Sé lo que hicisteis el último día de la Feria del Caballo

Con la despedida llegando, la tristeza y la familiaridad han comenzado a invadir el espíritu de esta feria que ya forma parte de la vida pública onubense

Imágenes del ambiente del ambiente de la tarde del domingo en la Feria de Otoño y del Caballo 2025 de Huelva

Los caballos toman su feria en Huelva

Huelva se pone guapa en el primer día de la Feria del Caballo

Imágenes del ambiente
Imágenes del ambiente / Lydia López/ Jesús Fernández

Tienen algo de especial los finales, sobre todo cuando estos se repiten año a año.

En el parque Zafra huele a recogida. No es un olor explicable, es simplemente que al día siguiente ya no hay nada. La comida ha comenzado a aprovecharse al máximo, porque ya no hay nada que guardar para mañana, y las casetas están pobladas en su mayoría, por los socios que llevan toda la feria juntos, que a estas alturas del evento ya han alcanzado un alto grado de familiaridad. A la hora del almuerzo, se han unido en mesas largas, como el día del choquito, pero se han contado cosas más íntimas que el jueves. Han ganado tanta confianza que se consideran el núcleo duro de una caseta por la que han de sentir orgullo.

Ya no se ven tantos trajes. A muchos se les ha manchado, fruto del albero o de los derrames de bebida y comida. Por ello, la mayoría han optado por un vestido largo o una simple camisa haciendo que las corbatas brillen por su ausencia.

Las corbatas empiezan a brillar por su ausencia
Las corbatas empiezan a brillar por su ausencia / Lydia López/ Jesús Fernández

El día se ha nublado. Toda la feria teniendo un sol radiante y el último día ha aparecido esa inevitable sensación a domingo por la tarde. Como si a la puerta del recinto hubiera llegado el otoño.

Las personas siguen bailando en las casetas, la música sigue sonando, pero es todo distinto. Hay más espacio. Las mujeres pueden dar hoy, por primera vez desde que el jueves, la vuelta completa al final de cada parte de la sevillana sin ningún tipo de problema. Con lo que agobia un 'jaleo', ahora en muchas de ellas se agradecería algo de bullicio.

"Es el último día, hay que aprovechar", es una de las frases más escuchadas. Como si el tiempo se escapase en este último día más rápido que en las anteriores jornadas. Pero es que algo de pena da. Empezar a ver las sillas cerrarse y amontonarse o percatarse de que la caseta es más grande de lo que parece llena de personas, son señales inequívocas de finales.

La exposición de doma clásica anima un poco al personal, que, por otra parte, sigue bebiendo rebujito. Es cierto que muchos saben que queda la noche, y que hasta las 04:00 restan muchas horas, pero hay algo que flota en el ambiente y que sabe a despedida. Quizás se llame melancolía.

Los que tenían voz de Sabina ya hoy han mudado al mutismo. Las cuerdas vocales dijeron basta y la garganta tendrá que recomponerse a lo largo de esta semana. Pero para ellos ha merecido la pena.

Los caballos comienzan a estar cansados. Tras varios días trotando no solo por el recinto, sino también por la ciudad, algunos jadean más de la cuenta. Pero están muy bien cuidados. En especial porque la Policía Local ha realizado controles de alcoholemia a los caballistas. La escena, sorprendente por lo inusual, pero loable en su fin último, es la del jinete soplando por una boquilla y, al lado, un caballo con actitud paciente, aunque si pudiera se echaría a la calzada a esperar.

Seguimos sin incidente. Lo más destacado es el paseo que realizan las patrullas de los agentes locales a las 02:00 para comprobar que ya no hay música en los altavoces ni grupos tocando en el interior de las casetas. El sábado detectaron a alguna banda que se les había 'pasado la hora', y la técnica es infalible. Colocaron el coche, con sus luces, en la entrada del espacio. La detención de los viandantes, que en ese momento andaban de recogida, para ver el panorama fue instantánea. Se bajó del vehículo un agente y se puso de frente al local mirando al vocalista de la banda, que en ese momento estaba cantando Agustito, el clásico de Ketama. El hombre, que advirtió que había pasado el límite legal permitido para cantar, decidió agradecerle el recordatorio al policía dedicándole la canción. Al agente, actitud impasible, se le escapó media sonrisa.

Y así se marcha otra Feria del Caballo, consolidada ya como un evento crucial en la vida pública onubense, ha demostrado que cada vez hay más afluencia, más casetas, más calles, y que va creciendo. La fórmula parece sencilla: juntarse unos cuantos de vez en cuando a reírse un rato, bailar y hablar. Y por supuesto, ponerse elegante, que eso siempre ayuda a la propia imagen.

Hoy parece que solo sonarán las sevillanas, tienen el resto del año para escuchar trap. Definitivamente, esto ha sido un espacio de asueto, de reencuentros, de familias con niños, de coches de caballos pasando por las calles, de ambiente agradable. De quedarse un rato.

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