Los leones que dominaron la Huelva tartésica
Las piezas destacadas de ‘La Joya, vida y eternidad en Tarteso’
El carro de la Tumba 17 de la necrópolis tartésica destaca, entre otros elementos, por los tapacubos de figuras felinas de bronce que revelan mucho de las técnicas e influencias artesanales de Tarteso
La urna de bronce de La Joya: un hallazgo funerario excepcional de Tarteso en Huelva

Huelva/El carro de la Tumba 17 de La Joya, trabajado fundamentalmente en madera, iba guarnecido con una rica decoración de bronce en todos sus componentes: tiro, caja y tren de rodadura. Los tapacubos leoninos que remataban los extremos del eje de las ruedas se encuentran entre las piezas más conocidas del vehículo, y se han convertido en verdaderos iconos de la Huelva tartésica.
Se trata de dos piezas similares, aunque no idénticas, ya que están producidas de manera artesanal. El sistema de trabajo es la cera perdida en hueco. Se estructuran a base de un grueso disco de bronce del que brotan las cabezas escultóricas, que presentan unas ranuras laterales por donde se introducen las chavetas que permiten ajustarlas al eje. Las chavetas o pasadores presentan incisiones que se interpretan como marcas de montaje.
Se hallaron en 1971, en las excavaciones realizadas en la parte más alta del Cabezo de La Joya, dirigidas por Juan Pedro Garrido y Elena Orta. Se identificaron claramente como elementos integrados en el carro depositado en la fosa que constituía la sepultura más destacada de la necrópolis, que recibió el nombre de Tumba 17.
La decoración escultórica representa dos felinos, interpretados comúnmente como leones, que es el animal protector de la realeza por excelencia en Oriente. Los leones se muestran con las fauces abiertas, marcando bien los colmillos, y la lengua bífida colgando sobre el labio inferior, exhibiendo su fiereza y su poder; los ojos son almendrados y la melena forma tres bucles que se pegan al cráneo, rasgo típico de la iconografía occidental. Su fisionomía recuerda creaciones del norte de Siria que hallamos en otras muestras de la plástica orientalizante peninsular, como los célebres leones del monumento turriforme de Pozo Moro (Albacete), que pueden contemplarse en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

Tapacubos leoninos de La Joya
Datación: Siglo VII aC.
Material: Bronce fundido. Dimensiones: 12 x 9,5 cm.
Origen: Tumba 17 de la necrópolis de La Joya (Huelva). Excavación: Juan Pedro Garrido y Elena Orta, 1971.
Fotografías: María Clauss.
Dónde verla: Exposición La Joya. Vida y eternidad en Tarteso, Museo de Huelva (Alameda Sundheim, 13). Horario: De martes a sábado, de 09:00 a 21:00 y domingos de 09:00 a 15:00. Entrada gratuita. Hasta el 30 de enero de 2026.
Se trata, sin duda, de productos fenicios elaborados en Occidente, como otras piezas de bronce halladas en La Joya, que son, igualmente, obras de gran calidad, y permiten hacerse una idea del elevado nivel técnico y artístico que alcanzaron los talleres de bronce fenicios asentados en la Península Ibérica entre los siglos VIII y VII aC.
A menudo se los llama bocines, aunque es más adecuado denominarlos tapacubos (por extraño que parezca), ya que el sistema de sujeción de un bocín se ejerce por presión anular, mientras que estos objetos funcionan por anclaje, mediante dos pasadores transversales.
Aparte de su utilidad funcional como tapacubos, los leones desarrollaban una función simbólica, como animales irreales (debemos pensar que en Huelva no había leones) que protegen al usuario del carro mientras lo está usando y que, en última instancia, lo acompañan en su viaje al más allá.
Existen carros en algunas tumbas de Chipre e Italia en el Periodo Orientalizante que presentan guarniciones similares. Los ejemplares de La Joya reflejan la recepción de todas estas influencias en los confines occidentales del Mediterráneo como consecuencia de la colonización fenicia.
Tres versiones ahora en el Museo de Huelva
La exposición La Joya, vida y eternidad en Tarteso permite contemplar los tapacubos leoninos de La Joya por triplicado: en primer lugar en el diorama de la Tumba 17, que recrea la forma en que fueron hallados en la excavación, hace más de 50 años. En segundo lugar, los propios tapacubos originales, expresamente restaurados para esta ocasión, luciendo todo su esplendor. Finalmente, en las magníficas reproducciones que se han realizado por parte de Arqueo Huelva para la recreación del carro, donde los encontramos recobrando su brillo dorado y su fulgor original, con el que habrían sido contemplados hace 2.700 años, antes de ser sepultados en el Cabezo de La Joya para la eternidad.
Para poder valorar correctamente el enorme impacto que estas esculturas tendrían en las sociedades antiguas debemos hacer un esfuerzo de abstracción y situarnos en un contexto muy diferente de nuestra sociedad de la imagen, y pensar en un mundo donde las representaciones figurativas tendrían una circulación enormemente restringida.

También te puede interesar
Contenido ofrecido por Grupo Armas Trasmediterránea
Contenido ofrecido por Bodegas Emilio Moro