Los islamistas de Lepe e Islantilla compartieron piso en la calle Real
Mahsun T. y S.H., conocidos por los vecinos como Balli y Alí, respectivamente, eran íntimos amigos y pagaban el alquiler a medias hace dos años · Eran muy conocidos y respetados en la localidad costera
No es complicado pasar desapercibido en una localidad como Lepe, en la que una quinta parte de sus habitantes (26.000 según el censo) ostenta orgullosa ni más ni menos que 63 nacionalidades diferentes. La cosa se pone más fácil si uno se integra a la perfección en la vida cotidiana lepera, es educado, no se mete en demasiados líos y cae simpático a sus vecinos.
Tal vez es esto lo que debieron pensar los argelinos M.T. (de 48 años) y S.H. (de 34 años), que se habían ganado la confianza del vecindario a base de buenas palabras mientras estaban siendo seguidos por la Guardia Civil en el marco de la operación 'Emir' desde hace tres años, culminando finalmente en la jornada del martes con la detención de los dos individuos por su posible colaboración en la financiación de Al Qaeda.
El número 3 de la calle Real se adentra hasta la calle Encarnación a través del pasaje 'Las farolas', donde se hallan (curioso detalle) los juzgados de Lepe. Allí vivía M.T. y los vecinos lo definen como un hombre "amable, simpático y que hablaba con mucha dulzura, llevaba más de 15 años en Lepe y era muy conocido". En la calle no es difícil hallar pruebas de su buen talante. Según uno de los empleados de una cafetería que frecuentaba, "bajaba a tomar su café e invitaba a la gente que conocía del bar".
Popularmente conocido como 'Balli' o por su nombre de pila, Mahsun, los leperos recuerdan que no hace más de dos años "convivía en este piso con el otro detenido en Islantilla, S.H., y pagaban el alquiler a medias". Posteriormente, el segundo se había trasladado a vivir con su pareja, una mujer polaca, y Balli había seguido habitando en el número tres de la calle Real. Eran, según comentan, "íntimos amigos".
Ambos compartían la misma actividad: la venta de productos falsificados, esencialmente ropa, zapatos y bolsos. Para acceder a este material, según explicó a este periódico un joven que solía comprar algunos artículos al detenido en Lepe, "era necesario llamarle antes por teléfono o ir recomendado por alguien conocido; tenía de todo y el 99% de los ciudadanos sabía que él se ganaba la vida con lo que sacaba de ese negocio clandestino". Asimismo, "cuando su amigo (S.H.) estaba en la casa, se apartaba y se iba a otra habitación para que pudiéramos comprar tranquilamente".
Una vecina del mismo edificio agregó a esto que "venía a comprarle la mercancía gente de mucho dinero en el pueblo porque tenía cosas que, aunque eran falsas, eran imitaciones muy buenas y las vendía caro". Aseguró la mujer que "solían visitarle señoras pudientes en busca de bolsos de diseñadores que pueden costar en el mercado hasta 3.000 euros y él se los vendía por 300", todo un chollo.
En el caso de S.H., el jardinero de la urbanización 'Mirador del Golf' de Islantilla, Javier López, indicó que el argelino al que todos conocían como Alí, S.H., se dedicaba a vender ropa de marca y la casa parecía una tienda en toda regla. "Tenía separadas las habitaciones de la parte superior del adosado: una estaba dedicada a la ropa de mujer y otra a la de hombre, los bolsos y las colonias de imitación estaban repartidos por el resto del inmueble".
Aunque sitúa en el número cuatro de dicha urbanización su residencia habitual, López destacó que "sólo lo veía por aquí dos o tres veces por semana y casi siempre estaba con su novia, una chica muy rubia, polaca". Debido a esto, Alí pedía al jardinero como favor que le arreglara los setos que flanquean la entrada de la casa de vez en cuando, labor por la que "alguna que otra vez me regaló una camiseta".
Era difícil para Javier López no conocer a S.H., ya que la zona se queda vacía durante los meses de invierno "y él llevaba aquí siete u ocho meses; me gustaba conversar y tomar café con él en la terraza, era un tipo reservado pero muy agradable". Por las tardes, Alí solía bajar al sector de Islantilla más cercano a la playa y vender su ropa en un pequeño puesto: "Siempre pensé que era una persona honrada, esto me ha sorprendido mucho, la verdad", concluyó López. Si estaba en la localidad lepera, pasaba las tardes "de tertulia con otros inmigrantes en la zona de Fuentevieja".
De regreso a Lepe, aún no sale de su asombro otra de las vecinas que se encargaba de recogerle el correo a Balli cuando se marchaba de viaje (asiduamente, según recuerda). A la vuelta de las visitas que el islamista realizaba a su familia en Argel, "le traía regalos a mi hija pequeña, lo último un peluche, y me enseñaba las fotografías de sus dos sobrinitas". La señora, que ayer se llevó "un susto de muerte" cuando los agentes tomaron el domicilio de su vecino, dice sentirse "engañada y dolida, porque ha traicionado nuestra confianza".
De otro lado, la Guardia Civil tuvo que reforzar la agujereada puerta del domicilio (consecuencia del registro) porque "la gente empezó a llevarse ropa en la tarde de ayer", según ha podido saber este periódico.
La localidad respiraba ayer más tranquila pero con el susto aún metido en el cuerpo y la noticia de la detención de los islamistas copaba todas las conversaciones. No obstante, los leperos no están dispuestos a perder el respeto a la comunidad árabe, con la que están acostumbrados a convivir desde hace década y que es "gente muy honrada".
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