"El litro de vino italiano y francés se vende 5 veces más caro que el español"

CARLOS FALCÓ. empresario vitivinícola y oleícola

El marqués de Griñón, que participa en el curso 'Grandes vinos españoles', aborda los logros, desafíos y el momento dulce que atraviesan los caldos del país.

E.ll. La Rábida

26 de julio 2016 - 01:00

Pionero de la modernización de la viticultura española y de la elaboración de grandes vinos de pago y de calidad en España, Carlos Falcó, marqués de Griñón, participa esta semana como profesor en el curso de verano de la UNIA Grandes vinos españoles que dirige Eusebio Pérez-Pastor en el campus de La Rábida. Presidente de Pagos de Familia Marqués de Griñón (propietaria de Dominio de Valdepusa y de Viñedos del Rincón), cofundador del Club Siglo XXI y presidente del Círculo Español del Lujo Fortuny, entre otros muchos cargos, el ingeniero agrícola fue el primer elaborador en España de vinos varietales partiendo de las uvas syrah y petit verdot, así como de las variedades cabernet sauvignon y graciano en Castilla-La Mancha.

Sus viñedos del Dominio de Valdepusa, en Toledo, han sido precursores a nivel europeo en la introducción de nuevas tecnologías como el riego por goteo (1974), las espalderas Smart-Dyson (1994) el sistema de riego conocido como partial root drying en 1999 o el uso de dendrómetros para monitorizar el estrés hídrico y el crecimiento de las vides.

-¿Qué tiene que tener un vino para ser un Grande de España?

-Creo que tiene que tener un terruño, un lugar, en el que se den condiciones especialmente buenas de suelo, de microclima y de variedades de uva. Y luego ya lo más importante es el hombre o la mujer que haga el vino. Porque dos personas diferentes van a hacer dos vinos distintos de un mismo terruño y lo importante es que se intente expresar precisamente la diferencia de ese lugar. Es lo que llamamos los vinos de pago. Soy presidente de la asociación del mismo nombre y para que sea un grande de España tiene que ser un gran vino. Ahora mismo en nuestro país se hacen muchos grandes vinos y para entrar en el podium hay que hacer las cosas muy bien y trabajar a largo plazo.

-¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías?

-En mi caso, mucho. Respeto mucho a quienes hacen grandes vinos partiendo de viñedos antiguos y sin tocar nada, porque es una forma de hacer grandes vinos normalmente de precio muy alto, ya que son uvas muy escasas. Pero también estamos en el siglo XXI, en el que viven y actúan el 95% de los científicos que ayudan a la historio humanidad. Y como ingeniero agrónomo y alumno que ha tenido la oportunidad de visitar universidades en las que se hace mucha investigación, creo que eso hay que aprovecharlo. De hecho lo estamos demostrando ahora, cuando creo que se están haciendo los mejores vinos de la humanidad, algo que también ocurre con el aceite de oliva. Entonces, la tecnología tiene un lugar en todos los alimentos y especialmente en el mundo del vino y el aceite.

-¿Existe el vino perfecto?

-No, yo creo que eso es como una liebre mecánica a la que nunca atrapas. Pero nos sirve a los enólogos y bodegueros para intentar hacer el vino perfecto. Nunca se consigue, aunque cada vez estás un poquito más cerca.

-¿Qué asignaturas pendientes tiene España en lo que al mundo del vino se refiere?

-España es uno de los tres grandes países vitivinícolas del mundo, junto con Francia e Italia. Ellos tienen una ventaja sobre nosotros: un litro de vino italiano o francés se vende cinco veces más caro que el litro de vino español y un litro de vino español se vende un poco más barato que hace quince o veinte años. Han entrado muchos vinos a granel, hay tecnologías que consiguen unos rendimientos muy altos y todo esto lo tenemos que redimensionar y pensar que no es necesariamente la mejor noticia del mundo que produzcamos más vino cada año, sino que lo que tenemos que hacer son vinos cada vez mejores porque cada vez se agranda más el mercado, cada vez hay más países que beben vino y la gente joven en muchos países es la que pone de moda el vino. Tenemos que pensar que la gente es cada vez más conocedora, que tiene más información, que viaja más y es más exigente. Una de las cosas buenas de España es que somos un país líder en turismo y en torno al 14% de la gente que viene lo hace a comer, a beber y probar nuestros vinos y aceites. En gastronomía somos los líderes mundiales ya y también tenemos que serlo en vinos y en aceite de oliva.

-De todas formas, ¿cree que no hace falta ser un entendido para disfrutar del vino?

-No. Cualquier persona es capaz de decir entre tres copas de vino cuál es el vino blanco, el tinto y el rosado. Esa es la verdad y es su verdad. Y cada paladar es diferente. Lo que tenemos que intentar es hacer diferentes vinos, como ocurre con la moda. Diferentes ofertas para que cada consumidor elija la que más le gusta.

-¿Qué cree que le debe el vino español a su labor?

-Eso se exagera siempre. Pero sí que fui pionero en los años 70 y 80 al plantar mi primer cabernet sauvignon en el 74. Hace dos años hicimos una selección especial que se llama Tempus Fugit para celebrar los 40 años de aquella aventura que hasta a mi familia le pareció una locura. Pero yo creo que en el mundo actual hay que ser innovador y, por ejemplo, en Lujo Fortuny estamos uniendo la excelencia española y tenemos desde el Museo del Padro hasta el Teatro Real o el Liceo de Barcelona, así como a empresas de moda que son las que exportan a todo el mundo. Acabamos de abrir una sección de socios, de jóvenes que sueñan con hacer algo mejor en ese mundo que está tan unido a nuestra cultura y artesanía.

-¿Qué queda de aquel joven aventurero? Si mira hacia atrás, ¿cree que ha merecido la pena?

-No sé si eso de aventurero lo mantengo o lo acreciento, porque todo el tiempo estoy pensando en ideas nuevas. Me encanta. Y tengo la suerte de tener una hija, Sandra, que se ocupa de la gestión diaria de la bodega y de la parte de almazara del aceite de oliva, así como de venderlo. Y esto no es fácil, porque exportamos el 75% a 40 países. Así que yo estoy muy volcado en nuevos proyectos y en las generaciones que defienden nuestros valores dentro y fuera de España y convencen, por ejemplo, al Gobierno español y a la Unión Europea, con los que tenemos muchos contactos.

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