Las hermandades, ramas de la Iglesia

El obispo de la Diócesis, José Vilaplana, diserta sobre el sentido eclesial de las cofradías.

Enrique Morán /Huelva

22 de marzo 2011 - 08:06

Con motivo de los actos que la Hermandad de la Santa Cruz celebra por su 10º aniversario, esta cofradía invitó al obispo de la Diócesis, monseñor José Vilaplana para disertar sobre Hermandades, cofradías y su sentido eclesial. La charla tuvo lugar anoche en el Hotel París y el prelado fue presentado por el hermano mayor de la Santa Cruz, José Fuentes.

Monseñor Vilaplana enfatizó en el hecho de que las hermandades, como asociaciones públicas de laicos, son parte de la Iglesia; las ramas del árbol cuya raíz es Jesucristo: Somos Iglesia y las hermandades forman parte de ella". Tres aspectos destacó el obispo de Huelva: "Las hermandades deben redescubrir esa raíz que es Cristo, pues sin Él no hay cristianismo". El segundo aspectos que destacó fue la unión entre los hermanos, es decir, el sentido de eclesialidad y finalmente, que "las asociaciones deben saber realizar los fines establecidos en sus estatutos".

José Vilaplana resaltó la importancia que las hermandades tienen en un mundo plural, como un auténtico canal de divulgación y formación y su "responsabilidad de confesar la fe católica en obediencia al Magisterio de la Iglesia". En ese sentido miró también hacia el interior del cuerpo de creyentes, mencionando la necesidad que existe de anclar nuestra fe en las enseñanzas de la Iglesia. Hizo referencia a un estudio que señala a España como el país europeo con menor conocimiento de la Biblia. "Nuestra Diócesis -explicó el obispo- dispone de una oferta formativa que no solo enseña las verdades de la Palabra de Dios desde un aspecto intelectual, sino también de crecimiento espiritual".

Monseñor Vilaplana hizo un interesante recorrido sobre el concepto de asociación que tiene actualmente la Iglesia y que parte del Concilio Vaticano II. Así, invocó las constituciones dogmáticas y resto de documentos que "permiten entender la Iglesia mirándose a sí misma y hacia el exterior". En el primer aspecto, la Iglesia es alimentada por la Palabra de Dios y los sacramentos, mientras de cara al exterior, se ve como una entidad con una misión, aunque en ningún caso "es una asociación de fieles sino pueblo de Dios".

El obispo de la Diócesis onubense recordó la importancia que ganó la figura del laico en la Iglesia Católica a partir de ese Concilio Vaticano. A partir de esa dignidad que da el bautismo, entre los creyentes se encuentran los diversos dones y carismas: pastores, consagrados y laicos.

El Concilio Vaticano ha cambiado la perspectiva de los laicos. Para la Iglesia, éstos han pasado a ser los que se encuentran "en la línea más avanzada de la Iglesia". Dentro de su ámbito, la Iglesia reconoce su capacidad de organizarse en asociaciones públicas que "deben fomentar una vida más perfecta y promover el culto público".

El Concilio añade que esas asociaciones "deben ser reconocidas por el obispo" ya que actúan en nombre de la Iglesia, son manifestación de la Iglesia y son reconocidas por ella. En todo caso, el obispo resaltó la "belleza y la exigencia del hecho de que las asociaciones hacen presente la vida de la Iglesia.

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