Intereses locales, Huelva y sus fiestas, el comercio y la industria local
Ponce: “El comercio onubense es de los más sólidos y más progresivos de Andalucía y servimos de ejemplo con nuestros hermosos bazares, elegantes establecimientos de muebles, de joyas y de artículos de lujo”
Las Colombinas y La Cinta deben organizarse pensando en "la atracción de los forasteros"

LA INTRODUCCIÓN
LA UNIÓN DE LOS COMERCIANTES DE HUELVA
La búsqueda del beneficio común
Nos comprometimos la semana pasada a reproducir hoy el artículo que desarrollaba la idea de Ponce Bernal –expuesta el 8 de julio de 1927- de aunar esfuerzos para dar relieve a las fiestas locales que se avecinaban, las Colombinas y la Velada de la Cinta. Pretendía que las fuerzas vivas de la ciudad, el empresariado y los mandatarios locales, estudiaran la necesidad de promocionar y de realzar los valores de Huelva, de tal manera que lograran atraer la atención del exterior. La sugerencia del periodista saltó a la arena social y una semana más tarde, mostraba su satisfacción por el efecto que habían provocado sus palabras. Se había creado una empresa con fines puramente festivos con tendencia a dar más relieve a las fiestas, concretamente a las corridas de toros, cuyo empresario cogió el testigo que Ponce lanzó. Pero no era suficiente para él, porque quería ir más allá. En este que publicamos hoy concreta bastante su idea inicial. Para empezar, sugirió que la empresa, a la que todos debían ayudar, tuviera carácter de permanencia. “Aspirábamos a algo más”, decía.
Su empeño era que se creara una entidad integrada por la totalidad de los comerciantes e industriales locales con personalidad propia. Su radio de acción tenía que ser más amplio y enfocado al beneficio de la ciudad. Apuntó que el comercio onubense era uno de los más sólidos y crecientes de Andalucía, destacando la hermosura y elegancia de sus establecimientos. Pero le exigía que, de la misma manera que se empeñaba con sus negocios, se preocupara también de hermosear las calles. Los empresarios estaban obligados, a su juicio, a preocuparse con la misma atención de los intereses morales y progresivos de la colectividad, con una actuación perseverante. Lo más que tenía el comercio para su defensa y sus intereses era la Cámara oficial y las clases mercantiles, pero criticó que estuvieran “desarticuladas y desorganizadas”. Si se vislumbraba una tendencia a la unión total, Ponce la aplaudía, pero con esa idea de permanencia, para seguir con la labor y mantenerse en alerta cuando los intereses de Huelva se vieran amenazados.
Animó, pues, a los comerciantes a sentirse como “firmes baluartes del desenvolvimiento de la ciudad” y que sirvieran de ejemplo a otras organizaciones que eran para él “organismos muertos y no fuerzas vivas” para el desarrollo regional. Confiado en las razones de cariño a la ciudad y en la capacidad de los comerciantes en relación con la vida local, dejó en sus manos ese propósito. Como en tantas otras ocasiones, incitó a la unión como única forma de lograr objetivos.
En uno de nuestros pasados números hablábamos de nuestras fiestas veraniegas y decíamos: “En Huelva y junto a los festivales que hablan de nuestra cultura –conciertos, exposiciones artísticas, certámenes, etc.- deben organizarse como elemento de atracción fiestas taurinas que compitan con las mejores de Andalucía. Y si para esto son incompatibles las conveniencias privadas de una empresa, véase la manera de que organicen las corridas aquellos elementos a quienes más interesa la afluencia de forasteros”.
Creada ahora con plausible rapidez una empresa particular para alegrarnos un poco la vida, es decir, con tendencia a dar más relieve e importancia a las onubensísimas fiestas colombinas, la cuestión cambia de aspecto pero no está solucionada.
Aplaudimos sinceramente el gesto un tanto atrevido del empresario de las corridas de la Colombina. Hombre de iniciativas y de reconocido prestigio en el mundillo taurino, sus propósitos no pueden ser más laudables ni más beneficiosos para la ciudad.
El asunto fiestas ha obrado el milagro. Y los tradicionales festejos conmemorativos de la partida de las carabelas serán, ya puede afirmarse, a juzgar por el entusiasmo que se advierte, lo que corresponde a Huelva, lo que interesa a Huelva, lo que Huelva merece.
Y ya que por deber ineludible y cariño a Huelva se ha constituido esa empresa particular de que hablamos, arrostrándolo todo, debemos estar los onubenses decididos a apoyarle en su gestión, especialmente aquellos organismos y corporaciones más interesados, para que la naciente entidad no limite solo su acción a las fiestas de agosto, sino para que a ser posible adquiera un carácter permanente, al menos hasta las festividades de la Cinta.
PARA EL FUTURO
Como se ve ya está constituida una empresa para las corridas de la Colombina. Pero esto no es todo. Seguimos creyendo que el lucimiento y esplendor de nuestras fiestas no puede quedar al arbitrio de una empresa particular; que no debe ser entidad pasajera y fugaz para organizar unas corridas de toros; que la finalidad primordial debe ser otra.
Aspirábamos a algo más, ya lo decíamos en nuestro anterior artículo: a que se constituyera una entidad de carácter permanente integrada por la totalidad de los comerciantes e industriales locales, que adquiriera propia personalidad y con un radio de acción más amplio y concretado a cuanto beneficioso se intente para nuestra ciudad.
Nadie ignora que el comercio onubense –numeroso e inteligente- es de los más sólidos y más progresivos de Andalucía. En este aspecto podemos servir de ejemplo a capitales de mucha más importancia que la nuestra y son muchos los forasteros que se quedan admirados ante nuestros hermosos bazares, elegantes establecimientos de muebles, de joyas, de artículos de lujo o de práctica necesidad y siempre avizorando los más recientes adelantos y las reformas prácticas y atractivas que aparezcan en el mundo comercial.
Pues bien, nuestro comercio que tanto se esmera en hermosear el aspecto de nuestras calles, en vitrinas y escaparates sugestivos, está obligado a preocuparse con la misma atención de los intereses morales y progresivos de la colectividad, con una actuación perseverante.
Cuenta nuestro comercio con la Cámara oficial, en la que se labora por el interés colectivo de la clase y se entienden los legítimos intereses de la profesión.
Pero de ahí no pasamos. Hoy día las clases mercantiles, fuera de la Cámara, están desarticuladas, sin relacionarse ni organizarse para altos fines morales y materiales de la ciudad, aunque parece ser que son algunos los comerciantes partidarios de una unión que marque una nueva y plausible orientación en el tinglado mercantil onubense.
Aplaudimos esta tendencia si es que existe y estimulamos a todos para que sea un hecho, para que se llegue a esa unión permanente y fecunda, pero una unión que se preocupe no solo de festejos populares pasajeros en una época del año, sino que siga siempre laborando con entusiasmo y haciendo oír su voz aquí y fuera de aquí, cuando los intereses de Huelva se vean amenazados. Que ellos sean los firmes baluartes del desenvolvimiento de la ciudad y sirvan de ejemplo a otras organizaciones de nombres más pomposos o formadas para altos fines, pero que prácticamente son organismos muertos y no fuerzas vivas para el desarrollo regional, como es y debe ser siempre el comercio de Huelva.
Dos razones poderosas abonan ese propósito. Una, su incuestionable cariño a la ciudad. Otra, la capacidad contributiva de comerciantes e industriales en relación con la vida local.
Prometimos ampliar nuestra idea expuesta hace unos días aquí mismo.
Cumplida esta promesa. Ahora las clases mercantiles e industriales tienen la palabra.
BLANQUI-AZUL
- Diario de Huelva, 15-07-1927
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