El histórico instituto La Rábida se rejuvenece
Huelva de ayer a hoy
Templo de la cultura. Es el instituto referente, el ‘viejo’ Rábida y ahora ‘remozado’, la construcción más potente y artística de los edificios públicos de la ciudad con la firma de Pérez Carasa


Subir la cuesta del Conquero, la avenida de Manuel Siurot, el paseo que conduce a La Cinta, es siempre una gozada. Adentrarse a un espacio único, hermoso.
Destaca el antiguo edificio del histórico Instituto La Rábida. En ese paseo que lleva arriba del Conquero pues por qué no lo voy a decir, hoy es una satisfacción inmensa ver lo bien que lo están dejando, como se aprecia al subir desde la rotonda de Juan Ramón Jiménez.
Una intervención que se debió realizar hace ahora muchos años, sin embargo -y tampoco me cuesta decirlo- no tuvo el beneplácito de los socialistas de la Junta de Andalucía, que tenían guardado el proyecto de restauración en un cajón. Por eso, aun cuando el mérito de estas restauraciones es de quienes pagamos nuestros impuestos, no dejo de reconocer que quien lo sacó del olvido y, con ello se dignificó la historia y la educación en Huelva, fue el anterior gobierno de la Junta de Andalucía, en ese tandem de PP y Ciudadanos.

El instituto referente de Huelva, el que movilizó para su construcción a los jóvenes estudiantes, a toda la sociedad y abrió sus puertas en la II República. Para algunos quizás en lugar de oler a cultura olía a rancio a zona centro de pijas. ¡Qué equivocados!
No he querido hasta hoy hablar del hecho de la restauración del instituto. Ni antes cuando comenzó con tantos fuegos artificiales ni lo he querido dejar para dentro de unos meses cuando lo reinauguren. Lo hago en un día cualquiera, de los que subo la cuesta, he acariciado hasta sus muros y siento lo terso de la piedra, la limpieza de la misma, no hay grieta alguna... todo es belleza. Me preocupa que vuelven las palomas a colonizar su altura y si nadie lo remedia se deteriorará rápidamente.
Repasando la ficha histórica del edificio, del que solo voy a comentar la autoría de José María Pérez Carasa, echo en falta la valentía de haber levantado ahora el torreón central del proyecto primitivo, mientras que se le añade una joroba en la trasera para nuevas aulas y en el espacio libre con el instituto Diego de Guzmán y Quesada se le asfixia con una nueva construcción, todo sea porque los jóvenes hagan deporte.
Me quedará entrar cuando estén dando clases, me rejuveneceré e incluso hasta lamentaré no haber sido uno de sus alumnos, aunque sí soy padre de alumno, de mi hijo Jesús, en su última etapa de bachiller.
Siempre recordaré a Juan Antonio González Márquez y a Antonio Pérez, por la lucha que mantuvimos por su restauración en estas páginas de Huelva Información.

Mejor sin árboles
La belleza del edificio
La imagen es de la colección ‘Escudo de oro’ y se incluye el instituto como uno de los edificios más interesantes de la ciudad. La postal es de 1964 y se puede ver perfectamente toda su fachada. No hay arboleda que la tape. Lamentablemente se plantaron árboles que ahora están secos por enfermedad y deberían talarse para mejorar la visión del edificio restaurado, como ya se ha hecho en el lateral de Ricardo Terrades.
Por pedir, que lo iluminen
Este es el magnífico resultado externo del edificio. Se muestra en toda su belleza. Es, además de templo de la cultura y la educación para Huelva y su provincia, uno de los edificios más potentes arquitectónicamente, que hasta ahora, con esta restauración de la Junta de Andalucía, no se ha puesto en valor. Hay que pedir un paso más, y es su iluminación artística que seguro realzará su belleza en plena avenida de Manuel Siurot.
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