El anillo de oro de la Tumba 5 de La Joya: adorno y protección en el más allá
Las piezas destacadas de ‘la joya, vida y eternidad en tarteso’
El anillo de oro de la Tumba 5 de la necrópolis de La Joya es una de las piezas más emblemáticas del yacimiento, con una iconografía muy particular, complemento en vida y amuleto para la eternidad

Huelva/Esta hermosa sortija, debido a su emblemática decoración, es una de las piezas más representativas de La Joya. Está trabajada en oro macizo, con aro de sección circular y chatón rectangular y pesa 10,2 g.
Fue localizado en la Tumba 5, en los primeros trabajos arqueológicos efectuados como consecuencia del hallazgo fortuito acaecido en 1945, gracias al que se halló la necrópolis de La Joya, aunque ya desde comienzos del siglo XX los vecinos de la zona transmitieron oralmente la presencia de algunas “moscas” y collares de oro y algunas “ollas”, así como grandes cantidades de “chatarra” de bronce al construirse las casas de las calles próximas.
Las primeras campañas de excavación efectuadas en el Cabezo de La Joya, lideradas por Juan Pedro Garrido y Elena M. Orta, tuvieron lugar durante los meses de diciembre de 1966 y enero de 1967, y marzo y abril del mismo año. Fue en estas campañas cuando se localizó la Tumba 5, de la que procede la pieza que destacamos, una sepultura de inhumación, planta rectangular y muy destruida por las continuas remociones de tierra y la plantación de árboles.
Aun estando muy destruida, su riqueza hace que se la incluya entre las denominadas “tumbas principescas”, pues su ajuar está compuesto por: jarro de bronce de boca trebolada; aguamanil circular de bronce con 5 remaches donde se aprecian dos rosetas de 16 pétalos y tres máscaras con figuras de la diosa Hathor, que se representa siguiendo los convencionalismos estéticos de la iconografía fenicia; algunos fragmentos de plata, así como un objeto de hierro que se hallaba muy deteriorado; escorias de diferentes minerales; un objeto de marfil que podría pertenecer a un peine decorado con un grabado de una flor de loto abierta y otra cerrada; tres cuentas de collar, dos de cornalina y otra de un caracol marino; cerámica a mano y a torno; y diferentes tipos de malacofauna, de las que cabe destacar dos otolitos (huesos de corvina).
ANILLO CON GRIFO de la TUMBA 5
Datación: Siglo VII aC.
Material: Oro. Dimensiones: 2,5 x 0,25 cm.
Origen: Tumba 5 de la necrópolis de La Joya (Huelva). Excavación: Juan Pedro Garrido y Elena Orta, 1967.
Fotografías: María Clauss.
Dónde verla: Exposición La Joya. Vida y eternidad en Tarteso, Museo de Huelva (Alameda Sundheim, 13).
Horario: De martes a sábado, de 09:00 a 21:00 y domingos de 09:00 a 15:00. Entrada gratuita. Hasta el 30 de enero.
Pese a la importancia de los objetos señalados, la pieza que destacamos en estas páginas es una de las más significativas, tanto por sus características técnicas como estéticas.
Cuenta con siete elementos estructurales diferenciados, de los que destaca su chatón prismático rectangular, con sendas embocaduras superpuestas en cada uno de los lados cortos, donde encajan cuatro cilindros macizos y estriados, dos en cada lado. En la zona de contacto de los dos cilindros se soldaron los extremos del aro, también macizo, pero liso.
El chatón, rectangular y guarnecido por modillones, se encuentra desplazado con respecto al eje del aro, lo que sugiere un fallo en el momento de fabricación. Concretamente, sobre el sello se observa la representación de un cuadrúpedo, en posición estática apoyado sobre los cuartos traseros hacia la izquierda, con patas terminadas en garras y el morro con una protuberancia a modo de cuerno.
Pese a que no existen paralelos idénticos ni en la península ibérica ni en el Mediterráneo, se identifica la iconografía representada con la representación de un grifo, un animal hibrido, conformado por la fusión de atributos de varios animales reales con cuerpo y cola de felino y cabeza y alas de ave, hábilmente cinceladas.
El origen de este ser mitológico se sitúa en Egipto y Mesopotamia alrededor del IV milenio aC
El origen de este ser mitológico se sitúa en Egipto y Mesopotamia alrededor del IV milenio aC, alcanzando una gran difusión en la Antigüedad Clásica. Los primeros testimonios escritos que hacen referencia a esta criatura mítica se localizan en la literatura griega, donde ya desde el siglo V aC se relacionan con la protección de las zonas ricas en oro.
En el caso de la necrópolis de La Joya, posiblemente estemos ante un objeto que, por las huellas de uso que muestra, tuvo función de adorno durante la vida del personaje allí enterrado y que adquirió propiedades apotropaicas (de protección en el más allá) con la muerte del difunto. Pero precisamente estas huellas de uso nos indican que fue utilizado a modo de colgante, posiblemente por ese fallo de ejecución que provocó el desplazamiento del chatón con respecto al eje del aro, lo que provocaría incomodidad para portarlo en la mano.
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