Así eran los fabulosos bocados de los caballos del carro tartésico de La Joya
La Joya, vida y eternidad en Tarteso
La tumba 17 de la necrópolis de La Joya no tenía restos de caballos pero sí los arreos y atalajes de bronce con los que se uncían al yugo del vehículo, con una artesanía sobria pero muy cuidada
El anillo de oro de la Tumba 5 de La Joya: adorno y protección en el más allá
El magnífico carro de dos ruedas recuperado en las excavaciones de La Joya se depositó en la tumba 17 desprovisto de la pareja de caballos que lo habría arrastrado en vida de su propietario. Sin embargo, lo acompañaban en la sepultura todos los arreos y atalajes que permitían uncir los animales al vehículo y controlar el tiro. Del conjunto se han conservado los elementos de bronce, que estarían cosidos a los pretales y cinchas, fabricados a todas luces en cuero u otras sustancias perecederas. Aunque estos componentes orgánicos han desaparecido, algunos análisis de restos realizados en el IAPH sugieren su fabricación en cuero.
Se conservan dos anillas y ocho pasadores de bronce de distinta tipología, que corresponden a los sistemas de unión al yugo. Algunos de ellos guardan mucha similitud con sistemas parecidos que, tallados en madera, se han usado hasta hace poco tiempo para tareas similares (como los collares de los cencerros) en la cultura pastoril, evidenciando la pervivencia de estos usos tradicionales. Además, por su tipología, reflejan relaciones con el mundo europeo de la Edad del Hierro, marcando la complejidad de las relaciones culturales que establecieron las comunidades de la Huelva tartésica durante el Periodo Orientalizante.
Pero lo más sobresaliente de este capítulo son los dos bocados o frenos ecuestres que formaban parte del conjunto de jaeces y que constituyen piezas muy destacadas del ajuar de la tumba.
Los bocados, iguales dos a dos, están formados por dos camas rectangulares perforadas en su parte central, un largo filete trenzado y articulado y dos piezas supletorias en forma de T que contribuirían a proteger los correajes de la cabezada. Son piezas de artesanía muy cuidada: las camas tienen una serie de agujerillos en uno de sus bordes que, probablemente, irían destinadas a coser algún tipo de adorno colgante; la perforación central se ribetea con un grueso reborde y los filetes culminan en unas caperuzas que se ajustan con clavillos y que impiden que el freno se desmonte.
Todo el conjunto de arreos de bronce se halló en el suelo de la fosa, agrupado junto a otras piezas de la parte anterior del carro, como los pasarriendas o el recubrimiento del yugo, junto a la pared oriental.
Los bocados son piezas únicas, muy sobrias desde el punto de vista decorativo, pero estructuralmente recuerdan a otras piezas emblemáticas de la cultura tartésica, como el célebre Bronce Carriazo del Museo Arqueológico de Sevilla.
Bocados de caballo
Datación: Siglo VII aC.
Material: Bronce fundido. Dimensiones: 12,5 x 23,5 cm.
Origen: Tumba 17 de la necrópolis de La Joya (Huelva). Excavación: Juan Pedro Garrido y Elena Orta, 1971.
Fotografías: María Clauss.
Dónde verla: Exposición La Joya. Vida y eternidad en Tarteso, Museo de Huelva (Alameda Sundheim, 13).
Horario: De martes a sábado, de 09:00 a 21:00 y domingos de 09:00 a 15:00. Entrada gratuita. Hasta el 30 de enero.
Se han propuesto varias reconstrucciones para los bocados de la tumba 17, si bien la más verosímil es la que plantea la disposición horizontal de las camas y la aplicación de los suplementos en las propias riendas, lo que explica que el filete no tenga anillas en los extremos.
Los bocados destacan también por su tamaño, lo que permite hacernos una idea de la envergadura de los caballos que se uncían al vehículo. Existen muchos estudios sobre la alzada de los caballos en la antigüedad, realizados normalmente a partir de restos óseos, que permiten conocer las características anatómicas de los animales en cada época. Los caballos de la Edad del Hierro de Europa y el Mediterráneo eran, en general, bastante más pequeños que los actuales y los bocados de caballo reflejan estas dimensiones. Sin embargo, los de La Joya son mucho mayores.
Los vestigios relacionados con el caballo en la cultura tartésica son escasos, pues en este contexto cultural el uso del caballo montado como elemento de prestigio no ha adquirido aún el protagonismo que cobrará en la Segunda Edad del Hierro (siglos IV-II aC). De este modo, casi todos los elementos hallados en época orientalizante pueden relacionarse con su uso en fastuosos carros, como el nuestro.
Los bocados de caballo de la tumba 17, juntamente con el resto de los atalajes de bronce, han sido fielmente recreados por Arqueo Huelva para la exposición La Joya, vida y eternidad en Tarteso, donde se unen al resto del carro.
En los trabajos preparativos de la exposición han aparecido restos óseos de caballos asociados a algunas tumbas que hasta ahora eran desconocidos, por lo que es posible que en un futuro no muy lejano sepamos más cosas sobre los caballos que se usaron en Huelva en la época de La Joya.
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