a una habitación en la que compartió con él los instantes más íntimos, aquellos que se quedaron grabado a fuego en la piel de su memoria. "Le llegó a dar el pecho", recuerda Francisco que le contaba su madre. Lo sostuvo en sus brazos y lo miró largamente, disfrutando de cada una de sus facciones: "Mi madre siempre nos decía que era un niño muy bonito, con la nariz fina, como la nuestra, y moreno".

Poco sospechaba Sebastiana en esos instantes mágicos perfumados de vida nueva que no volvería a ver a su retoño nunca más. "Al poco llegó una religiosa y se lo llevó para adentro, no sabemos para qué". Pero lo cierto es que la siguiente aparición de la monja no fue, precisamente, lo que se dice estelar: "Al ratito vino y le dijo a mi madre que el niño había muerto, que había empezado a tener un quejido y que se había puesto morado y se había muerto".

No hubo paños calientes ni más explicaciones por parte de la religiosa. "Dijo que había fallecido y punto, pero yo creo que eso no fue así, que mi hermano vive". Cuando el padre de su hijo fue a visitarla al día siguiente del parto, ya el chiquillo se había esfumado.

Asegura Francisco que nadie les mostró el cadáver ni les dio "documento de defunción ni nada". Como en tantos otros asuntos denunciados en territorio nacional por la presunta desaparición de neonatos, en el hospital "les dijeron que había muerto un hombre y que a sus pies, en el mismo ataúd, iban a enterrar al niño; y ya está, se quedaron tan anchos", apostilla Limón, que es de la opinión de que, si realmente el recién nacido hubiera perdido la vida, "lo lógico es que quisieran cobrar a mis padres por el entierro y que les pidieran toda la documentación para ello".

Sebastiana, apunta Francisco, "nunca tuvo la cosa de que le habían robado al crío, pero sí le dolió mucho su pérdida y no hacía más que llorar y llorar toda la vida por él". Sus hijos creen que "ella, como otras tantas madres que vemos todos los días en los medios de comunicación, también se tragó todas esas mentiras".

A través de la prensa comenzó a bullir la sospecha en el ánimo de los Limón Vaz. "Escuchando todos esos casos que tienen tanto en común con el nuestro es cuando nos hemos dado cuenta de que mi hermano no murió". Les gustaría encontrarlo: "Debe tener el pelo negro, los ojos pardos y no ser muy alto, como mi hermano Jesús y yo", describe Francisco.

El verano pasado decidieron ponerse manos a la obra. Acudieron en primer lugar al Ayuntamiento de Castillejos, "que es donde mi madre arregló todos los papeles que le hacían falta para venir a parir al hospital, pero nos dijeron que no queda nada, que eso lo quemaron todo".

La hija de Francisco Limón, Agustina, explica que han llegado incluso a "buscar por fechas aproximadas y hasta en la beneficencia, ya que mi abuelo era de una familia humilde, pero en ningún lado hemos encontrado nada". Recientemente han solicitado a la Diputación el historial de su abuela y de su tío presuntamente desaparecido, pero "ya nos han dicho que no hay nada, aunque esperaremos la respuesta por escrito".

Es decir, que no consta en documento alguno siquiera que Sebastiana Vaz diera a luz en el hospital de La Merced, ni que su hijo naciera ni que falleciera horas más tarde. "Es como si mi madre no hubiera ingresado ahí, no hubiera parido y como si el niño no hubiera existido nunca", apostilla Francisco Limón.

Aunque ya ha contactado con la asociación SOS Bebés Robados Huelva, duda si acabará presentando una denuncia formal por la presunta desaparición del menor de sus hermanos, ya que estima que, "si hubo monjas, médicos implicados o familias que lo compraran, ya habrán muerto todos".

A la familia le gustaría, eso sí, "saber la verdad de lo que pasó" y, por supuesto, encontrar con vida a aquel chiquillo de ojos marrones. El pasado 29 de junio, en el transcurso de la asamblea de SOS Bebés Robados en la Gota de Leche, Francisco depositó su ADN en el banco de Neodiagnostica con la esperanza de que él, algún día, también los busque a ellos y se produzca la feliz coincidencia.

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