Las hojas del mes de enero

En el titán

Con las Fiestas de San Sebastián el viejo barrio florece en un nuevo entramado de calles. El palmito sigue siendo algo más que un producto típico, es todo un símbolo de ayer y hoy.

La Tertulia adornada para las fiestas en los años cincuenta, era todo un emblema en el barrio.
La Tertulia adornada para las fiestas en los años cincuenta, era todo un emblema en el barrio.

CUANDO todavía está a la vuelta de la esquina la apertura del año que acabamos de comenzar con los nuevos deseos, abrimos una nueva hoja del calendario. Con San Sebastián y su barrio vamos siempre estrenando año, lo mismo que los americanos eligen esta fecha para estrenar presidente. El barrio siempre ha sabido de interculturalidad, lo mismo que ahora que gracias a los erasmus y a los montaditos a 50 céntimos de los lunes, la acera del desaparecido bar Pechuguita está llena de chavales que nos hablan en muchos idiomas. Llegan a una Huelva que dejó las viejas escuelas y hoy cuenta con Universidad propia a la que aspiran muchos onubenses de importantes colegios, alguno de ellos centenarios, como el de las Teresianas que recibió ayer la medalla de la ciudad, fundado por el beato Manuel González García, o el de San Vicente de Paúl que, igualmente, se espera la reciba para el próximo año, fue creado por el párroco de la Concepción, Pedro Román Clavero. El de las Teresianas cumplen sus cien años en septiembre y las de San Vicente en este mes de enero.

No era un barrio para muchos estrenos como se hacía en otras fiestas ni la fecha muy propicia para un nuevo traje con la dichosa cuesta de enero, de antes y más la de ahora, aunque sean todo letreros de rebajas con los comercios la mayoría vacíos, por esta dichosa crisis que inventaron los socialistas y mantienen los populares.

Aunque el barrio siempre y gracias a su Patrón, ha tenido la oportunidad de vestirse de largo al menos una vez al año, no todos tenían esa suerte, solo el de la Merced con la Feria de la Cinta en septiembre para hermosear toda la Vega Larga hasta la plaza de toros. Hoy sigue siendo igual en este aspecto, lo mejor es tener un santo en un barrio o que por su calle pase una procesión para que por lo menos una vez al año el Ayuntamiento se encargue de darle una limpieza a fondo. Así que desde San Pedro a la capilla del Santo, hoy a su parroquia, estos días ha sido tiempo de limpieza. El barrio en antaño ponía guapa sus fachadas, con gente de fama en ello y lugares emblemáticos como la Tertulia Litri. Los más campesinos ponían su huerto en la puerta o en la fachada de los bares como el de Casa Honorio. Ese es el ayer del barrio pero hoy también se viste de fiesta, en ello está la Hermandad de Estudiantes y el Ayuntamiento de Huelva.

Un barrio con mucha guasa y en este tiempo en el que el frío es el que acompaña la fiesta, llegando el mercurio a bajar tanto como este año que tiene a la mayoría acatarrado y queriendo alejarse de la Gripe A. El barrio, con su frío y su arte. A quién se le ocurre sacar a un santo en procesión así, desnudo, no sabemos si el sudario de tela que le pusieron le abrigó algo en los años sesenta en una de sus primeras salidas de la nueva parroquia. Lo cierto es que cuando llegaba este tiempo la ocurrencia no era otra que cantarle: "San Sebastián bendito, más valiente que un torero sale cuerecito en medio del mes de enero".

Aunque según las previsiones este no será fin de semana de lluvias, las fiestas patronales estuvieron marcadas por tiempo desapacible en muchos años, el pasado fue el último en el que en la misma plaza de los Litri se dio la vuelta para el templo. Lo que llevó a los parroquianos a hacer célebre la coplilla de "San Sebastián, mocito y galán, saca las mocitas a pasear y les mea el delantal". Detrás de todo sí que andarían los vecinos porque las crónicas de la época siempre hablaban de que las mozas lucían su bello palmito.

Hoy seguirá el barrio con toda su belleza y desde hace unas semana ya están los primeros vendedores de palmitos. Fruto por excelencia de estas fiestas. Lo mejor para el entretenimiento, con el premio de una aguela o el premio de consolación si no había ninguna de un buen troncho, tras dejar las calles con la alfombra roja de su pelaje.

No faltaron bares y tabernas al barrio, lo mismo que ahora, y en proporción hay menos librerías que antes. En donde se reunían capataces y costaleros, en tabernas como La Parra Chica y La Parra Grande, o el Bodegón; allí se daba cita la legión de costaleros que capitaneados por una familia del barrio, los Recamales, lo mismo que en Semana Santa se encargaban de sacar los pasos mandaban el paso del Patrón, uniéndose así a la lista de otros capataces del barrio como Antonio Mora o Rafael Garzón.

Muchas cosas han ido cambiando, pero con las fiestas del Patrón se reivindica como barrio. Cada 20 de enero vuelve a resurgir de ese entramado de nuevas calles que están en el dilema si centro o barrio. Habrá que esperar siempre a que sigan poniendo los palos, como decía Juan Gómez Hiraldo al recordar a aquel vecino del barrio que agradecido al Santo le dejó de promesa que no bebería hasta el año siguiente y cuando por septiembre el aire olía a vendimia dentro de la taberna del barrio le decía a su amigo: "compadre asómese usted a ver si están poniendo ya los palos de la fiesta".

San Sebastián es hoy presente, no está anclado en el ayer su historia sirve para recreandose en un ayer de simpatía y en el saber de dónde vienen los pueblos su presente siempre mire al futuro.

stats