La gasolinera de la Huerta Mena
Un edificio sencillo y elegante obra de Alejandro Herrero, reflejo del Movimiento moderno · En una encrucijada de avenidas, marca la expansión de la ciudad y una nueva época con barriadas sociales
Era, sencillamente, la gasolinera. La gasolinera de la Huerta Mena, para algunos el Cabo Cañaveral onubense. Un edificio elegante y austero, cuyo modernismo se hizo tan común y agradable que viene a constituir todo un hito arquitectónico de una época, obra de Alejandro Herrero Ayllón. Es la expansión de la ciudad de los cincuenta, viene a ocupar todo aquel gran espacio que los 'listos' de los ingleses se reservaron tras construir el Barrio Obrero Reina Victoria, querían seguir aquí con sus viviendas a modo de ciudad jardín. No fue así y se convirtió en la gran de expansión de Huelva, las distintas promociones que nacieron junto al eje de la avenida de Pío XII, creó una zona nueva y un respiro distinto en aquella época del franquismo. Se proporcionó vivienda digna a muchas familias y algo más tarde llegó el seiscientos; lejos iba quedando las penurias de la posguerra. A esa nueva sociedad hay gente que contribuyen de manera muy especial, profesionales claves para una Huelva que recordamos con afecto y que se mantiene en pie aún hoy como vanguardia de un urbanismo que pocos han conseguido igualar. Ni mucho menos en su aspecto social, en cuanto a que las viviendas iban dirigida a una clase obrera que se merecía vivir mejor y que, con el paso del tiempo, pudieron adquirir sus casas en un alquiler social por un periodo de muchos años, nada parecido a lo actual, envuelto en dramas de hipotecas.
Esa es la Huelva que por la cuesta de San Cristóbal unía la ciudad de siempre, anclada en El Punto, y que se expandía por la zona alta. Allí estaba la gasolinera en la encrucijada de caminos, el que llegaba del centro de siempre, los que venían de zonas tradicionales como Montrocal o los cabezos de la Esperanza, para continuar hacia la populosa y moderna Isla Chica.
Si hoy fijamos la mirada sólo en la gasolinera sería mínima e injusta con los arquitectos y con el trabajo que hicieron. Crearon un trozo de una Huelva nueva y especialmente importante, que de alguna forma dio el impulso necesario para un despegue de la ciudad. Sí, esa es la Huelva de los cincuenta-sesenta, en pleno franquismo porque entonces, lo mismo que ahora, hay grandes profesionales de la arquitectura en una ciudad que ha ido evolucionando en cada momento histórico. Ahí están las barriadas de Huerta Mena y La Esperanza en la que trabajaron los arquitectos Alejandro Herrero, Francisco Sedano, Ricardo Anadón, Francisco Riestra y José Miguel Rodríguez.
Unas barriadas especialmente maltratadas en los últimos años, con actuaciones desde el Ayuntamiento, suponemos firmadas por posteriores colegas de Alejandro Herrero, que ocupó plaza de arquitecto jefe del Ayuntamiento en 1966. Se quitó mobiliario urbano y se hicieron adaptaciones para aparcamientos y nueva jardinería,y arbolado, aunque lo único conseguido es distorsionar y estropear lo diseñado en su día, sin olvidar el maltrato en fachadas o simplemente en puertas modernas que se convierten ahora de hierro forjado.
El Colegio Oficial de Arquitectos de Huelva, en su semana cultural, ha dedicado su particular homenaje a Alejandro Herrero que alude a la inclusión de la gasolinera en el Registro de la Asociación para la Documentación y Conservación del Movimiento Moderno (Docomomo). Ha colocado una placa en la gasolinera, cuando lo que se tenían que haber hecho es quitar todas las placas -letreros publicitarios- que le sobran. Es lógico que anuncien que es una gasolinera. Bien, hay muchas formas de hacerlo, con letras elegantes y no luminosos de feria de pueblo. Sin olvidar que ahora se anuncian la bollería o los sandwich y cafés, además de las ofertas del día de la nueva tienda que aquí se ubica.
Un ultraje aun Bien de Interés Cultural. El Docomomo debía reivindicar la belleza esencial de este edificio, acorde con el uso inicial de gasolinera. Nuevos usos no deben empobrecer la estética del edificio y su entorno, con almacén de bombonas o refrigeradores de cubitos de hielo y banderolas publicitarias; además del deterioro de sus cristaleras originales. Así no era el BIC cuando lo construyeron, en otras cosas la Consejería de Cultura de la Junta está más espabilada.
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